Adoquines por los madrileños víctimas de los campos nazis

Moralzarzal instala el 26 de abril la primera «stolpersteine» en recuerdo de un vecino muerto en Mauthausen

Una d elas «stolpersteine» colocadas en España, junto al artista alemán que las realiza

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Alfredo Bermejo, de Madrid; muerto con 31 años; Román Aranda, de Aranjuez, muerto con 24 años; Ricardo García, de Cabanillas de la Sierra, muerto con 32 años... son sólo algunos de los cientos de madrileños que fueron deportados, y en muchas ocasiones acabaron sus días en campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Más de 445 en la capital, y más de 500 en toda la región. Hombres sobre todo, pero también algunas mujeres, procedentes de 56 municipios de la Comunidad.

Este viernes 26 recibirá un homenaje de sus paisanos el primero de ellos, Melchor Antuñano, en su localidad nata l, Moralzarzal . Allí, un bloque de piedra en forma de cubo y del tamaño de una baldosa, una «stolpersteine» o «piedra que puede hacer tropezar», recordará su nombre, su edad y su fecha de muerte, en el campo de Mauthausen. Será la primera, pero no la última: hay intención de extender este homenaje al resto de las víctimas.

Melchor luce serio y firme en el día de su boda, elegante en su traje y con el pañuelo blanco asomándole por el bolsillo de la chaqueta. Pertenecía al cuerpo de Carabineros, y en la guerra civil combatió en el bando republicano.Luego vino el exilio en Francia, y la colaboración con el Gobierno galo en vísperas del ataque alemán. Fue detenido en las playas de Dunkerque en junio de 1940, encarcelado primero y enviado en enero del 41 al campo de Mauthausen, donde fue asesinado en diciembre de ese año.

Extenderlo

Su nieta Marta ha movido cielo y tierra para que su abuelo reciba, 78 años después, un merecido homenaje en su pueblo, Moralzarzal. Será el primero en Madrid en recibirlo, el viernes 26 a las cuatro de la tarde, pero la idea es hacerlo extensivo progresivamente a los demás.

La iniciativa cuenta ya con el apoyo de la Asamblea madrileña y también del Ayuntamiento de la capital. Las «stolpersteine» son diseño del artista alemán Günter Deming , que acude en persona a la primera de cada imposición en una ciudad. Y hay ya más de 70.000 colocadas en 24 países diferentes, en esta iniciativa que lleva más de dos décadas de rodaje.

En el Parlamento regional, fue la diputada socialista Isabel Andaluz la que llevó a pleno una proposicíon no de ley recordando a los madrileños de 56 municipios distintos que terminaron sus días en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

La diputada pidió al resto de grupos «reconocer a los españoles y españolas, madrileños y madrileñas, que murieron por defender la democracia en España y luchar contra el fascismo, el nazismo y el exterminio». Lo consiguió: su proposición no de ley para recordar a aquellos prisioneros, que llevaban como distintivo un triángulo rojo (que marcaba a los prisioneros políticos) y una letra S, fue aprobada por unanimidad el pasado marzo.

La proposición incluye el compromiso de que se facilite la colocación de adoquines en los municipios de origen de las víctimas del horror nazi, y también la instalación de un monumento o placa en reconocimiento de estas personas.

Cuatro mujeres

Moralzarzal será la primera en colocar un adoquín en recuerdo de una de las víctimas madrileñas de los campos de concentración nazis. Madrid también lo tiene previsto: así lo aprobó el pleno municipal en diciembre de 2108, con todos los partidos apoyando la iniciativa que, también aquí, impulsó el PSOE. En su defensa de la medida, los concejales aportaron el dato de cuántos madrileños se vieron afectados por las deportaciones: 445 hombres y cuatro mujeres.

En un principio, el Ayuntamiento ya ha invitado al artista alemán a venir a instalar las primeras: se comenzará con una decena y la idea es ir añadiendo nombres de forma progresiva.

Será la manera de que César Blasco, Alfonso Buissen, Saturnino Arroyo, Alejandro Gimeno, Julio Hidalgo, o Pedro Pallarés, entre otros cientos de madrileños deportados a los campos de Dachau, Neuengamme, Buchenwald, Mauthausen y tantos otros, pervivan en el recuerdo de sus convecinos.

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