ABC, en la morgue de la Ciudad de la Justicia: «Cuando llegaba un furgón con seis féretros el silencio era total. Hay mucho dolor detrás»
La morgue de Valdebebas alberga, un mes después de su inicio, 103 cuerpos; por ella ha pasado el 26% de los 1.900 cadáveres en depósitos temporales
Una claraboya filtra los rayos de sol que entran en la Ciudad de la Justicia , iluminando de manera natural la parte principal del laberíntico edificio de Valdebebas. Sin embargo, el calor no llega a las últimas plantas, bajo tierra, donde todavía huele a la pintura que le han echado a las paredes para acondicionar el que será el Instituto de Medicina Legal , utilizado ahora como morgue para atender a las víctimas del coronavirus. El silencio es más triste que nunca en este lugar; el frío cala hasta lo más hondo, y los ataúdes se apilan, vacíos, en el lateral de una entrada de la planta menos uno, dispuestos a, lamentablemente, ser utilizados. « El sistema funerario de Madrid ni el de España estaban preparados para absorber esta cantidad de fallecidos», dice con pesar Luis Miguel Torres, director de Seguridad de la Comunidad de Madrid.
La región más vilipendiada por la pandemia suma ya 8.048 muertos, según el Gobierno central (y más de 13.000 con los datos de la Comunidad), y esta instalación, la segunda en ponerse en marcha, ha acogido al 26% de los 1.900 difuntos que han pasado por las tres morgues temporales de Madrid. Tras un mes operativa, es la única que sigue en uso. « La mejor noticia es cerrar una morgue , porque implica que ya no hace falta utilizarla, que el sistema empieza a retomar la normalidad», continúa Torres, que añade: «La previsión de cierre es algo en lo que no podemos ser triunfalistas, aunque los datos nos hacen tener cierto optimismo ».
De los 13.000 metros cuadrados construidos que tiene el «donut», 1.500 están siendo utilizados. En ellos se acogen, a día de hoy, 103 cuerpos, aunque tiene capacidad para 230 cadáveres. En una pizarra, al lado de las oficinas utilizadas por los voluntarios de Justicia y por los militares de la UME, marcan con esmero las neveras disponibles, en verde; las ocupadas, en blanco, y en las que por dimensiones no cabe un ataúd, tachadas con una cruz. «Ninguno ha estado solo, queremos decírselo a las familias que no han podido despedirse. Sabemos que esto no va a tranquilizarlos , pero que sepan que los hemos tratado con cariño y dignidad», alega Ana García, una de las voluntarias.
![Un trabajador de mantenimiento revisa las cámaras de la morgue](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2020/04/29/camara-ciudad-justicia-khcG--510x349@abc.jpg)
Para los responsables, la morgue no solo ha sido un lugar administrativo con el que descongestionar el sistema sanitario , sino que han querido humanizarlo en la manera de lo posible. «Podemos garantizar que a todo el mundo se le entregó a su familiar. El número de fallecidos se multiplicó por cinco, pero el control ha sido mucho más estricto. Se ponía un triple etiquetado en el certificado de defunción, en el sudario y en el ataúd para que no hubiese ninguna equivocación», asegura Torres. «Cada vez que entraba un furgón con seis féretros el silencio era total. Esto no es una película de cine, esto es real y hay mucho dolor detrás. No son números, son personas, con sus nombres y apellidos en las fichas, y con un drama familiar», zanja Alberto Cabezas, otro de los trabajadores voluntarios. En total, han sido más de nueve los que han velado por el cumplimiento de la normativa en el lugar , y casi 200 –contando a la UME, Bomberos, empleados de limpieza, seguridad y mantenimiento– en las tres morgues.
«Desde el primer momento, en el Gobierno regional entendimos que en los tres depósitos de cadáveres, además de la seguridad sanitaria e identificación, debía prevalecer el trato digno a los fallecidos», explica Enrique López , consejero de Justicia, Interior y Víctimas. «El luto oficial que hemos decretado es la forma que tenemos de homenajearlos y el reflejo de sentir de los madrileños», incide.
![Javier Antolín es uno de los cuatro capellanes que cada día acude a orar por los difuntos](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2020/04/29/capellan-ciudad-justicia-khcG--510x349@abc.jpg)
Además de las neveras, que están a una temperatura de entre 3 y 6 grados, en esta morgue existen dos cámaras congeladoras para los cuerpos que nadie reclama, que se encuentran a menos dieciocho grados. Se han acondicionado con estanterías y tiene, cada una, capacidad para 40 féretros . A pesar de la baja temperatura, el hedor es notorio cuando se entra a una de ellas. La parca, que se ha cebado con los más vulnerables, lo tiñe todo de oscuridad, de melancolía, de dolor.
Acondicionarlo no fue fácil, de hecho, resultó una de las decisiones más difíciles. «Si desde Justicia se pone en marcha un edificio como este, con todas las complejidades que tenía al llevar diez años parado, es porque había una presión por el número de fallecidos tremenda », asegura el director de Seguridad. La responsable de Infraestructuras Judiciales, María del Carmen Martín, coincide: «Está acabado al 85%, pero tuvimos que ponerle un suministro de energía propio. Se pensó en este edificio porque está habilitado como anatómico forense y preparado para una catástrofe ».
![Pizarra en la que se lleva el recuento de las cámaras ocupadas y vacías](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2020/04/29/pizarra-ciudad-justicia-khcG--510x349@abc.jpg)
Tuvieron «suerte», dentro de lo que cabe, ya que las cámaras frigoríficas estaban en perfecto estado. «También lo adecentamos, le pusimos calefacción para los militares, que se pasaban turnos de 24 horas aquí. Tardamos tres días en hacerlo», continúa la directora. Un mes ha pasado desde que un edificio abandonado se convirtió en un lúgubre depósito. Todos los que se mueven en ese «donut» circular tienen un anhelo, compartido, seguramente, por todos los ciudadanos: «Que pronto todo esto se quede en el recuerdo y nos sirva para aprender».
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