La sala que lleva el nombre de Antonio Rosón en el Parlamento de Galicia MIGUEL MUÑIZ
Pablo Pazos

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Lo resumió así Pedro Puy, portavoz del Grupo Popular en O Hórreo: « ¿Es extraño que un Parlamento democrático honre a su primer presidente, dándole el nombre de una sala? No. Lo que sí resulta extraño es que alguien pueda oponerse a ello ». Y, sin embargo, sucedió. Lo hizo el BNG, con su rechazo a que la sala donde se reúne la Junta de Portavoces lleve el nombre de Antonio Rosón , primer presidente de la Xunta y quien lo fue también de la Cámara autonómica. Un veto que convirtió en proposición no de ley, incluida mediante trámite de urgencia, que no prosperó el pasado martes, durante el Pleno.

La munición la llevó el diputado nacionalista Luis Bará, en tanto encargado habitual de una temática que pronto dejó clara, cuando tachó de « intento burdo de blanquear el fascismo franquista » el conceder a la sala en cuestión el nombre de Rosón.

Bará dio por «cierto, probado y contrastado por múltiples fuentes» que aquél «formaba parte de una organización criminal llamada Falange Española», que «fue por lo tanto un golpista», y que « dirigió una cruenta represión con el asesinato de cuanto menos 37 personas , militantes y dirigentes republicanos», en la provincia de Lugo. Para sustentar estas afirmaciones, se apoyó fundamentalmente en informaciones de El Progreso de la época.

En definitiva, dijo, se falsea la historia y se atenta contra la memoria de las víctimas . De ahí su rechazo. El PP, acusó, «dice condenar el franquismo» pero es solo «para la galería». «No se puede condenar el franquismo por la mañana y glorificarlo por la tarde. Muestran su verdadera cara y se les cae la careta», arremetió.

Ganan los rupturistas

Puy, en su turno, se dedicó a desnudar los argumentos del Bloque y la «larga división que lo recorre desde los tiempos de la Transición», con los «principios maximalistas de siempre». Un BNG cuya líder, Ana Pontón, dice abrir una reflexión, si bien, y aquí parafraseó al exfutbolista Gary Lineker, « juegan once contra once, pero siempre ganan los que no aceptan los grandes consensos , y siempre pierden los que aceptan el marco legal vigente».

Yendo al meollo, denunció que «los hechos que se dan por sentados» en lo referente a Rosón, no se sostienen, como su participación en la represión de 1936, algo que «no está en absoluto comprobado historiográficamente, no hay ni un solo documento que lo pruebe». Con lo cual, ¿a qué obedecía el veto?, se preguntó. En su día, recordó Puy, cuando los herederos de Rosón recibieron la Medalla del Parlamento en su honra, acudió al acto el portavoz del BNG. En realidad, se contestó, ahora, en 2021, no se oponen por su pasado franquista, «poco relevante», sino precisamente por los motivos por los que goza de reconocimiento su legado: « por su pasado autonomista e integrador », que es el que permite, precisamente, «que podamos estar debatiendo en libertad en esta cámara sobre su figura».

El BNG, incidió, veta a Rosón porque «contribuyó a crear la conciencia de la necesidad de una autonomía» en Galicia, integrando en su gobierno a personas de todos los partidos, y porque deretó el día de la Comunidad, lo institucionalizó en lo que el Bloque vio un «ataque a su monopolio». Por si todo esto fuera poco, encargó la redacción del anteproyecto del Estatuto (comisión de los 16). En definitiva, Rosón «representa todo aquello que llevan denostando desde la Transición», que no es otra cosa que el «consenso» .

Puy advirtió a los nacionalistas que este es «un debate que permanece entre ustedes » y que «la inmensa mayoría de los gallegos superó hace décadas». Los mismos gallegos que, a diferencia del BNG, prefieren celebrar los 40 años de Estatuto antes que la Diada independentistas catalana. El portavoz popular lamentó que el Bloque llevara al Parlamento una cuestión con lo que solo buscaban «mantener prietas las filas». Los demás «no necesitamos una reflexión», citando a Pontón, «para mantenernos leales a los pactos democráticos».

Un largo aplauso acompañó a Puy de vuelta a su escaño.

En cuanto al PSOE, se puso en gran medida de perfil, por boca de su viceportavoz, Pablo Arangüena: éste dijo no compartir el «revisionismo de algunos» , y desgranó los méritos de Rosón en Democracia, pero reclamó que quedaran sin efecto todos los nombres de salas aprobados en julio por un mero formalismo.

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