Demografía
La vejez que aguarda: amplia, diversa y desigual
Dolores Puga, científica titular del CSIC, ofreció una conferencia sobre el envejecimiento de la sociedad en la sede de Afundación Abanca de Pontevedra
La sociedad del futuro próximo será más madura y como tal, deberá abordar los retos que comprenden una autogestión eficaz. Esa es una de las conclusiones a las que podemos llegar con tan solo echar un ojo a la pirámide poblacional actual. La esperanza de vida al nacer en Galicia batió un nuevo récord en 2018 al anotarse en 83,34 años , según el Instituto Galego de Estadística. Además, el dato de la esperanza de vida a los 80 es ya de 10,41 años. Con estas cifras en la mano, es necesario ahondar en la búsqueda de iniciativas innovadoras que garanticen la salud y la vitalidad en la vejez. La demógrafa y científica titular del CSIC, Dolores Puga González , ofreció recientemente una conferencia en Pontevedra para abordar la revolución de la longevidad en el marco de la exposición «A vivir que son 100 anos».
«El envejecimiento no es un problema, sino que es todo un éxito en sí, pero tenemos que adaptarnos», afirma a ABC Dolores Puga, investigadora del CSIC. La demógrafa expone que la sociedad dispone de los suficientes recursos para enfrentarse a una población más longeva, pero la decisión de dedicarlos a la atención de las personas mayores o no depende de nosotros mismos, a través de los representantes políticos. «Afrontar la transformación que supone el envejecimiento es un reto colectivo, que abarca desde la esfera privada —la familia, las viviendas— a los espacios públicos», explica. Sobre el Estado del Bienestar , un sistema heredado de los tiempos de la transición demográfica, cree que debe rediseñarse , ya que —dice Puga— «nunca más volveremos a ser sociedades crecientes y jóvenes» .
El entorno condiciona en gran medida la calidad de vida en la vejez. «En inicio, las redes sociales son más fuertes y extensas en el rural, pero en muchas áreas están formadas por miembros de la misma generación. Estas redes adelgazan más rápido debido al enfrentamiento de sus integrantes a los mismos problemas de salud que ponen en peligro su supervivencia», comenta Puga. Por otro lado, las redes sociales urbanas resisten mejor el paso del tiempo porque son intergeneracionales, por eso predominan en la actualidad . No obstante, existe una preocupación que afecta por igual a ambos entornos: la pérdida. «Determinados momentos de la vejez se asocian a pérdidas acusadas de salud, familiares, amigos, y también de espacios de vida, que va en paralelo a la reducción de la movilidad», agrega la prestigiosa demógrafa.
Pero envejecimiento y despoblación son cuestiones que se contraponen hasta dar lugar a paradojas, ya que, según explica Dolores Puga, la longevidad no implica necesariamente longevidad en salud. «El acceso a los servicios sociosanitarios es clave: el mapa de envejecimiento en salud se localiza en las áreas metropolitanas» , destaca Puga, y añade, que es prioritario «expandir estos servicios a las áreas rurales con un alto potencial de vida gracias a la calidad del aire, del agua, y un estilo de vida activo». Las diferencias territoriales son un signo más de la desigualdad , un patrón que se extiende a otros factores sociodemográficos como el género o la riqueza, determinantes para una trayectoria del envejecimiento más o menos saludable. «Tenemos que disminuirla», afirma Puga.
Una red de cuidados extensa
Otro de los grandes objetivos que identifica la demógrafa es la comprensión de los años con peor calidad de vida. «La investigación es necesaria para sumar no solo años a la vida, sino también vida a los años», dice, y añade, «si bien los años con graves discapacidades se retrasan cada vez más al final de la vida, pero no se alargan». Para Dolores Puga es importante mantener esta tendencia, en un momento en el que envejecer nunca había estado tan cargado de buenas oportunidades. «Es verdad que antes los nonagenarios y centenarios eran una excepción y ahora son un grupo diferenciado. Pero antes de esa etapa se encuentran otras, como la gerontoadolescencia o primera vejez, más activa. Ya no puede meterse a los de 65 y 95 en el mismo saco», concluye. La demógrafa incide también en la importancia de mantener el capital psicosocial, es decir, mantener una ilusión y un proyecto de vida a lo largo de toda la vejez.
La sociedad es diversa en cuanto a edades y los flujos generacionales son cada vez mayores, lo que repercute también en los cuidados. «La mujer de la generación intermedia que se hacía cargo de toda la familia está en vías de desaparición. La sociedad va a tener que repartir las tareas de otra manera, con redes de cuidados más amplias y complejas , en las que intervengan familiares, profesionales y contactos informales», concluye Puga.
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