Veinte años por asesinar a Lupe Jiménez con dieciséis puñaladas

El procesado y pareja de la víctima no podrá acercarse a sus hijos hasta pasados 21 años

José Luis Cortiñas, trasladado por agentes de la Guardia Civil EFE

P. ABET

El asesino de Lupe Jiménez y su pareja durante más de dos décadas cumplirá veinte años de prisión por acabar con la vida de su mujer en febrero de 2014. Así lo confirmó la juez encargada del caso tan solo unos días después de que el jurado popular emitiese un veredicto unánime de culpabilidad. Para la magistrada de la Audiencia Provincial de Pontevedra no cabe duda de que José Luis Cortiñas golpeó repetidamente en la cabeza y en la cara a la víctima, a quien después asestó tres puñaladas en el cuello y doce en la región anterior del tórax, produciéndose la muerte inmediata y la pérdida del hijo que estaba esperando. El jurado entendió que el ataque había sido «sorpresivo e inesperado» , por lo que la víctima no tuvo oportunidad alguna de defenderse. En el momento de los hechos, además, la fallecida se encontraba en la quinta semana de gestación, una «circunstancia conocida por el acusado», según confirma el fallo.

La sentencia dada a conocer ayer condena al marido de Lupe Jiménez, madre de sus seis hijos, por un asesinato alevoso en concurso ideal con un delito de abort o , concurriendo la circunstancia agravante de parentesco y la atenuante de confesión. Por todo ello, el acusado deberá indemnizar a los hijos menores de la víctima en el momento del fallecimiento con la cantidad de 60.000 euros, y con 30.000 en el caso de los mayores. También deberá abonar 6.000 euros a cada una de sus hermanas de Lupe en concepto de daño moral.

Atendiendo al relato de los hechos que la juez traza, José Luis Cortiñas «aprovechó la indefensión de la víctima en un paraje aislado» para cometer el crimen. También contempla, basándose en los exámenes periciales, que «el acusado quiso acabar con la vida de su mujer dirigiendo sus puñaladas y golpes directamente a órganos vitales en repetidas ocasiones» . Letales fueron, tal y como declararon los forenses que participaron en la autopsia de Lupe Jiménez, las dos heridas incisivas que le llegaron al corazón, lo que deja constancia de la violencia del ataque.

No hubo arrebato

A propósito del atenuante por arrebato u obcecación que la defensa intentó deslizar durante la vista, la magistrada abraza la decisión del tribunal ciudadano que estimó que no se había probado que verdugo y víctima hubiesen mantenido con anterioridad al asesinato una discusión por haber confesado ella que el hijo que esperaba no era suyo. Pese a que el asesino llegó a manifestar durante el juicio oral que «ojalá pueda volver a abrazarlos algún día» . La sentencia estima que no podrá aproximarse ni comunicarse con sus hijos (que se cambiaron el apellido tras la pérdida de su madre) en los próximos 21 años. La sentencia considera como un hecho probado que el condenado cosió a navajazos a su esposa y la abandonó el un monte de la localidad coruñesa de O Pino. Él siguió el viaje hasta Lugo, donde a su llegada quemó la ropa manchada de sangre y la arrojó a un pozo. Después acudió a comisaría a denunciar la desaparición de su pareja . Lo hizo, argumentó en su declaración durante la vista, porque se le «metió en la cabeza que a lo mejor podía estar viva». El cuerpo sin vida de Lupe Jiménez apareció un día después cubierto de maleza, lo que dificultó a los agentes su localización. La brutalidad del suceso provocó que la familia de la víctima tratase de agredir al acusado en la sala de juicios, lo que obligó a celebrar la última sesión a puerta cerrada.

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