Primarias del PSOE gallego
Valentín González Formoso derrota a Gonzalo Caballero y será el nuevo secretario general del PSdeG
El alcalde de As Pontes y presidente de la Diputación de La Coruña gana las primarias con casi el 60% de los sufragios
La militancia del PSdeG le ha practicado a Gonzalo Caballero una enmienda a la totalidad de sus mensajes de campaña: prefiere cambiar de entrenador tras una única temporada porque el que estaba no les convence, no considera que el partido esté mejor que cuando él llegó, probablemente perdieron el orgullo de ser socialistas tras el varapalo de las últimas elecciones autonómicas y no parece que tengan mucho afán en abrazarse a consignas vacías como «galeguismo», «feminismo», «ecologismo» y cuantos ismos más hubiera en el argumentario. Por eso, o quizás sencillamente porque no les convence la persona al mando, los afiliados han elegido a Valentín González Formoso como nuevo secretario general del PSdeG con casi el 60% de las papeletas .
A las 22.17, Jorge Parada, el presidente del comité de ética del PSdeG-PSOE ha oficializado la victoria de González Formoso, que ha cosechado 4.336 votos (59,7%) frente a los 2.970 (40,21%) del secretario general saliente, Gonzalo Caballero. Por provincias, González Formoso ha arrasado en La Coruña, con un 68,75% frente al 30% de su rival, y también en Lugo , con un 73,69% frente al 25,18% de Caballero. La larga mano de José Ramón Gómez Besteiro se ha hecho notar en su feudo. Por su parte, Caballero venció con claridad en Pontevedra (62,11%) y con algo más de apuros en Orense (54%). Por ciudades, Formoso se habría impuesto en La Coruña, Santiago, Ferrol, Lugo y Orense; a favor de Caballero se decantaron Vigo y, por escaso margen, Pontevedra.
La victoria de González Formoso cierra el paréntesis del ‘gonzalismo’ , ineficaz en las urnas cuando el candidato era él —no fue capaz de ganar un solo diputado en las gallegas de 2020 a pesar de que En Marea desapareció del mapa parlamentario— y jugaba su capital político, pero muy controvertido internamente por maniobras ajenas a los usos habituales del partido, como convocar unas primarias para candidatos a la Xunta dos años antes de las elecciones o retocando las candidaturas de las municipales a pesar de venir respaldadas por las bases.
No solo eso, sino que las maniobras que trascendieron en las últimas semanas alrededor del proceso de primarias desvelaron el miedo de la dirección socialista a enfrentarse con una candidatura alternativa. Solo así se explica la intentona de hacer unas primarias exprés al mismo tiempo que la elección de delegados al congreso federal de Valencia, sin apenas tiempo para hacer campaña, que Ferraz tuvo que parar ‘in extremis’ .
Por no hablar de los ataques públicos de los afines a Caballero, como su número dos José Antonio Quiroga, llamando «desleales» y «traidores» a Formoso y Besteir o por intentar construir una alternativa. Del alcalde de As Pontes llegó a señalar su supuesta vínculación «a la empresa térmica de su concello, una de las más contaminantes de Europa», a modo de reproche por su defensa de los más de 1.500 empleos que están en la cuerda floja por el cierre de la central.
Ha sido una campaña aparentemente cordial, pero en la que Caballero ha acusado a su rival de querer derechizar el PSOE, de chalanear con Feijóo en detrimento de los intereses del partido —llegó incluso a negarse a una reunión con el presidente de la Xunta «porque nos quiere hacer el abrazo del oso»— y de estar apoyado por las «baronías rancias», esas que, a la vista de los resultados, siguen teniendo mucho que decir. Es la derrota del candidato que se subía a la silla con el ‘Bella Ciao’ y señalaba el cielo con la v de victoria, la caída del profesor universitario frente al alcalde de pueblo, el adiós del viejo Sánchez y la bienvenida al nuevo Sánchez, envuelto en esa socialdemocracia que parece reivindicar a Felipe González, el político al que más dice admirar Valentín González Formoso.
El nuevo secretario general lo es para satisfacción de la calle Ferraz y la dirección federal del PSOE, y por extensión de Pedro Sánchez. Pero sin que estos hayan intervenido explícitamente en el proceso de primarias, si bien dejaron claro qué peso interno tenía Gonzalo Caballero otorgándole al PSdeG una representación ridícula en los órganos de dirección del partido. Ferraz filtró que sería deseable cambio en Madrid, Andalucía y Galicia, y lleva tres de tres. Otra sonora neutralidad ha sido la de Abel Caballero, refugiado en su habitual excusa de que él no está para las cosas de partido. Apoyó sin disimulo a su sobrino en las autonómicas, pero tras su fiasco se desentendió de su futuro y regresó a sus (millones de) luces led.
A Valentín González Formoso, no obstante, se le abre un periodo incierto hasta la celebración del congreso de los socialistas gallegos. En primer lugar, porque no es diputado autonómico y eso lo aleja del cara a cara con Núñez Feijóo, si acaso el Parlamento sigue siendo la cámara de resonancia política que era antaño —el propio Caballero tardó dos años en entrar en ella, por voluntad propia—. En segundo lugar, ese mismo Parlamento está a día de hoy copado por Caballero y sus afines, muchos de los cuales han expresado con acritud su rechazo a Formoso y su equipo. Y en tercero porque dado que le reprochó a Caballero que no integró a nadie de su rival en las primarias que ganó en 2017, ahora deberá predicar con el ejemplo y encajar en su organigrama a algún ‘gonzalista’ , si acaso ese equilibrismo fuera posible.
Flanqueado por los alcaldes de Santiago, Lugo, La Coruña y Ferrol, Valentín González Formoso tomó la palabra en la sede socialista de O Pino para agradecer la confianza de la militancia por el «porcentaje rotundo» dado a «una alternativa de PSdeG que se identifica con Galicia, y no les vamos a fallar» . «Nuestro fin es servir a Galicia, esa que sueña en mejorar, esa Galicia interior que aspira a no vaciarse, la que se fue y quiere retornar, aquí teneis a vuestro servicio a este partido», proclamó citando a Celso Emilio Ferreiro.
Por su parte, Gonzalo Caballero tomó la palabra instantes antes para felicitar al vencedor, asegurar que no renunciará a su escaño en el Parlamento y dejar un mensaje en primera persona en clave de futuro: «la vida política es muy larga, hay muchas etapas, hay que tener resiliencia» . Como en las películas, ojo si no hay segunda parte aunque la primera no haya funcionado en taquilla.
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