XVI Congreso Autonómico del PP de Galicia

El último día de Alfonso Rueda

En su adiós como secretario xeral reivindicó el trabajo de haberle devuelto al PPdeG el derecho a ser «optimistas» y «tener esperanza» tras unos inicios muy duros en 2006

Rueda, durante su intervención de ayer M. M

JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

Debía ser un informe de gestión sobre diez años como secretario xeral del partido. Pero los formalismos no han combinado nunca excesivamente bien con Alfonso Rueda . «Lo haré un poco a mi manera» , advirtió sincero a las más de 3.000 personas que el PP gallego reunió en ExpoOurense en el último día de su congreso regional . No faltó su natural tono desenfadado, sazonado con ironía y retranca. Tampoco necesitó dar detalles de su hoja de servicios porque es bien conocida por todos: dos mayorías absolutas en la Xunta, gobiernos urbanos nunca antes conseguidos y, sobre todo, un partido reconstruido y vivo tras el turbulento trance de la derrota electoral y posterior adiós de Fraga en 2005.

«Diez años después, tenemos derecho a tener un poquito más de esperanza y ser un poquito más optimistas», resumió Rueda, «y esperanza le quedaba poca a este partido en 2006», cuando las vías de agua se sucedían y los resultados en las urnas no acompañaban. «Esto de ser secretario xeral va de dejar las cosas un poquito mejor de como las encontraste» , bromeó. Pero su labor está cumplida. «Nosotros no somos un partido de perdedores», proclamó con orgullo, una arenga para la «infantería del partido», la mejor arma de este partido para ganar elecciones

Rueda recordó cómo en sus inicios junto a Feijóo un locutor radiofónico se mostró «enternecido» por «lo verde que estaba». «Queda claro que a Feijóo le gusta arriesgar y ser original —ironizó— y con la elección del nuevo secretario xeral ha acertado plenamente», mensaje de ánimo para un Miguel Tellado al que le previno del «atractivo horario de 365 días al año, las 24 horas y los 12 meses». «Olvídate de llegar a casa para ayudar a hacer los deberes a tus hijos», añadió.

Cospedal no entusiasma

El discurso de Rueda, libre pero emotivo, fue uno de los más aplaudidos de la jornada, casi lo contrario que una Dolores de Cospedal que dejó frío al auditorio . Un exceso de lugares comunes e inexplicables vaguedades tuvieron la culpa. La gente circulaba hacia la cafetería o en busca del pitillo reparador mientras la «general secretaria» —en palabras de Feijóo— repetía el catecismo del argumentario dando vueltas al mensaje , pero sin llegar a ningún titular sabroso.

En su despedida del cargo, fue casi tan buscado para la foto de recuerdo como su sustituto ; Miguel Tellado repetía a todo el que lo felicitaba que el suyo será un trabajo de todos . Tampoco entusiasmó a la parroquia el andaluz Moreno Bonilla , a quien Feijóo le regaló un naturalísimo «Viva Andalucía libre», arenga algo revolucionaria que pasado Despeñaperros es difícil escuchar a dirigentes de la derecha. A Sánchez Gordillo ya es otra cosa.

Y en el interminable recorrido de agradecimientos por estos diez años, Rueda se dejó para el final a Alberto Núñez Feijóo . «Es una suerte que podamos coger una papeleta con su nombre», le regaló, «ser tu secretario xeral estos años fue un honor que nunca olvidaré y que me acompañará toda la vida». Un augurio para el futuro: «Vuelve a ser dificilísimo, pero vuelve a ser posible» . Feijóo acabó fundiéndose en un abrazo con su número dos, que lo seguirá siendo en la Xunta en su condición de vicepresidente.

El auditorio lo despidió en pie, y casi en ese mismo momento, las pequeñas Beatriz y Marta recuperaban a su padre para la vida familiar. Eso, si es que la presidencia provincial del partido en Pontevedra no le vuelve a hurtar horas del día...

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