Tradiciones

La última coca de Galicia

De todas las localidades de la Comunidad, solo Redondela conserva parte de los rituales asociados al Corpus Christi medieval

Corpus Christi de Redondela T. C.

Telmo Crespo

La actual emergencia sanitaria ha impedido que en estos días celebremos por las calles de Galicia la festividad del Corpus Christi . Fechas que han colocado a determinados lugares en el mapa por la importancia etnográfica de alguna de sus manifestaciones. Tal es el caso de Redondela.

En un libro de acuerdos del ayuntamiento fechado en 1600, se daba cuenta de la necesidad de rehacer la figura de la Coca , desbaratada a causa de la peste el año anterior. Y que se siguiese la costumbre (y no se perdiese) de sacar la figura como se hacía desde tiempo inmemorial. Datos estos recogidos por el insigne Casto Sampedro y Folgar, hombre de brillante formación humanística, cuyo interesante archivo se custodia en el Museo de Pontevedra.

Pero la memoria no debía ir más allá del siglo XV. Sin duda en las Rías Bajas gallegas debió tener gran lucimiento la celebración , dado que fueron aquellos tiempos los de mayor florecimiento económico gracias a las ingentes cantidades de sardina capturada. Teniendo en cuenta que toda la sociedad estaba implicada en las celebraciones, y que los gremios tuvieron un gran papel protagonista en las mismas, el que formaban los mareantes sería el más destacado. Se les obligaba a cada oficio a formar parte del cortejo acompañando con bailes y música a sus Santos patrones. Los marineros acompañaban al suyo, San Juan, e interpretaban una danza con espadas.

Otros realizaban pequeñas obras teatrales : los zapateros, en el caso de la antigua villa marinera, eran obligados a tener cuenta del monstruo alado, recreación del maligno que era vencido por un San Jorge al que daban vida los carniceros. La Luz que vence a las tinieblas.

Las panaderas por su parte debían alhajar y vestir a las Penlas , las niñas que sobre los hombros de fuertes mujeres bailaban también en el interior de los templos. Hasta los gigantes y cabezudos que participaban en la comitiva tenían su papel y significado. Sin olvidarnos de la gran figura de San Cristóbal , sacado por los molineros y horneros. Y por supuesto las calles debían estar adornadas con ramas y plantas olorosas.

Pero distintos factores como las prohibiciones del siglo XVIII o la desaparición de los gremios, hicieron que muchas de aquellas manifestaciones desapareciesen y con ellas el papel que algunos elementos desempeñaban. Quedando de este modo Coca, danzas y cabezudos totalmente descontextualizados.

De todas las ciudades y villas gallegas, que con tanto eplendor habían celebrado la festividad antaño, solo Redondela conserva las danzas de las Penlas y el dragón , y aunque las primeras aún acompañan a la antigua patrona de la Villa, la Virgen Inmaculada, y son el último testimonio universal de esta rareza de orígenes inciertos, hoy la Coca apenas se acerca a la procesión, porque subyace aún la creencia del auténtico significado. Otra cosa es la supuesta leyenda medieval, nacida en tiempos recientes, que unió estas piezas sueltas con cierta gracia pero sin soporte histórico real.

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