La ternera gallega suprema pide el rescate: «Está en grave peligro»
Los 8.500 productores de la carne de mayor calidad alertan de que la subida de los costes los ahoga. El incremento del gasóleo, piensos o plásticos los obliga ya a vender a pérdidas
En la parroquia de Castromil, perteneciente al ayuntamiento orensano de A Mezquita, la escuela está vacía. Durante el último siglo el municipio fronterizo ha perdido a dos terceras partes de sus habitantes. Eran algo más de 3.000 a principios del siglo XX y ahora apenas superan el millar. Pero desde hace 20 años la presencia de otro tipo de moradores había ido creciendo . El número de cabezas de ganado vacuno, criado para la venta de carne, había logrado incrementarse, ofreciendo una de las pocas alternativas laborales a los vecinos de la zona. Los productores alertan que ahora las vacas podrían ir también desapareciendo. En el último año la subida brutal experimentada en los costes de producción amenaza a la ternera gallega suprema .
A sus 49 años, José Ramón González posee junto con sus dos hermanos una ganadería de 54 cabezas en Castromil . A medida que el municipio se ha ido despoblando, encontrar tierras para que las vacas puedan pastar ha sido cada vez más sencillo. « La gente mayor te deja terrenos solo para que se los cuides », relata González. A Mezquita es una de las zonas calientes de Galicia en incendios forestales. Y las llamas se paran al llegar a los prados libres de maleza. «Lo nuestro es lo opuesto a una macrogranja», reivindica el ganadero. Su explotación dispone de unas 85 hectáreas de terreno, que los animales ayudan a fertilizar. González incide, además, en que no afecta al cambio climático. «Tenemos un balance positivo, nuestras plantaciones fijan más CO2 del que emiten las vacas», recalca. Esta actividad, destaca, es una de las pocas sostenibles en territorio de montaña, capaz de vertebrar el territorio y de proporcionar una actividad económica para los pocos que se han quedado.
Pero el futuro es incierto para los 8.500 criadores gallegos de suprema, la carne de mayor calidad dentro del sello de ternera gallega, que algunos chefs como Dabiz Muñoz igualan a la japonesa de Kobe. «Estamos en una situación muy crítica», denuncia González. En los últimos 20 años apenas han subido los precios de venta. La ternera gallega suprema se paga a los productores a unos 4,60 euros por cada kilo. Según los cálculos del sindicato Unións Agrarias (UUAA), la producción costaba el año pasado cinco euros y este ya llega a los seis. Como también les ocurre a los ganaderos de leche, el mercado les obliga a vender a pérdidas . «El gasóleo, que representa un 20% de los costes de producción, me ha subido de 60 a 85 céntimos», ejemplifica González. Pero no ha sido el único incremento. Los piensos para alimentar al ganado aumentaron de precio un 46,18% desde 2006. La subida más fuerte se registró en el último ano, de 260 euros/tonelada a 340, un 23% más. Para los plásticos agrícolas se prevé una subida de un 30% en la próxima campaña. Si en 2021 un rollo de encintado costaba 57 euros más IVA, este año se esperan precios de 80 más IVA. Los abonos químicos experimentan también una fluctuación constante al alza. «Un Triple 15, que es un abono normalito, costaba 321 euros/tonelada en 2021; actualmente pago 733 euros/tonelada», recalca el ganadero. Suma otro 56% de incremento.
UUAA denuncia que, como ocurre con la leche, en la carne de vacuno se incumple la Ley de Cadena Alimentaria , recientemente aprobada y que teóricamente iba a servir para evitar que los productores tuviesen que vender a pérdidas. Uno de los problemas es que no hay un observatorio público de precios que recoja de forma oficial los costes de producción, que el sindicato agrario pide que se ponga en marcha.
«En grave peligro»
« La carne de ternera gallega suprema está en grave peligro », subraya José Ramón González. Afirma que algunas explotaciones pueden aguantar un año perdiendo dinero, pero la situación no puede continuar o tendrán que acabar cerrando. Unións Agrarias exige un rescate para un sector «imprescindible desde el punto de vista social y demográfico que, a día de hoy, se encuentra en serio riesgo de desaparición». El sindicato reclama a la Xunta una ayuda directa para las explotacione s de ternera gallega suprema. El año pasado, los ganaderos recibieron fondos extraordinarios para compensar los efectos de la pandemia de coronavirus, pero en este ejercicio ya no están disponibles. «Actualmente tenemos un problema de liquidez para poder afrontar los gastos de producción, que están cada día más altos», explica González.
Otra de las medidas que demandan a la administración gallega es un incremento de las ayudas europeas de la Política Agraria Común (PAC). Concretamente, a las que se corresponden con zonas desfavorecidas, de alta montaña y agroambientales. Según indica el sindicato, actualmente los ganaderos gallegos reciben un ingreso de unos 90 euros por hectárea. Pero la UE permite llegar hasta los 400. El problema es que el dinero tiene que ser cofinanciado también desde Galicia. Si la Comunidad incrementa su parte, entonces Europa paga más también. «Hacemos un llamamiento para que esas ayudas para el año 2022 sean del máximo que permite Europa», indica la organización. Según el sindicato, por cada euro que ponga Galicia, los productores lograrían recibir un total de cuatro.
La última demanda es, en opinión de González, la más importante. Los ganaderos piden que la Xunta ponga en marcha una campaña institucional potente para que los consumidores aprecien la carne del sello ternera gallega suprema. «Estamos certificados en una IGP de ternera gallega. Pero si vas al súper, sobre todo en Galicia, nuestra carne vale lo mismo que una carne genérica. Si se traslada al mundo de los vinos se entiende. Es como si un Rías Baixas, un Ribeiro o un Monterrei, valiera igual que un Don Simón », ejemplifica. «Tenemos que informar al consumidor que nuestra carne es mejor y que genera un beneficio para el medioambiente, porque tenemos que decirle al consumidor que nuestra carne la tiene que pagar un poco más», recalca el ganadero. Sus terneros seguirán mamando hasta cumplir al menos los siete meses para que la leche materna logre que la carne sea más tierna. Alimentará también a las madres con buenos piensos. Pero si los costes no se abaratan, los precios de venta no suben o no recibe ayudas, teme tener que abandonar la actividad y marcharse de Castromil.
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