tOMA DE POSESIÓN
Promesas sin besos y a metro y medio
Mañana extraña en el Parlamento: fría y con las mascarillas siendo parte de la etiqueta oficial
Empezaba el acto de toma de posesión de Alberto Núñez Feijóo al son del Himno del Antiguo Reino de Galicia y acababa con la interpretación de la eurovisiva Lucía Pérez del himno gallego. No pudo ser en la Praza do Obradoiro, como viene siendo habitual, y tuvo que conformarse con uno de los preciosos halls del Parlamento gallego. Eso sí, solo frente a una de las cámaras de la TVG y sin público.
Y es que todo ha cambiado desde que un virus con forma de corona llegase a nuestras vidas con una intensidad imprevisible allá por los meses de febrero y marzo. Se notaba: evidentemente en las palabras del candidato, que probablemente se emocionó más de lo habitual tras unos cruentos meses de lucha contra la enfermedad . Y los que quedan. Se notaba también en el vestuario: ya no solo hay que escoger americana, camisa, corbata, vestido, blusa o pendientes: ahora también hay que elegir si se apuesta por una mascarilla de tela, por una quirúrgica o una FFP2.
Muchos periodistas, casi la mayoría, optaron por esto último. Por mucho que haya una pandemia, los conocidos canutazos, esas intervenciones de políticos improvisadas en las que se arremolinan decenas de periodistas lamentablemente no se han ido . Incluso algún político preguntó si se podía retirar la mascarilla de la cara, para terror de los informadores.
Donde sí se respetaba la distancia social fue en el Salón dos Reis, donde se celebró el acto. Esa distancia social dificultaba mucho más los corrillos, incluso hablar con el vecino de silla, debido al metro y medio de distancia. Bastante silencio en el salón mientras duró la espera hasta que el presidente accediese al acto. Acto que, por otra parte, gran parte de los presentes tuvieron que seguir por monitores de televisión instalados por los pasillos y exteriores del edificio parlamentario.
También los periodistas, que observaron como ni los vecinos de la calle de O Hórreo se quisieron perder una mañana especial. Ante la casi ausencia de las bodas, bautizos y comuniones, buena es una toma de posesión , debieron de pensar las dos señoras que, con la bandera de España y de Galicia colgadas del balcón, se pasaron la mañana de cotilleo y viendo a las rutilantes estrellas políticas que se dejaron caer por la capital gallega.
Ya lo dijo Feijóo: más pronto que tarde se podrá volver a la normalidad. No a la nueva, a la normalidad. Tal vez en el año 2024, cuando haya, si todo va como el guión indica, una nueva investidura, quién sabe si de un incansable Feijóo o de un nuevo líder , vuelvan los besos, vuelvan los pinchos, vuelvan las extremadamente ruidosas multitudes y se vayan las mascarillas y los geles del bolsillo.
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