Juan Soto - El Garabato del Torreón
¿Portavoces o portacoces?
¿A qué obedece esa extraña manía de designar para las portavocías a los concejales y a los diputados provinciales peor dotados para la expresión oral?
Coinciden los tratadistas en señalar el famoso «miembros de miembras» eructado por Bibiana Aído, aquella ministra albardada, como el punto de partida que desembocó en la impunidad que a la hora presente ampara a los enemigos de la Gramática en general y de la oratoria (ya expositiva, ya deliberativa, ya demostrativa) en particular. En los foros mayúsculos el delito suele perpetrarse con frecuencia insistente; en los de menor cuantía el crimen es incesante y lacerante.
Cualquier entidad o corporación local rivaliza con la vecina en el arte de cocear prosodias, sintaxis y ortografías. En Galicia, se comprueba a diario. Son proverbiales los disparates que lanzan urbi et orbi, por escrito o de viva voz, con o sin auxilio de chuleta, conselleiros, parlamentarios, alcaldes y presidentes de Diputación. Lo de los concejales es punto y aparte. Y lo de algunos portavoces de grupo raya con lo legendario. ¿A qué obedece esa extraña manía de designar para las portavocías a los concejales y a los diputados provinciales peor dotados para la expresión oral? Galicia es un país bilingüe («bilingüe en estado natural», dijo Cunqueiro de sí mismo) y por eso resulta ciertamente sorprendente que en una corporación municipal o provincial (pongamos el Concello y la Diputación de Lugo, que los tenemos a mano) sea imposible encontrar a un solo representante de grupo y/o partido capaz de expresarse con elemental pulcritud al menos en uno de esos dos idiomas.
No se pide elegancia ni florituras, sino simplemente aseo gramatical. ¿Es que no hay alguien en el PSOE o en el PP o en el Bloque o en las vocingleras mareas que tenga la caridad de instruir a este alcalde, a esa alcaldesa, a aquél presidente de Diputación, a ese concejalillo, acerca de conceptos tan básicos como el desdoblamiento de géneros, o los géneros inclusivos, o la diferencia entre género y sexo? ¿Pero es que en las parroquias políticas no hay siquiera un sacristán que se atreva a decir a los curánganos que, tanto en gallego como en castellano, los infinitivos no sustituyen a los tiempos directos? A este paso, a la ya asentada sinonimia que afecta al adjetivo «político» (bribón, ladrón y otros asonantes) habrá que incorporar el término «analfabeto». Es bien triste la cosa.
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