Noriega celebra un año como alcalde con un «pinchazo» en su fiesta-mitin

Ni la presencia de la número tres de Podemos supuso un impulso a la asistencia

Carolina Bescansa entrega a Martiño Noriega el programa electoral de Podemos EFE

DARÍO DOMÍNGUEZ

Hoy se cumple un año desde la toma de posesión de Martiño Noriega como alcalde de Santiago. Aquel sábado 13 de junio el regidor compostelano tuvo una ajetreada agenda, puesto que entregó el bastón de mando de la vecina localidad de Teo para recoger el de la capital gallega. Sin tiempo para mucho más, se dirigió al parque de Belvís para partir en una concurrida romería —algunas estimaciones cifraban los asistentes en más de 1.000— en la que se celebraba su para muchos inesperada llegada al poder.

Un año después, en el mismo escenario y en plena campaña electoral, el entusiasmo ciudadano se ha visto drásticamente reducido. Del millar de participantes se pasó a poco más de medio centenar , la mayoría ediles del Gobierno local, familiares y allegados de los mismos. Creció el número cuando llegó la comitiva formada por los candidatos de En Marea a las Cortes. De hecho, ni la anunciada intervención de la número tres de Podemos en el mitin, Carolina Bescansa, animó a los simpatizantes para acudir y evitar el «pinchazo» en la cita. De hecho, la dirigente del partido de Pablo Iglesias no llegó a tiempo de un evento anterior en Orense y no pudo participar en los discursos. Para cuando llegó, ya en horas en los que sus socios se encontraban degustando el pulpo, dejó la imagen curiosa de la jornada al regalarle el programa electoral en versión catálogo comercial al regidor populista . Bescansa ejemplificó el caso de Santiago como el de una ciudad que «expresa que, cuando todos nos ponemos de acuerdo, sí es posible llevar a cabo el cambio político», en un año en el que «toca reiniciar el sistema político del país y trasladar a las instituciones esa mayoría social que ya existe».

En su intervención, Martiño Noriega convirtió a sus ediles en una suerte de sacrificados hombres y mujeres que «sacrificaron sus espacios de comodidad» para comprometerse con la ciudad y meterse «en el Pazo de Raxoi, con las bombas cayendo por los alrededores».

El alcalde no perdió la oportunidad de arremeter contra sus antecesores en el cargo y recordar un año de «paternidades y maternidades de cuestiones que no nos tocaban». Noriega presumió de cumplimiento del programa electoral , aunque matizó que «ha sido un tiempo de desbrozar y sembrar, para empezar a partir de ahora a recoger los frutos» para alcanzar el objetivo de «cambiar el estado anímico de la ciudad».

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