Las negociaciones para acabar con la crisis del transporte vuelven a naufragar

Los sindicatos acusan a Ethel Vázquez de falta de «seriedad»; y la patronal de verter «falsedades» sobre su reforma

Una panel en la capita galleg alerta a los usuarios de la huelga MUÑIZ

MARIO NESPEREIRA

Las negociaciones para solventar la crisis del transporte dan, por cada paso adelante, dos hacia atrás. Los avances exhibidos en las últimas jornadas se han desplomado como un castillo de naipes, después de que la Xunta y los agentes del sector volvieran a demostrar que aún están muy lejos del entendimiento .

Las reuniones se suceden a contrarreloj. Falta tiempo y sobran obstáculos para que el renovado plan del autobús entre en vigor en agosto con un mínimo de consenso. La Consellería de Infraestruturas retomó ayer el diálogo con los sindicatos , con el objetivo de cerrar un acuerdo para la subrogación de los trabajadores y tratar de incrementar el dinero asociado a las rutas.

No tuvo éxito. Los representantes de las centrales saludaron los avances en materia laboral, pero pusieron de relieve la falta de «seriedad» mostrada por el departamento de Ethel Vázquez . Esperaban recibir de manos de la conselleira la «suficiente documentación» como para debatir la viabilidad económica de las concesiones. Según la secretaria de acción sindical de UGT, Beatriz Meilán, presente en la reunión, la respuesta de la administración fue «global», sin pormenorizar los detalles que pueden blindar el empleo. Todo se reduce a una cuestión de garantías: los sindicatos recelan de las contempladas en la actual reforma. El responsable sectorial de la CIG, Xesús Pastoriza, señala que no es posible asegurar la inviolabilidad de las plantillas si se va a reducir el número de autobuses en circulación.

Pastoriza, tras una tentativa de acuerdo que fue «muy mal» , lamenta que el Gobierno gallego esté dando bandazos en su estrategia de negociación: «En veinte años que llevo en esto —añade—, no he visto nada igual. La Xunta es muy poco seria».

La respuesta de la Consellería es tajante al respecto. Destaca sus ímprobos esfuerzos por regular hasta el más mínimo detalle de las concesiones. Como prueba, el documento hecho público el pasado martes, en el que la Xunta se compromete a velar por el «equilibrio económico» de los contratos y a reconocer el derecho de las empresas a posibles compensaciones. Por otro lado, Ethel Vázquez confirmó que su equipo trabaja para elevar el presupuesto adherido a las líneas.

Puentes rotos

Si la interlocución con los sindicatos no da frutos, menos aún con la patronal. Infraestruturas y la patronal están tan alejados en sus posturas que el margen para el pacto se da por imposible. Más aún por una cuestión de fechas: el Consello de Goberno impulsará hoy el plan para que a comienzos de la próxima semana se abran los concursos de adjudicación de las rutas . La administración repite que su modelo no tiene «marcha atrás» y que, en consecuencia, prorrogar la entrada en vigor de la reforma hasta después de agosto pondría en jaque la legalidad del transporte por autobús. «Han puesto tantas líneas rojas que no sé por qué hemos abierto las mesas», reconoce Carlos García Cumplido, presidente de Transgacar. «El plan tiene múltiples deficiencias, no es solo dinero, que también, sino el peligro de desaparición de las pequeñas empresas en el rural». La suya es una de las federaciones que ayer emitió un comunicado contra la conselleira, acusándola directamente de vertir «vacilaciones» y «falsedades» sobre el conflicto .

El motivo de la indignación fue la cancelación de una reunión —otra— a tres bandas, prevista inicialmente durante la mañana y desconvocada momentos antes de que diera comienzo. De ahí su decepción, «al constatar que Vázquez está totalmente entregada en la defensa de su plan» . Es, añaden, «un proyecto que solo apoya ella, elaborado en gran parte por consultoras próximas a la Consellería y que perjudicará gravemente a trabajadores y empresas».

Hoy se espera otra escenificación. El Consello Galego de Relación Laborais tratará de mediar para que los sindicatos y la patronal lleguen a un acuerdo por los convenios colectivos. Las federaciones acuden «sin expectativas» : desconocen los efectos que tendrá la implantación del plan sobre sus cuentas.

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