Más de 200 antidisturbios blindan la capital gallega ante la protesta okupa
La protesta en Santiago se convocó a través de las redes, pero no tiene permisos
Una legión de antidisturbios llegados de Vigo y La Coruña blindarán hoy el centro de la capital gallega ante la protesta convocada por colectivos pro-okupas tras el desalojo de un local en la zona vieja de la ciudad el pasado 30 de mayo. Según fuentes policiales confirmaron a ABC, serán alrededor de 180 los efectivos de las Unidades de Intervención Policial (UIP) los que se desplazarán a Compostela para controlar una convocatoria que, se espera, sea masiva pese a no contar con los permisos obligados que debe otorgar la Delegación de Gobierno. «Hasta este momento —tarde de ayer— nadie se ha puesto en contacto con nosotros para solicitar la licencia», indicaron fuentes de la institución.
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Aunque sin poder aproximar un número de asistentes, desde la Policía sí tienen claro que la protesta superará a la que la pasada semana convirtió las calles de las almendra santiaguesa en escenario de una batalla campal y que se saldó con seis agentes heridos —cinco de ellos siguen de baja— por el lanzamiento de piedras, tapas de alcantarilla y palos. Las consecuencias de esta violenta reyerta, que se desencadenó por el cierre de un local privado okupado desde hacía tres años, tuvieron una importante repercusiones en el ámbito político ante la tibieza con la que el gobierno populista de Martiño Noriega respondió a los disturbios. Según el concello, la actitud de los okupas fue «modélica», por lo que el desalojo no estaba justificado. Sindicatos y Xunta negaron la «desproporción de la actuación policial» esgrimida por el Concello, pero una semana después de que el alcalde criticase la intervención que puso freno a la acción violenta de más de un centenar de encapuchados, la cuerda sigue igual de tensa.
«Echar gasolina al fuego»
Ayer mismo, y ante la previsión de la protesta de hoy, el concejal Xan Duro reprochó la reunión que el portavoz del PP en la ciudad mantuvo con el subdelegado del Gobierno en La Coruña para conocer el dispositivo que tratará de poner coto a un nuevo episodio de violencia en las calles. El edil de Noriega tildó este encuentro de «espectáculo asqueroso» y acusó al PP de «echar gasolina al fuego» por su actitud respecto al desalojo. Por su parte, los populares de la capital indicaron que Noriega perdió la ocasión de posicionarse «del lado de los buenos» y afearon al regidor «su negativa del a firmar una declaración institucional y a convocar la junta local de seguridad» de cara a esta convocatoria ilegal.
Además de los 180 antidisturbios que se desplegarán en el entorno de la Alameda santiaguesa, epicentro de la protesta, numerosos agentes de la Unidades de Prevención y Reacción (UPR) los apoyarán en las labores de control de los asistentes. Fuentes policiales advirtieron a este medio de que los llamamientos a través de las redes sociales podrían llegar a movilizar a numerosos afines llegados de distintas ciudades españolas, incluidos algunos de los participantes en los disturbios del Gamonal (Burgos) en 2014. De ahí que la orden sea extremar los controles para evitar un nuevo capítulo de violencia como el que el pasado 30 de mayo derivó en la quema de contenedores que pusieron en riesgo algunas viviendas particulares y el lanzamiento de mobiliario urbano que llegó a incluir las sillas de algunos locales del casco antiguo.
Conocedores de la protesta que hoy a partir de las 21 horas mantendrá la ciudad en vilo, algunos hosteleros de la zona no descartan retirar los muebles de las terrazas ante la posibilidad de que acaben siendo utilizados como arma arrojadiza. Por su parte, desde el sindicato SUP —mayoritario en la Comunidad— defienden el despliegue policial aunque esperan que la manifestación se desarrolle de manera pacífica y no haya que lamentar, de nuevo, agresiones a los agentes implicados.
Guerrilla urbana
En el caso de las reyertas del pasado martes, los organizadores llegaron a distribuir entre los participantes en la marcha una suerte de manual aleccionando sobre cómo comportarse en caso de detención. El folleto indicaba, entre otros puntos, que se negasen a declarar ante los agentes «para no meter la pata». Los efectivos desplegados en esa intervención detectaron entre el grupo más violento, formado por un centenar de jóvenes con la cara cubierta, acciones propios de una guerilla urbana que se materializaron en el uso de palos a modo de lanzas y en la dispersión por las callejuelas de la zona antigua de la ciudad de varios grupos bien organizados que cargaron directamente contra los policías. Una persona fue detenida por atentado contra agente de la autoridad.