Plenario de la confluencia

En Marea perpetúa su crisis interna

Villares salva por la mínima el intento de Beiras y sus afines de apearlo del liderazgo

Luís Villares, ayer, durante la votación LAVANDEIRA JR/EFE

MARIO NESPEREIRA

Luís Villares se mantiene; la fractura que divide a En Marea en casi dos mitades, también. Es la síntesis del plenario que la confluencia organizó ayer en Santiago, y que estaba llamado a superar las rencillas entre la dirección oficial, encabezada por el magistrado en excedencia, y el bloque heterogéneo de los críticos, inspirados por Xosé Manuel Beiras e integrado por miembros de Podemos, Izquierda Unida, las mareas locales y la dirección de Anova. La s onada ausencia de Martiño Noriega y Xulio Ferreiro en la cita solo contribuyó a reforzar la imagen de un proyecto resquebrajado sin haber cumplido un año de vida.

Aún así, Villares y su equipo lograron esquivar por la mínima las dos grandes amenazas para su liderazgo . El más importante tuvo que ver con su supervivencia en la primera línea del partido. El sector alternativo impulsó una reforma de la ejecutiva para crear una portavocía rotatoria y desalojar al jurista del liderazgo en octubre. Fracasaron, pero el resultado de la votación dejó al trasluz las dos almas que parten las aguas de la Marea: 241 votos a favor, 209 en contra. El partido tendrá una única cara visible, la Portavocía Nacional, escoltada por otros cuadros orgánicos de segunda fila. Para los rivales de Villares, esta no es sino la confirmación de que el proyecto camina hacia las estructuras de un partido clásico. Lo resumió en las redes sociales Iago Martínez, jefe de gabinete del alcalde de La Coruña, y hacia quien viran todas las miradas cuando se producen enfrentamientos de este tipo: «Con solo 30 votos —escribió—, la coordinadora crea la portavocía con atribuciones de secretaría general: ahogan» .

Entonces ya no estaba Beiras presente en el Palacio de Congresos. Su llegada —tardía, cumpliendo la tradición— se produjo mediada la mañana, momentos antes de que el plenario diera paso al otro gran asunto de la jornada: el relatorio político, la brújula que deberá guiar el trabajo del partido de aquí hasta el próximo cónclave. La votación — 255 papeletas a favor y 194 en contra — fue el termómetro que marcó el devenir del resto del plenario: ya permitía pronosticar una ajustada victoria de los «villaristas».

«No nos obliguéis a escoger»

Durante la última semana, la dirección oficial hizo un intento de acoplar las tesis radicalizadas de «Recuperar En Marea», el sector de Beiras , a su propia hoja de ruta. La idea era trasladar un esfuerzo del oficialismo por la unidad y la integración, antes de que los inscritos pudieran acusar a Villares de ser un líder representativo solo de una parte. Los esfuerzos fueron baldíos. La ejecutiva aseguró que había tomado como propias la mayoría de las demás tesis, pero la facción contraria no validó el intento. Nada más lejos. «Es una propuesta chapucera de integración», llegó a enunciar Antón Dobao, el encargado de defender las propuestas alternativas.

Villares, centrado en dotar al partido de un perfil más institucional, intentó deshacer la bipolaridad: «No nos obliguéis a escoger (...), podemos tenerlo todo» , proclamó elevando el tono, ante el aplauso enfervorecido de sus afines. Fue tras ese momento cuando Beiras pidió la palabra para dirigirse al plenario. La mesa de la organización se la negó, y remitió la petición a una «caja» en la que se debían registrar por escrito todas las peticiones de intervención. Los «villaristas» volvieron a aplaudir y se desencadenó uno de los episodios más tensos del día.

Igual de crispado fue el debate sobre la carta financiera. Finalmente, y de nuevo contra la opinión de los críticos, En Marea decidió elevar el salario máximo de sus cargos a 3.000 euros al mes —homologable a la nómina de Noriega— como compensación por retirar su propuesta de «lucro cesante», pensada para aquellos afiliados que han perdido dinero por su ingreso en la política.

Después del pulso

En Marea sale de su asamblea con las heridas abiertas en canal. Uno de los muñidores de «Recuperar en Marea», Rafa Dopico, lamentó que la organización esté presa de «una división prácticamente a la mitad». «Las sensaciones no son buenas», declaró, después de ver «cómo queda la foto de este espacio».

En un intento de enviar a la desesperada un mensaje de cohesión, Villares aprovechó la clausura para enfatizar que no quedan «ni perdedores ni ganadores» tras la batalla. No obstante, el líder de la confluencia deslizó algún que otro recado para sus rivales: «Todo el mundo tiene que tomar nota de lo ocurrido hoy» . De una forma o de otra, será lo más probable.

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