SUCESOS
Limpiando el nombre de Diego Bello
La familia del joven coruñés al que mató la policía filipina afirma que no pararán hasta restablecer su honor y que los responsables paguen por su muerte
A Bruno Bello las palabras le brotan directamente del corazón:«Voy a luchar personalmente contra quien se ponga por delante y hasta el final. Ahora mismo no tengo nada que perder, porque no me pueden quitar más de lo que ya me quitaron, que fue matando a mi hermano». A Bruno Bello, como al resto de su familia, la vida le dio un vuelco el pasado 8 de enero, cuando recibieron la noticia de que Diego había muerto en Filipinas , donde llevaba dos años y medio residiendo. «El impacto más duro y más fuerte es el de la muerte», rememora en conversación con ABC cuando han transcurrido casi dos meses. «Cuando después nos dicen las circunstancias, el motivo supuestamente por el que asesinaron a mi hermano, esas circunstancias no nos las creímos desde el minuto cero».
La policía filipina retrató a Diego Bello como un capo de la droga al que habían cercado tras una larga investigación que había concluido de forma fatal para el joven de 32 años, emprendedor y deportista, amante del surf y el buceo, y natural de La Coruña:acribillado a balazos por las fuerzas del orden. Supuestamente, tras haber sacado una pistola del calibre 45 al verse acorralado en una falsa compraventa de droga ; una trampa tendida por la policía de General Luna, en la isla de Siargao. Una operación antidroga con triste desenlace, se aseguró desde el país asiático. Bello llevaba encima cocaína y 600 dólares, aseguraron los responsables policiales.
«El informe policial (...) no tiene la extensión ni de un folio», rechaza Bruno. «Dicen que fue a una hora y nosotros tenemos pruebas de que fue a una hora completamente diferente. Que mi hermano llevaba una riñonera y tenemos imágenes de cámaras de seguridad, hay fotos, de que mi hermano no llevaba ningún tipo de riñonera», va desgranando el hermano de la víctima. «Es todo una patraña mal montada y que estamos intentando poco a poco desmontar. Sabemos que nos levará tiempo, pero esperemos que al final lo acabemos consiguiendo».
La familia, pasado el estupor inicial de las noticias vertidas desde Filipinas, lleva inmersa desde entonces en una cruzada para «limpiar el nombre» de Diego, como subraya su hermano, en quien recaen las labores de portavoz — «a mis padres decidí yo dejarlos al margen porque es algo muy doloroso de hacer; desde primer momento tomé yo el mando del asunto»—. Una pelea en la que empiezan a ver cierta luz:«Van saliendo noticias que nos van dando poco a poco la razón. Estamos un poco esperanzados de poder encontrar la justicia que se merece mi hermano y de seguir luchando», explica Bruno, quien remite al reciente informe toxicológico que demuestra que Diego no había consumido drogas en los últimos siete meses. En paralelo, la policía filipina «cambió de versión varias veces» . El siguiente paso es «esperar» al resultado de las diversas investigaciones abiertas en el país asiático, tanto por parte del Gobierno local como de la Embajada española.
Bruno Bello admite que no es fácil «saber que es todo una mentira y que estás peleando contra un país entero, un país corrupto, que mata a la gente porque sí, que no respeta los derechos humanos». Pero no ha sido este el trago más doloroso. «Lo más duro para mí fue el tiempo en que el cuerpo de mi hermano estaba en Filipinas y no sabíamos si lo íbamos a poder tener entre nosotros en uno o dos días o en tres semanas; cómo iban a reaccionar allí», recuerda. «Cuando lo pudimos enterrar y nos despedimos de él fue como un antes y un después . Ahora lo tenemos aquí y vamos a luchar». Una lucha con el componente «doloroso» de «pelear contra mucha gente» que, dando por buena la versión de la policía filipina, tenga a Diego Bello por alguien que, bajo la superficie de una serie de negocios legales, traficaba con cocaína. «Pero la gente que lo conocía y cercana a nosotros no se creyeron eso, desde el minuto cero», rebate. «Fueron dos golpes», el asesinato y el presunto historial delictivo, «pero uno fue mínimo porque la gente que no lo conocía, no me importa su opinión;y la gente que lo conoce, ya sé cuál es».
En manos del Estado
La familia de Diego Bello quiere restablecer su honor, pero en la misma medida, que «los responsables (...) paguen por esto». Destaca un nombre: Vicente Pañuelos, el jefe de la policía de General Luna, con rango de capitán. «Es el que firma el atestado policial», explica Bruno, que asegura que el documento está «lleno de incongruencias». Cita las declaraciones de Pañuelos, quien aseguró que «llevaban tres meses siguiendo» al coruñés, sin a cambio aportar fotos, vídeos o llamadas «hablando de drogas». El teléfono no estaba intervenido ni hubo registros en sus locales ni en su vivienda. «Es todo una mentira tan grande como nunca vi en mi vida», denuncia.
Auxiliados por su abogado, Bruno es consciente, en cualquier caso, de que «al final el Estado español es el que tiene que exigir responsabilidades a Filipinas. Nosotros no podemos pedirle nada. Nos tiene que dar voz el Gobierno». Viene a su mente el caso José Couso; confía en que no se dé una situación similar. «Nos sentimos respaldados hasta el momento», valora el trato institucional . El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, fue el primero en llamar. «Un trato muy agradable, muy personal, muy directo. Se portó muy bien». Elogia también la atención de la alcaldesa Inés Rey. Y recuerda cómo los abrumó el respaldo de la ciudad en la concentración organizada en el Obelisco. «Se me cortó la respiración...». Con más de 17.000 firmas de apoyo en Change.org, ayer recabaron más en el estadio de Riazor —Diego jugó en el Deportivo—. En Facebook han creado el grupo «Xustiza para Diego Bello». No están dispuestos a tirar la toalla: «Destrozados, pero sacando fuerzas de donde no las hay para seguir luchando por él».
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