José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO
Anestesista con coche oficial
Losada por las mañanas busca fotos y titulares allí por donde puede, y por la tarde se cisca en el Twitter para intentar confrontar con el presidente de la Xunta y hacer apología de lo bueno buenísimo que son Sánchez y su Ejecutivo
En el pasado, cuando gobernaba la malvada derecha corrupta en este país, los delegados del Gobierno solían ser figuras que se dedicaban a tareas eminentemente de gestión y coordinación sobre el territorio. Evitaban los charcos porque de ellos se exigía una lógica neutralidad. Carecía de sentido que estas figuras se dedicaran a la confrontación con el ejecutivo autonómico de turno, porque su tarea estaba más centrada en la logística policial que en la pelea política. Dominaba el perfil bajo, incluso cuando el PSOE de Zapatero (¿se acuerdan de aquella izquierda un poco menos sectaria y un algo más leída que la actual?) ocupaba la Moncloa. Hacían su trabajo con el mayor ánimo de eficiencia evitando ruídos.
Pero como con otras tantísimas cosas (RTVE, la Fiscalía General del Estado, el CNI, el CIS, etc.), con Pedro Sánchez las cosas cambiaron. Optó por irse al hogar del político jubilado para rescatar a Javier Losada, que andaba poniendo inyecciones como buen anestesista de carrera, y entregarle la Delegación del Gobierno. No era la persona ansiada por Gonzalo Caballero, y se nota, porque ambos compiten a brazo partido por ver quién ejerce mejor de mamporrero del Gobierno en esta catastrófica gestión de la crisis del coronavirus. Siendo poco extraño en el líder del PSOE gallego, lo es más en alguien como el delegado del Gobierno, del que habría que esperar otro estilo.
Tampoco nos engañemos. El currículum de Losada es el que es . Tiene en su haber dos hitos políticos relevantes: perdió la mayoría absoluta del PSOE en La Coruña (y necesitó del BNG para aferrarse cuatro años a la alcaldía), y en las siguientes elecciones entregó el bastón de mando al PP de Carlos Negreira. Luego pululó por las Cortes hasta que su flor se marchitó y volvió al hospital. Sánchez se acordó de él (debió de jurarle lealtad con mayor devoción que Caballero Jr.) y le dio cargo y coche oficial. A cambio, Losada por las mañanas busca fotos y titulares allí por donde puede, y por la tarde se cisca en el Twitter para difundir rumores sobre la fecha de las elecciones, intentar confrontar con el presidente de la Xunta y hacer apología (pero mucha, oigan) de lo bueno buenísimo que son Sánchez y su Ejecutivo. Indudable libertad de expresión, pero cuestionable en alguien que debe ser neutral. Aunque si Tezanos o Rosa María Mateo no lo son, ¿por qué va a serlo él?
Y mientras tanto, algún ridículo como que los núcleos de población de menos de 5.000 habitantes pudieran abrir en Asturias porque así lo decide el delegado del Gobierno de allí pero el de aquí estuviera mirando por la ventana. O que su homólogo del Principado no titubeara para permitir como actividad esencial el funcionamiento de la antigua Alcoa mientras aquí no se sabía, no se contestaba. Por no hablar de cómo otras Comunidades pudieron abrir mercados mientras aquí no se sabía qué hacer, o el papelón de la pesca deportiva. Pero todo da igual. Siempre se puede hacer una nota de prensa disparando a la Xunta, y pelillos a la mar .
No cabe esperar mucho de la Delegación del Gobierno salvo una réplica a pequeña escala de quienes ostentan responsabilidades en Moncloa y alrededores. Porque ¿no se le ocurrió a Losada manifestar públicamente que cuando la Xunta distribuía mascarillas pasadas de fecha lo hacía acogiéndose a una orden ministerial de Sanidad que así lo permitía? Entre los muchos grafiquitos que sube a sus redes, ¿no tenía a mano esa disposición del Ministerio? No, debía estar ocupado «consiguiendo notoriedad gratuita, desviando información, estableciendo agenda desde la insignificancia intelectual, política o argumental» . Losada dixit.
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