Hacia una Galicia libre de «puntos negros»

Infraestruturas activa una estrategia para eliminar en 2020 los 52 tramos de concentración de accidentes

Tráfico en Santiago de Compostela MIGUEL MUÑIZ

MARIO NESPEREIRA

Apenas suponen el 1,6 por ciento de la longitud de la red autonómica de carreteras, pero concentran el 18,1 por ciento de los siniestros con víctimas mortales . Bastan solo dos cifras para evidenciar la peligrosidad de los Tramos de Concentración de Accidentes (TCA), de ahí que la Xunta se haya marcado un objetivo prioritario para el 2020: eliminarlos todos. Y para ello tiene un plan.

La Consellería de Infraestruturas ha aprobado una estrategia a medio plazo con el fin de revertir los riesgos para la seguridad vial en cada uno de los 52 «puntos negros» que se han registrado en Galicia. Para ello, ejecutará un total de 98 actuaciones puntuales y desembolsará una partida de 12,3 millones de euros.

La misión principal es hacer que los trazados se encuentren en el mejor estado posible . Para la Consellería, se trata de aplicar el concepto de carreteras «que perdonan», capaces de dar una segunda oportunidad a los conductores que cometen un error en estos tramos. En ese sentido, el Gobierno gallego ya ha activado su Plan de Seguridad Viaria 2016-2020 para reducir a la mitad la cifra de muertes de 2011; y dentro de éste, se pondrá en marcha una hoja de ruta para suprimir los TCA, concentrados la mayoría en la provincia de Pontevedra (76%), seguida de La Coruña (21,2%) y Lugo (1,9%). Orense no cuenta con ninguno.

Las actuaciones más habituales suelen ser la instalación de glorietas para canalizar el tráfico, o mejorar la señalización vertical y la visibilización de los pasos de cebra . Aunque también la Xunta intervendrá para reducir la velocidad en ciertas travesías, reordenar los accesos a las propiedades privadas o eliminar todas aquellas barreras en las orillas que, en caso de colisión, pueden poner en peligro la integridad de los pasajeros. «Para cada punto concreto de cada tramo, hay que ver qué soluciones debemos aplicar», explica Fernando Menéndez, director de la Axencia Galega de Infraestruturas.

Las experiencias pasadas animan al optimismo. El responsable autonómico relata que estas intervenciones «suelen tener una efectividad grande». En los últimos años, las obras permitieron acabar con algunos «puntos negros» en carreteras de Cambados o Culleredo, donde no se ha vuelto a registrar un accidente con víctimas desde hace seis años . Aún así, Menéndez es prudente y apunta a que de un año a otro pueden surgir nuevos trayectos de riesgo. «Hay que irlos persiguiendo, ya tenemos claro que la estrategia es ir contra él, y lo seguiremos haciendo hasta que no haya ninguno».

Las primeras actuaciones ya están en fase de redacción, y cuentan con un presupuesto de 7,5 millones de euros . Se programarán entre 2018 y 2019 en 8 calzadas de 15 ayuntamientos. En paralelo, la Xunta seguirá aplicando las medidas de su Plan de Refuerzos del Firme y el Plan de Sendas de Galicia, pensado para incentivar el tráfico peatonal y el uso de la bicicleta.

El país de las carreteras

La medida parte del convencimiento de que las carreteras son algo más que una conexión entre dos puntos. Son, al contrario, la «columna vertebral» que articula un territorio de núcleos dispersos y cada vez más despoblados. La Comunidad es la segunda de toda España en número de kilómetros en superficie, solo superada por Canarias, aunque les separa muy poca distancia. En los últimos años, además, la extensión de las carreteras gallegas no ha dejado de aumentar: en 1990, la longitud era de 15.338 kilómetros, mientras que en 2016 ya se alcanzaron los 17.443 (+15,7%).

Pero, no se puede decir que esa expansión haya dado lugar a un incremento proporcional de los accidentes. En este aspecto no se refleja una tendencia clara: Galicia registró 1.227 siniestros en el 2012; un nivel similar a los 1.254 notificados durante el pasado año. De igual modo sucede en el número de víctimas mortales , que oscila anualmente alrededor de los 45 fallecidos.

La casuística más importante sigue siendo la colisión entre vehículos —representa casi la mitad de los accidentes—, las salidas de vía o los atropellos de peatones . Aunque en los últimos años las autoridades han venido detectando que un importante repunte de sucesos que se desencadenan por despistes al volante, frecuentemente por el uso indebido del teléfono móvil. Tanto, que ya se considera la «primera causa de siniestralidad en Galicia», como detalla Menéndez. La del móvil, dice, es «una práctica gravísima» que puede acarrear consecuencias nefastas. Porque detrás de toda cifra siempre se esconde una realidad.

Hacia una Galicia libre de «puntos negros»

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