Análisis

Autonómicas más que inciertas

Gonzalo Caballero, este lunes en Santiago MIGUEL MUÑIZ

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La buena noticia, a golpe de martes, es que hemos dejado atrás una campaña innecesaria para unas elecciones generales cuya repetición es consecuencia de la soberbia de Pedro Sánchez. La mala es que desde hoy mismo estamos en la precampaña de las autonómicas de otoño del año próximo, y los resultados de este 10-N han dibujado un escenario incierto , en el que casi todo es posible, aunque algunas cosas menos que otras.

Lo obvio es que la victoria con remontada del PP gallego de Alberto Núñez Feijóo deja a medias a los conservadores. Sí, era importante recuperar la primera posición en Galicia para arrebatarle ese discurso al PSdeG de Gonzalo Caballero, y además inyectarle ánimo a la tropa, el mejor agente electoral de los populares cuando se activan. Pero siendo esto cierto, hay una notable distancia entre los 470.000 votos del PP este 10-N y los mínimos guarismos necesarios para revalidar la mayoría absoluta . En 2016, Feijóo logró 676.000 apoyos, 15.000 más que cuatro años antes. En su primer asalto a la Xunta, en 2009, sumó 760.000 votos.

Tras este 10-N hay detectados 177.000 reubicados en otras fuerzas de centro-derecha. Los 63.000 de Ciudadanos podrían interpretarse como los más proclives a recalar en el PP, toda vez que el futuro de los naranjas es incierto, después de la debacle de estas generales y la falta de referentes en Galicia. Y dado que el grueso de votantes más escorados a la derecha ya ha volado hacia Vox, se entiende que ese voto naranja se enmarca dentro de los más moderados . Ahí habría un caladero para el PP.

Más compleja parece la pedagogía a realizar ante el elector de Vox, que si por algo se ha caracterizado es por una fidelidad férrea, casi en sintonía con su desatención hacia las falsedades, medias verdades y medidas demagógicas con las que Abascal trufa su discurso, más allá de las apelaciones patrióticas. Esos 114.000 «voxtantes» es probable que, al menos en parte, respaldaran a Feijóo en unas autonómicas. ¿Volverán a hacerlo cuando Abascal y Ortega Smith insistan en que su objetivo es echar a Feijóo de la Xunta y liquidar por capítulos la idiosincrasia gallega ?

Otro caladero popular, por increíble que parezca, es el propio PSdeG , que con sus 460.000 del domingo está acercándose a los números de 2009, cuando Touriño perdió la Xunta. Hay un determinado votante de centro-izquierda que antes de asistir a una amalgama de siglas, una ensalada de PSOE, BNG, Podemos, Esquerda Unida, Equo y quién sabe más, prefiere mantenerse en la órbita moderada del PPdeG , pero siempre y cuando este partido explicite su distancia radical con Vox y no juegue a ambigüedades ni alianzas. ¿Cuántos votos hay en este espectro? Los demóscopos expertos sabrán.

Quedan once meses en los que veremos al líder del PPdeG mucho más en la calle, probablemente palpando el sentir ciudadano, antes incluso de desvelar la incógnita de su futuro. A día de hoy, lo más probable es que repita , principalmente porque el partido no tiene «plan B», y Feijóo no concibe dejar en la estacada a su organización con tan escaso margen.

Lo que parece que toma forma es la estrategia del PPdeG respecto a Vox y sus dirigentes: la confrontación en lugar de la connivencia. Galicia no aspira a ser Madrid ni Murcia, a efectos de gobierno. A Feijóo le salió bien en 2016 con Ciudadanos, apostando a conquistar el grueso de sus apoyos, como así fue. Con Vox la tarea se antoja más compleja por las diferencias discursivas e ideológicas. Ahora, no obstante, en el PP son conscientes de que no hay alternativa. Siquiera coquetear con Vox movilizaría a la izquierda y les expulsaría del regionalismo transversal que hoy ocupan. Así que el PP y Feijóo se preparan para ir a una nueva guerra sin aliados ni más argumentos que lograr una dificilísima absoluta .

Mientras tanto, la izquierda, celebra de manera anticipada lo que cree que es un inminente cambio de ciclo político en Galicia. Haría bien en no perder de vista que se avecina una crisis económica y el Gobierno de Sánchez va a exhibir una desconocida debilidad ante Cataluña. Y eso la derecha siempre lo rentabiliza.

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