Feijóo preside su último Consello: «No voy a defraudar a Galicia»

El presidente en funciones, tras casi 600 ruedas de prensa, comparece por última vez desde San Caetano, en el episodio definitivo de la larga despedida de su tierra

Feijóo, ayer, en el ala de San Caetano reservada a la Presidencia que ha ostentado 13 años MIGUEL MUÑIZ
Pablo Pazos

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El Consello «especial», el «derradeiro» —término difícilmente traducible al castellano, pero verdaderamente oportuno, cuando se solapan las ‘últimas’ veces en este largo adiós a Galicia de Alberto Núñez Feijóo—, arrancó este jueves con la solemnidad habitual, por más que él y todo su gobierno estén en funciones; y acabó de forma distendida, en torno a una mesa con pinchos y bebidas habilitada a la entrada del Salón Grande de San Caetano. En medio, Feijóo, que prometió ser «breve», despachó en menos de media hora los asuntos abordados con su gabinete, entre los que no faltó el clásico cambio de titularidad de una infraestructura (le tocó a Rábade). Y como epílogo, otro discurso de despedida, más sereno que el de hace exactamente una semana en Raxoi; e «improvisado» ante la demanda, en la ultimísima cuestión del turno de preguntas, tras «casi 600 comparecencias» , de que hiciera balance de sus mejores y peores momentos al cabo de 13 años en el poder.

Sobre la marcha, enhebró los motivos que le hacen sentir «más satisfecho». Dio cuatro. En primer lugar, que «no tuve más compromiso», dijo, «que servir a Galicia ; no tuve ningún otro interés que servir a Galicia y no tuve ninguna hipoteca de ninguna forma que servir a Galicia». Le produce especial orgullo, añadió, «mantener mi independencia de criterio, mi independencia de acción y mi independencia de decisiones». «No tuve ningún tipo de interferencia», insistió, « que no fuera servir a Galicia incondicionalmente».

La que ha presidido durante más de una docena de años, prosiguió, se erige en «una de las comunidades autónomas más cordiales de España», y esto conecta con su segundo motivo de orgullo:que, de todas las regiones con nacionalismos en el Parlamento, posee «la sociedad menos fracturada». En tercer lugar, presumió de los «datos educativos y los datos sanitarios». Y en cuarto y último lugar, le enorgullece «dejar un país fiable y un país solvente económicamente» , que «acredita» que se puede «proteger los servicios públicos» y, al tiempo, «mantener saneadas las cuentas»;blindar la autonomía política y la financiera. «Me voy, probablemente, en el mejor momento político, con las mayores cotas de bienestar, y también las mayores expectativas económicas, a pesar de la situación sombría que padece la economía española en su conjunto», valoró. Ya lo subrayó el día que formalizó su dimisión, con aquel «me voy tranquilo». Por añadidura, insistió en que trabajó para no «dividir», sino «servir a todos», le votaran o no.

Fue menos prolijo Feijóo a la hora de echar la vista atrás y analizar qué hizo «mal». « Todo aquello en que me equivoqué », resolvió a la gallega, «evidentemente no lo hice bien». «A veces», comentó, «por no tener información adecuada»;y otras, concedió, «porque no tuve la cintura» necesaria para «cambiar de opinión». «En fin, evidentemente, durante tanto tiempo, uno comete equivocaciones». Le sumó un propósito de enmienda que le cogerá ya en Madrid, pero sin olvidar Galicia, que siempre será «consustancial». Para cualquier gallego, pero más para él, presidente en cuatro mandatos con otras tantas mayorías absolutas. « Esto acompaña a uno durante toda la vida; no solo vital, sino política» , certificó.

¿En Moncloa?

Tendiendo la vista al futuro, aseguró que si llega el momento en que ostente «responsabilidades adicionales», en alusión velada a presidir el Gobierno, lo que incluirá «decidir cuestiones sobre Galicia», garantizó que «no voy a defraudar» a su tierra. No lo ha hecho, aseguró, y no lo hará en el «futuro», aunque eso «ya dependerá del conjunto de los españoles» . Y no se extendió más en lo que, para quitarle hierro, calificó jocosamente de «testamento vital».

Rebobinando al momento que se colocó por última vez ante al atril, sus primeras palabras fueron para resaltar ese cariz y tener unas palabras de cariño con la prensa, ante la que admitió que «a veces seguro que no fuimos todo lo puntual que intentábamos, y otras veces, nos alargábamos más de lo que estaba previsto». Después le tocó comunicar los ceses de MartaVarela , como directora xeral del Gabinete de la Presidencia, y Mar Sánchez Sierra, como secretaria xeral de Medios. A ambas agradeció públicamente su «esfuerzo personal» estos años, que prolongan siguiéndole a Madrid. «Me despido hasta siempre o hasta luego. Hasta que ustedes quieran», cerró, esta vez sí, su última comparecencia.

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