Alberto Varela - Crónicas Atlanticas

La edad del pavo

Las Mareas se quejan de lo injustos que son los adultos con ellos, pero al final no les queda otra que hacer lo que decía mamá

Anadie le extraña la prepotencia del adolescente que culpa a los demás de los errores propios. Difícilmente los oirán decir «tengo mucho que aprender» porque la capacidad de reflexionar y reconocer los fallos llega —si la cosa va como debe— en la edad adulta. Esto vale también para la política porque algunos representantes públicos se comportan como chiquillos, y no por una cuestión de edad, sino de inexperiencia. Peinan canas, pero actúan como si estuviesen aún en el instituto. Les falta solo la carpeta forrada con las fotos de la «Superpop».

Todo esto viene a cuento por la reacción tan poco madura de la Marea al informe de la Valedora que recoge las quejas de los compostelanos por la inacción municipal ante los problemas con los sin techo.

¿La «xente do común» quejándose del gobierno del pueblo? ¡No puede ser! Hay palos para todos, muchas protestas de Sanidad o del traslado del 112... pero mira por donde que al único al que le ha sentado el texto como una patada en el trasero ha sido al alcalde de Santiago, que ha interpretado las quejas como un ataque personal.

Y ojo, porque finalmente a Compostela Aberta no le ha quedado otra que hacer lo que le sugería Milagros Otero: llevar a la Fiscalía la situación para que valore incoar incapacitaciones para las personas que malviven en el centro de la ciudad, sufren todo tipo de adicciones y fallecen tirados en la calle mientras rechazan ayuda de los servicios sociales. Como el adolescente, las Mareas primero protestan y se quejan de lo injustos que son los adultos con ellos, pero al final no les queda otra que hacer lo que decía mamá, porque ella era la que sabía lo que había que hacer. La voz de la experiencia marca el camino, pero el bajar las orejas escuece. Como buenos rebeldes, nunca reconocerán que la Valedora do Pobo tenía razón.

¿Cuándo dejarán atrás la edad del pavo? Los rupturistas están empeñados en quemar leña verde en la lareira y después se quejan de que no pueden respirar. ¡Cuánto podrían aprender del refranero popular!

Noticias relacionadas

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación