Durante el confiamiento

El cortometraje que narra la historia de un hombre con alzhéimer que pensaba que los aplausos eran para él

Un emotivo vídeo de animación que resume, en menos de dos minutos, cómo Hermann Schreiber y su cuidadora, Tamara Sayar pasaron el confinamiento con una armónica

Una imagen del cortometraje en la que se puede ver a Hermann Schreiber, y a Tamara Sayar CEDIDA

Estefanía D. Carruébano

El confinamiento fue un momento muy duro para todo el país. Durante los más de dos meses en los que España permaneció en su casa esperando una nueva normalidad que ya es una realidad para los gallegos. Aún así, siempre hay historias para recordar, algunas más alegres, otras agridulces. La de Hermann Schreiber , un hombre con alzheimer que tocaba la armónica en su ventana de Vigo, es una de las que se quedan en la retina nada más escucharlas. O, mejor dicho, verlas. Hace varios meses, al principio del estado de alarma, su cuidadora le grabó mientras tocaba en la armónica . A las 20 horas, como todos los días, sus vecinos salían a aplaudir y él pensó que, como estaba tocando la armónica, la ovación iba dirigida a él . Ese fue el comienzo de un nuevo sueño para este anciano. Todos sus vecinos terminaron conociendo a este hombre y, poco a poco, la ovación, además de para aquellos que luchaban en primera línea contra la pandemia, empezó a ser también para Hermann.

La emoción que este vecino de Vigo mostraba en el vídeo embriagó a todo un país. En ese momento, sin que nadie lo supiera, empezó a gestarse un cortometraje de animación dirigido por Jordi García . Cuando vio el vídeo de Hermann, reconoce, «eran ya la una de la madrugada y no pude dormir en prácticamente toda la noche». La historia le marcó tanto que, alrededor de las seis de la mañana, «me levanté y me puse a escribir el guion porque necesitaba ponerme en el lugar de este hombre». Una vez tuvo ese primer guion en las manos se lo envió a su equipo de trabajo. « Todos estuvieron encantados, aceptaron el reto a la primera », sostiene García.

Y así fue. Al día siguiente, un gran equipo de trabajo estaba ya inmerso en un corto que cuenta la historia de un hombre que toca el violín en un teatro . Es joven y hace que el público se levante de su asiento y lo vitoree nada más sonar la última nota. Sin embargo, el escenario cambia y se ve a un hombre mayor, en su ventana, violín en mano, deleitando a todo su vecindario. Las manos aplauden a Hermann Schreiber o, al menos, al personaje en el que se inspiró el equipo del estudio de animación « 23Lunes ».

La reacción de Schreiber

« Le cuesta reconocerse », confiesa para este diario Tamara Sayar , su cuidadora. Ella fue la persona que lo animó a salir a su ventana a tocar la armónica. «Es la hora, vamos», le animaba. «Fue una mentira piadosa, pero poco a poco se fue convirtiendo en una realidad que a él le animó mucho , porque estaba un poco apagado antes del confinamiento», celebra para para ABC. «No fue intencionado», continúa diciendo, «solo que él también quería participar en los aplausos, porque no sabía muy bien qué era lo que estaba pasando y, cuando empezó a «jugar» con armónica - como a Hermann Schreiber le gusta decir -, para él se volvió una ovación».

La cita ya no es a las ocho. Su público no sale a las ventanas como antes ni le aplauden a las 20 horas como solían hacerlo . Pero él continúa jugando con su armónica. «Sale al balcón y toca, aunque más bajo, más para él que para otros», se emociona Sayar, «es un acto íntimo que él hace para sí mismo». Ya empieza a olvidar su segundo idioma, el español, aunque el alemán aún lo domina. «Su enfermedad empeza a hacer que olvide ciertas cosas, pero hay muchas canciones que aún recuerda», sostiene la cuidadora. « No es de extrañar , estuvo desde los cinco años tocando, aprendió de manera autodidacta», sentencia emocionada.

«Arte en lugar de Erte»

El cortometraje está siendo un éxito. Desde la productora «23Lunes» no paran de recibir mensajes emocionantes y reacciones sin parar. Así lo cuenta García: « Es muy gratificante ver que el trabajo está gustando a la gente ». «Al principio fue complicado hacer un corto a distancia pero luego nos acostumbramos a hacer microreuniones... La verdad que enseguida nos pusimos manos a la obra», recuerda Angee Marcazzan , productora del corto. Algo que también ratifica su compañera de equipo, Eva Santos , cuando asegura que «se trata de algo muy sofisticado, con mucho trabajo, pero la animación española merece el éxito que está teniendo, sobretodo por los tiempos tan rápidos en los que puede trabajar».

Además, agradecer al director del corto su valentía a la hora de volver a trabajar en momentos de tanta incertidumbre, cuando había mucho tiempo libre y poco trabajo por delante: «Jordi - García - apostó por una premisa: apostar por el arte para intentar evitar el erte », sentencia Marcazzan con cierta emoción.

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