Coronavirus Galicia

El virus, el poco presupuesto e internet lastran unas rebajas que comienzan sin aglomeraciones

Algunas colas para cobrar la lotería y personas en busca de gangas

Un establecimiento cerrado durante la primera jornada de rebajas D. G.

David Gómez

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Las gafas empañadas fruto de la mascarilla no dejaban ver demasiado bien las ofertas a algunos clientes que paseaban por el Ensanche de Santiago este jueves, primer día de rebajas. Es una jornada extraña, de mezcla de personas y sensaciones: se unen el fin de la Navidad con los adornos navideños todavía presentes . Se juntan los niños y adolescentes que apuran sus vacaciones con personas que aprovechan la jornada de compras. Y este año se une también la presencia del virus, con todos los efectos en aforos y en el poder adquisitivo de los ciudadanos ya conocidos.

Al menos este jueves ha salido el sol, para acompañar esta jornada marcada en rojo todavía para algunas personas, que no sucumben a las ofertas online y al comienzo de rebajas durante la propia jornada de Reyes . Con todo, en la combinación de ambos formatos está la clave de muchos: «Ayer ya compré alguna cosa en Amazon», explica Daniel, que da un paseo por el centro de la ciudad sin descartar alguna compra. «¿Cuál te gusta, la negra?», pregunta una señora a su acompañante en el escaparate de una zapatería.

Pero por mucho Amazon que haya, el imperio Inditex sigue demostrando su fuerza. Las únicas colas en tiendas de ropa se registraban en el mediodía de este jueves 7 de enero en Zara, donde alrededor de media docena de clientes esperaban a entrar. Es una jornada también de cambios de los regalos de Reyes que no han gustado, o incluso para volver a comprar esa prenda que ahora está rebajada 5 o 10 euros.

Porque en realidad el otro gran éxito de este 7 de enero son las Administraciones de lotería . Es la resaca del Sorteo del Niño, lo que provoca clientes ávidos por cobrar sus premios. Uno, dos y hasta tres décimos contabiliza una señora en la cola de la de Porta Faxeira, una de las más concurridas de Santiago. Estaban en un bolsillo, a buen recaudo. Detrás, otro señor contaba con otro décimo. Misma escena en otro despacho del centro de Santiago, con colas de personas que quieren recibir cuanto antes ese pellizco del segundo sorteo más importante del año.

Por lo demás, la tónica era la de la tranquilidad: sí, había gente, más que en una jornada normal, pero no existían problemas de aglomeraciones y los clientes formaban colas para pagar en tiendas como Bershka que, por lo menos en esta primera jornada, eran asumibles. Se mezclaban con decenas de clientes, muchos de ellos jóvenes, removiendo con rapidez esas prendas con precios «desde 9,99 euros».

Porque comprar una buena ganga no hay pandemia que lo impida. El problema para este periodo de descuentos es que ya existen otros como el Black Friday, o las continuas rebajas que realizan algunas marcas, que hacen que pierdan protagonismo. Así lo constata el presidente de la Federación Gallega de Comercio, José María Seijas: «Ahora no es como antes, no se ven grandes aglomeraciones , no hay una asistencia ni demanda concentrada en estos días«, afirma a Ep.

Ya fuera de la zona comercial, en la zona vieja de Santiago, mucha tranquilidad. Bares y terrazas casi vacías, calles poco concurridas y una Praza do Obradoiro con pocas personas, haciendo ideal la zona histórica para un buen paseo matutino. Los niños jugaban en los parques aprovechando el sol, no suficiente para retirar el hielo de las zonas con sombra. Aún hay que caminar con precaución en algunas zonas, en las que la sal buscaba evitaba resbalar.

Un día de rebajas atípico, que cada vez es menos ese día tan especial, de colas y carreras, debido al impulso del comercio electrónico y azuzado por una situación sanitaria que no está para muchas celebraciones . El no poder acudir desde la periferia a los comercios de las ciudades perimetradas es otro palo. Ni siquiera la incertidumbre de unas nuevas restricciones en los próximos días, con Santiago en el foco junto a La Coruña por su situación, han empujado a los compostelanos a los comercios. De los efectos de más medidas avisaba Seijas: «Si hay nuevas restricciones a la movilidad, u otras, sería nefasto, se va a complicar aún más la economía».

Y es que incluso algún comercio estaba vacío: en «The Cott», un establecimiento de ropa, estaban en pleno proceso de barrer la tienda. Precisamente, es lo que busca el pequeño comercio que no pase: ser barridos ante descuentos imbatibles por parte de las grandes marcas y por una pandemia inclemente con los pequeños empresarios. La Federación prevé un gasto de entre 40 y 60 euros por gallego.

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