Coronavirus Galicia
El pasaporte Covid divide a los bares gallegos
A pie de calle hay quien se siente más seguro y quien lo ve muy divisivo. La acogida también es dispar en la hostelería, aunque los interlocutores de la Xunta avalan la medidad
Los principales argumentos en contra, invadir la privacidad del cliente, estigmatizar el sector y discriminar en base a un certificado que no todos pueden obtener
Entre los argumentos a favor, reclutar a más jóvenes para los cribados y conseguir un espacio más seguro
«Quería ir al baño de un bar al salir de trabajar y no me dejaron entrar por no tener PCR», cuenta Antía, una joven viguesa. Desde el pasado mes, primero en el ocio nocturno, y después, en la hostelería, en aquellos concellos en nivel de restricciones alto o máximo, no deben dejar pasar a nadie sin una PCR negativa o un certificado de vacunación o que exponga haber superado la enfermedad en los últimos seis meses. Sin ello, toca consumir en la terraza.
Y Vanesa, María y Faustina, que están vacunadas de la primera dosis, están hartas de hacerlo. « Estamos desayunando, comiendo, cenando a la lluvia », explican estas murcianas cuyas vacaciones en Galicia no están siendo tan agradables como esperaban.
María Ponce y Francisco Rodríguez toman un café en una terraza de Frei Rosendo Salvado, en Santiago. Por voluntad propia, porque están vacunados. La pareja confronta: « Yo me siento más seguro », dice él. «Pues a mí esta medida me parece mal», responde ella. «Es discriminatoria. En teoría somos libres de vacunarnos o no, pero luego te lo imponen ». Ambos se ponen de acuerdo en una cosa: es más simbólico que eficaz.
Siguiendo el trayecto por la capital gallega, entra al debate Javier Areán, un comercial que lleva meses teletrabajando para su empresa de Londres. « La mentalidad aquí lleva seis o siete meses de retraso », dice, sorprendido. «La gente en Galicia tiene muchísimo miedo. Si coges Covid, nadie se pregunta: ‘¿Qué tal estás?’, sino ‘¿quién te lo pasó?’. Hay mucho estigma, me sorprende cómo se ataca a los jóvenes». Él desayuna en la terraza, porque no ha podido acceder al interior. «No voy a vacunarme por ahora. Quiero hacerlo, pero voy a esperar un año a ver cómo evoluciona la vacuna. La gente, cuando lo digo, me ataca, es todo muy visceral ». Para Areán, este tipo de medidas «solo aumentan la división social , me preocupa».
En la Zona Vieja, dos peregrinos discuten con el dueño de un bar. « Me paso más tiempo explicando la medida que trabajando », comenta Jesús Prieto, que regenta una pizzería en Rúa do Vilar. «Los peregrinos te miran, dicen ‘¿pero qué medida es esta?’ y se lo toman mal». Los más afectados, para él, son las « familias vacunadas que, por el hijo de 16 años, se tienen que ir », explica. Si dentro de su local hay espacio para 100 personas, en la terraza tienen cuatro mesas. «Es que aún por encima, estamos al 50%», lamenta. « Estamos perdiendo muchísima clientela ».
Ángeles Navia, que toma un aperitivo con su madre, se encoge de hombros cuando se le pregunta si la medida es discriminatoria: « La prioridad es la salud y la seguridad . Lo siento, pero todas las medidas son bienvenidas». El camarero que la atiende, Manuel Hernán, entiende la norma y la cumple a rajatabla, pero no las tiene todas consigo: «Alguna gente reacciona mal. Sobre todo, gente de 50 o 60 años, vacunados que no tienen el certificado y no les podemos dejar pasar». Nunca ha tenido problema con gente joven.
«A mí, lo que me fastidia, es no poder entrar a un bar cuando yo no he tenido la posibilidad de vacunarme », dice Salva Rande. Para él, es impensable hacerse una PCR cada tres días. Su amigo Nico Piñeiro podría entrar, porque ha superado la enfermedad. « Tenemos más ventajas que los que nunca han enfermado », reflexiona este peregrino.
Debate entre los hosteleros
La medida surgió de un acuerdo entre Xunta y la Asociación Hostelería de Galicia. «No estamos ni de acuerdo ni en desacuerdo. Nosotros lo que queremos es que no nos cierren », resume Cheché Real, presidente de la Asociación. «Fue lo único que pedimos cuando repuntaban los contagios. Cerrar otra vez era la ruína del sector», explica el representante al teléfono, recién llegado de una reunión con el ocio nocturno. «Que, precisamente, sí están cerrados y por tanto enfadados».
«La hostelería es un espacio seguro», concuerdan los representantes del gremio consultados, y frenar la pandemia, el objetivo fundamental. La discusión está en si las medidas adoptadas para ese fin son las adecuadas. «Con esto, lo que hacemos es seguir dotando de garantías al cliente para que confíe en la hostelería», expone Real. Pero para la Asociación Monumental de Lugo, que ha impugnado esta medida ante el TSXG, «no responde a criterios sanitarios y no es proporcional».
Los hosteleros coinciden: la medida se está aplicando y la clientela obedece . En un bar, no obstante, dejan pasar a esta redactora sin mostrar el certificado. «No te voy a pedir nada», dice la propietaria. «Hay que ser solidario. En la terraza te vas a empapar».
Argumentos en contra
Los hosteleros del casco viejo lucense no han conseguido, por ahora, que se tumbe este requisito. Luis Latorre, su presidente, expone que «supone conflictos relativos a la intimidad de las personas» y ve contradictorio que «se exige a los clientes pero no a los trabajadores». Hosteleiros e Autónomos de Ferrolterra (HAF) avisan de que esta medida « vuelve a criminalizar» al sector , mientras «el principal foco de contagios para los expertos, el botellón, sigue sin ser controlado », añaden los lucenses. «Y cuanto más saques a la gente de los pubs, más los empujas a ello».
Desde la HAF opinan que, con más del 70% de la población gallega vacunada y con una presión hospitalaria «que se mantiene estable», «no tiene sentido restringir aún más los espacios donde sí se cumplen las pautas higiénico-sanitarias» y, por ello, apuestan por «todo lo contrario, es decir, ir levantando las restricciones que permitan una vuelta paulatina a la normalidad», recoge Ep.
Finalmente, Latorre expone que es una medida que prohíbe el paso arbitrariamente a quién no ha tenido opción de vacunarse . «Se nos piden aforos en el interior, medidores de CO2, gel, distancia... ¿Qué lógica tiene que pidas un certificado no al alcance de todos?».
Argumentos a favor
El propio presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, explicaba en sus redes que se motiva a los jóvenes a acudir a los cribados . En referencia a los datos personales, fuentes de Sanidade afirman que no hay conflicto legal, en tanto que «la información sólo podrá ser solicitada en el momento del acceso. No se conservarán estos datos ni se crearán archivos con ellos».
En cuanto a la supuesta discriminación, Cheché Real considera que es un falso dilema, porque los jóvenes siempre pueden hacerse una PCR. Algo que, para Latorre, no es realista. Según el propio Real, impugnaciones como la de Lugo Monumental pueden acabar causando el cierre de la hostelería, algo que sería «para colgarles», pero a Latorre el cierre le suena «a amenaza constante», que sirve para justificar «medidas de cara a la galería» .
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