Confinamiento Ourense
Primer día de cierre en Orense: «Esto ya se divide entre los que abogan por la salud o por que la vida siga»
Los vecinos, volcados con la hostelería ante las nuevas restricciones de aforo y con dudas respecto al efecto de la fórmula
![Una cafetería de la orensana calle del Paseo, este jueves](https://s3.abcstatics.com/media/espana/2020/10/08/cafeteria-kX3C--1248x698@abc.jpg)
«¿¿¿Culpables de que??? Véxote nos viños [te veo en los vinos]». La pancarta, en letras negras sobre fondo amarillo y de unos quince metros de largo, se erige a modo de protesta, pero también de reivindicación, en uno de los cuatro costados que configuran la Plaza Mayor de Orense. La elección del emplazamiento no es casual : en ella se encuentra el Ayuntamiento de la ciudad. Y ante la sede consistorial tuvo lugar en la mañana de este jueves una concentración de un sector hostelero cada vez más harto de las restricciones que asfixian su menguante economía. Todavía más ahora.
La ciudad de As Burgas y el municipio colindante de Barbadás recibieron esta medianoche el segundo cierre perimetral decretado en Galicia desde la entrada en vigor de la «nueva normalidad». Tres meses después de que el pasado julio la Xunta decidiera cerrar la comarca lucense de A Mariña por las mismas razones, el sostenido aumento de contagios por coronavirus en el área orensana llevó al Gobierno autonómico a repetir la operación en la capital provincial y la localidad vecina para contener la escalada.
La Xunta, que en las ultimas semanas ha venido aplicando otras medidas inéditas en la ciudad (como la prohibición de reunión entre no convivientes), cuenta con el aval del precedente anterior, que en conjunción con otras restricciones como los límites de aforo y de reunión dio aparentemente resultado al cabo de algunas semanas. Poco a poco, la curva de casos comenzó a caer. La fórmula funciona, y desde San Caetano, más aún tras el acuerdo (a regañadientes) con Sanidad para establecer cierres de municipios de más de 100.000 habitantes que reúnan una serie de parámetros de infección y ocupación de UCI, se espera que no resulte una excepción en la capital orensana, epicentro del virus en Galicia en estos momentos.
Pese a todo, el ánimo de la gente parecía orientarse esta mañana más hacia las estrecheces de unos comerciantes y hosteleros al límite de su capacidad para seguir en pie que hacia el cierre de ambas localidades. Algunos, incluso, lo desconocían. A la sombra de la pancarta, desplegada precisamente ante la terraza de un bar de la Plaza Mayor, una mujer tomaba un aperitivo en una de las pocas mesas ocupadas cuando el reloj marcaba las dos de la tarde. «Al final se está culpabilizando a estos negocios de algo que habría que atajar por otro lado» , opinaba Yolanda. Unas palabras en general muy acordes con lo que parecía ser el sentimiento predominante de los vecinos, volcados con el sector en torno a las dudas de si realmente los contagios se producen en sus establecimientos y de qué manera. Dentro del bar, una camarera cargaba contra el alcalde, a pesar de que las restricciones emanan de la Xunta y no del Ayuntamiento (si bien las respalda): «Que salga a dar explicaciones, que es un cobarde».
Además del cierre de la ciudad, la jornada puso en marcha una nueva batería de restricciones a la hostelería : las cafeterías ya no podrán servir en interior, y en exterior el límite de clientes de un mismo grupo será de cinco personas, siempre y cuando habiten en la misma unidad familiar. Los restaurantes, en cambio, podrán atender de puertas adentro, pero también con el máximo de cinco comensales y con la condición de que sean convivientes.
La diferencia de medidas entre uno y otro tipo de establecimiento era un ejemplo de la confusión que ha acostumbrado a imperar en el sector. «Cambia todo tan rápido que ya ni nos da tiempo a organizarnos. Tenemos que hacer la previsión de suministros y productos que necesitamos para el día siguiente y últimamente acabamos con excedentes», lamentaba Silvia Aguirre, copropietaria de la Cafetería Central, en la calle del Paseo, una de las principales arterias comerciales de la capital orensana que esta mañana lucía menos transitada que de costumbre, según aseveraban algunos comerciantes de la zona. Un panorama que sobre todo se reflejaba en el aspecto de las terrazas, donde por lo general no se superaban las dos o tres personas por mesa.
División
Respecto a la medida de cierre, división de opiniones. Había a quienes les parecía acertada porque tras la prohibición de reunión entre no convivientes y en un ejercicio de picaresca, algunos orensanos se desplazaban a municipios cercanos para quedar. A otros, en cambio, les parecía que la dirección no era la más acertada para contener el virus y se decantaban por otras, como la ampliación del número de rastreadores . «Nosotros al principio sí que preguntábamos si eran o no convivientes, pero lo dejamos de hacer a los tres días porque es inútil, no hay manera de certificarlo si no es poniendo un policía en cada terraza», apuntaba Aguirre, quien también se mostraba contrariada por el hecho de que el transporte público, por ejemplo, vaya lleno.
Por lo pronto, las fuerzas policiales instalaron dispositivos conjuntos en algunos puntos de acceso a la capital provincial para informar de las nuevas medidas a los conductores, aunque sin mayores incidencias. Todo, en definitiva, se reduce desde hace tiempo a la visión que exponía Isabel, dueña de una tienda de moda femenina: «Esto ya es entre los que prefieren la salud y los que abogamos por que se proteja a la población más vulnerable, pero que la vida continúe». «Pero, claro, es todo demasiado complejo», matizaba, tal vez consciente de la dificultad que ello entraña.
Noticias relacionadas