Condenan a veinte años al octogenario de Narón juzgado dos veces por asesinar a su mujer

El Tribunal Superior de Galicia ordenó repetir el juicio por falta de motivación de la sentencia inicial. El jurado volvió a encontrarlo culpable. La Audiencia hace público el nuevo fallo

El acusado, durante la repetición del juicio el pasado noviembre EFE

J. L. J.

Dos veces culpable de asesinato. A sus casi ochenta años, Juan Fraga Allegue se levantó la mañana del 29 de diciembre de 2015 y, aprovechando que su mujer estaba sentada al borde de la cama, la atacó salvajemente por detrás golpeándole la cabeza primero con la pared y posteriormente acuchillándola en la cara y el cuello. «Fue literalmente degollada». Juan y Caridad, que así se llamaba la víctima, llevaban más de cincuenta años casados. Tras el apuñalamiento, el agresor desordenó la habitación y escondió joyas para simular un robo, se lavó la sangre que manchaba su ropa y manos, limpió el arma homicida y se dispuso a fabricarse la coartada del asalto.

Esa mañana de hace casi dos años, se dejó ver por distintos establecimientos de la ciudad de Narón consciente de que sería grabado por cámaras de vigilancia. Cuando volvió a su casa horas más tarde alertó a sus vecinos del hallazgo del cadáver de Caridad, que no solo no había muerto en el acto sino que «sufrió un indeterminado periodo de dolor y agonía», estableció posteriormente la sentencia. Fraga Allegue intentó engañar a sus vecinos -que no recordaban discusión alguna de la pareja- e inicialmente lo logró con sus dos hijos , pero con la Policía no lo consiguió y fue detenido a los pocos días.

Este martes se hizo pública la pena de veinte años de prisión que la Audiencia Provincial de La Coruña impone a Fraga Allegue por el asesinato de su mujer . Es su segunda condena por este crimen, después de que el Tribunal Superior de Justicia de Galicia ordenara la repetición del juicio en la Audiencia, que ya lo sentenció en enero de este año . El Tribunal aceptaba así un recurso de apelación de la defensa, entendiendo que ni el dictamen del jurado ni el posterior fallo de los magistrados estaban lo suficientemente motivados. La vista volvió a celebrarse en noviembre y el pasado dos de diciembre otro jurado volvía a encontrar culpable al octogenario. Ahora, la Audiencia reitera los veinte años de prisión.

Ludopatía atenuante

El relato de los hechos recogido en la sentencia divulgada ayer arroja detalles que rodearon la brutal agresión. Juan Fraga «mantenía una relación sentimental con otro hombre, lo que no era visto con buenos ojos por su esposa Caridad y provocaba problemas en el matrimonio». Su propia hermana testificó durante el juicio que había visto a la víctima «triste y agotada» dos meses antes de su violento final, y que ésta le había comentado «que Juan tenía deudas por las maquinas y que le había dicho que le iba a dar en la cara, que le iba a cortar el pescuezo y 'sachar' (cortar) la cabeza».

La sala considera que concurre el agravante de parentesco en un caso claro de violencia de género «que presenta unas notas muy singulares de brutalidad y ruindad», si bien añade «la circunstancia atenuante de la ludopatía» , una «anomalía psíquica» que «alteró levemente la capacidad de querer y entender» del condenado. La propia familia ya apuntó al móvil económico durante el juicio, apuntando a que el crimen pudo ser cometido «para evitar las consecuencias patrimoniales de una eventual crisis conyugal» derivadas de la «desmedida adicción del acusado a los juegos de azar».

Durante la repetición del juicio, los investigadores policiales desmontaron la coartada de Fraga Allegue respecto al supuesto asalto con robo en su vivienda que él quiso escenificar. No había constancia de denuncias por robos en la zona del suceso, la vivienda no había sido forzada y los hipotéticos ladrones de joyas dejaron a la víctima con las que llevaba encima, además de olvidarse el dinero en efectivo de las carteras. El decorado de la habitación desordenada contrastaba «con la limpieza de otras». Un agente encontró en la lavadora la ropa utilizada en el crimen, perfectamente limpia, húmeda y con olor a suavizante. Pero se olvidó de un gorro, en el que se encontraron rastros de sangre.

La única versión de Fraga Allegue fue negarlo todo.

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