Entrevista | Neurocientífico

Charles Gilbert: «Los genes influyen sobre rasgos como el ser más o menos religioso, o las ideas políticas»

El estudio de trastornos como el autismo centra la vida de este investigador que se sienta con ABC para revelar los secretos de la mente humana

Gilbert posa con la costa coruñesa de fondo minutos antes de la charla con ABC MIGUEL MUÑIZ

PATRICIA ABET

Charles Gilbert dirige el laboratorio de Neurobiología de la Rockefeller University. El cerebro es la pasión de este reconocido investigador que cada día se levanta a las 4 de la mañana para trabajar y seguir avanzando en el estudio de un órgano en el que radican las respuestas a muchos de los males que asuelan la sociedad actual.

—El cerebro humano sigue siendo una gran caja llena de secretos aún por desvelar. Se está trabajando en ello, pero ¿sobre qué porcentaje han logrado arrojar luz?

—Hemos avanzado mucho en el conocimiento del cerebro, pero es muy complicado dar una cifra. Lo importante es que nuestra idea de cómo funciona el cerebro ha evolucionado mucho a lo largo del tiempo. En el siglo XV creíamos que las funciones en el cerebro estaban muy localizadas y especializadas, como el caso del área de Broca y el lenguaje. Ahora hemos descubierto cuál es la circuitería que sustenta esas funciones y eso ha permitido entender el cerebro como algo más fluido y relacionado.

—Usted ha demostrado que alteraciones en estas conexiones de las que habla son las que generan enfermedades como el Alzheimer o la esquizofrenia. ¿En este hallazgo puede radicar la base de una curación para este tipo de patologías?

«Los Institutos de la Salud americanos aportan cada año 30.000 millones de dólares a la biomédica»

—Está claro que este conocimiento tan básico de los circuitos neuronales nos va a llevar a cambios en la práctica clínica. Llevará al descubrimiento de nuevos fármacos y también, es posible, a generar programas de ordenador que ayuden a practicar un tipo determinado de entrenamiento o que cambien nuestros hábitos, y eso mejorará alguna de estas enfermedades. En el caso del autismo, parece claro que tiene una base perceptiva y que este tipo de aproximaciones, que son como un sueño para los neurocientíficos, finalmente llegarán.

—Habla de programas de entrenamiento para activar el intelecto. Existen expertos que defienden la necesidad de que la gente tenga activo su intelecto para ralentizar este tipo de demencias. ¿Hay que mantener el cerebro activo?

—Es una pregunta tan interesante como difícil de responder porque te encuentras con una dicotomía, la de saber si es el entrenamiento el que ayuda a tu cerebro o si eres una persona que ya tenía de partida una reserva cognitiva grande y por eso puedes permitirte el lujo de perder una poca durante el envejecimiento sin que se note.

—Cada neurona recibe 10.000 conexiones a la vez y es capaz de discriminar, en función de la situación en la que se encuentre, entre unas y otras. ¿Cuál es su relación con el autismo?

«Es la filantropía privada la que apoya nuevas técnicas»

—Sí, esta es una dinámica cerebral a corto plazo. Podemos suprimir entradas irrelevantes para la tarea que estamos llevando a cabo. En el caso del autismo, lo que creemos es que tienen una capacidad menor de suprimir esa entrada irrelevante, eso genera una cacofonía de entradas que los satura y por eso las personas con autismo se retiran del mundo.

—La carga genética en esta enfermedad es muy importante...

—Sí, de hecho muchos de los genes que producen autismo provocan también esquizofrenia, pero no se conoce por qué, por ejemplo, un gemelo llega a desarrollar la enfermedad y el otro no. Los genes también determinan rasgos del comportamiento muy complejos como el ser más o menos religioso o las ideas políticas —más conservadoras o más liberales—, que también tienen cierta dependencia genética.

—Sus investigaciones requieren de un importante apoyo económico. En su caso, ¿de dónde proviene?

—La principal fuente de financiación son los Institutos de la Salud que en Estados Unidos aportan 30.000 millones de dólares al año para cubrir las investigaciones biomédicas. Pero es bastante conservador, tienes que investigar sobre seguro para conseguir estas subvenciones. Eso deja poco espacio a nuevas ideas. Es la filantropía privada la que mete mucho dinero para potenciar nuevas técnicas, rupturistas con lo ya establecido.

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