Malou Pérez, la francesa que acogerá a niños en una aldea de Galicia

Después de enviudar y sacar adelante a sus hijos, esta mujer de origen iraní decidió ayudar a menores que se habían quedado huérfanos. Su idea es construir una casa donde ofrecer alojamiento y una nueva oportunidad

Malou Pérez vendió todo lo que tenía en Madrid para sacar adelante su proyecto filantrópico Guillermo Navarro

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Hay vidas, como las de ‘ Abu Malou ’, que no se entienden sin entrega ni generosidad. Esta francesa que se siente española amenaza con enfadarse si se revela su edad, «pero soy abuela, eso puedes decirlo», replica entre risas. Prefiere usar el apellido de su marido, Pérez, «el españolito, el amor de mi vida», del que enviudó a comienzos de los ochenta, cuando sus tres hijos biológicos -hoy frisando los cincuenta-apenas contaban 8, 6 y 4 años. Sus orígenes están en Oriente, así como el persa que es su lengua natal, aunque su castellano roza la perfección. Y en él expresa su nuevo deseo vital: recuperar una aldea abandonada en la Galicia rural para convertirla en un hogar en el que acoger niños, una de sus pasiones.

Cuando sus tres hijos eran adolescentes, ya en los noventa, los concienció de la necesidad de ayudar a otros niños que no tuvieran su fortuna. Intentó adoptar a pequeños sin familia, víctimas inocentes de la guerra en los Balcanes. La fortuna le llegó en Irán . A distancia, se hizo cargo de tres hermanos que perdieron a sus padres por el colapso de su casa. «Eran de un pueblecito abandonado del mundo». Los chicos tenían a su cargo «a un abuelo casi ciego y una abuela con artrosis», y entendió que la mejor ayuda que podía darles era costearles su mantenimiento. Hoy, «el mayor es médico, el segundo es farmacéutico y la tercera es pediatra».

Malou ha ayudado a varios niños en situaciones difíciles a salir adelante mediante educación y trabajo

Quiso más. De nuevo en Irán, adoptó a otros dos niños «cuando todo el mundo me lo desaconsejaba» por traer una infancia muy dura y difícil. «Lo habían sufrido todo , drogas, prostitución, violación, crímenes», pero «mi idea era que no tenían futuro tal y como habían empezado sus vidas, por tanto, ¿qué podía perder adoptándolos?». «Han dormido en sábanas limpias, hemos viajado por toda Europa, se escolarizaron en Madrid, aprendieron idiomas y hoy son decentes y felices».

Un lugar tranquilo

Malou no se conformaba y quería todavía más. Intentó una nueva adopción, en esta ocasión de una niña afgana, «pero todo el mundo me dijo que no, que era muy mayor y que debía ir a un lugar tranquilo y con un centro de salud cerca». Les tomó la palabra. Enamorada desde hacía años del Camino de Santiago, tuvo que ser la pequeña inmobiliaria de María Enríquez en El Franco (Asturias) la que le localizó una aldea a la venta en A Pontenova (Lugo), a las orillas del Eo. Vendió todo lo que tenía en Madrid y firmó la compra hace apenas unos días. ¿El precio? «El de un pisito en un barrio muy muy así de Madrid», bromea, «yo no soy ninguna millonaria». Se necesitan obras, y para asumirlas se deshará de sus joyas.

Ahora solo espera la llegada del constructor que levante su sueño. El que sea. Irá por partes. Primero, una gran casa principal con seis dormitorios en la que se compagine la acogida de niños con el turismo rural , y así costear el mantenimiento del complejo. Pero tan pronto se pueda, su sueño es transformar la pequeña aldea de Vides en un lugar que desborde vida y cultura, donde quepan artistas jóvenes en busca de una oportunidad, esa que ella dio a tantos niños como pudo. Quiere algo diferente, que convierta su refugio en especial, y su idea es una piscina con peces naturales. Hay ‘Abu Malou’ para rato.

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