El otro 'ferry' Argelia-España: 700.000 euros al día en viajes de ida y vuelta

El jefe, sirio, controlaba células en Sudán, Liberia, Libia, Argelia y Almería. Ganaba cientos de miles de euros. Pero cometió el error de trasladar su base de operaciones a nuestro país. Desde marzo está en prisión, como otros 12 miembros de su red inmigración ilegal

Lanchas rápidas, pilotos sirios y ayuda de españoles: así funcionaba la red de inmigración más importante de Europa

Uno de los detenidos, ya con los grilletes puestos Policía Nacional

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La alarma había saltado en 2017. Europol –por tanto, también la Policía española– tenía información de que había un sirio afincado en Libia, del que solo se conocía su apodo, 'el que viene de Damasco', que introducía a decenas de compatriotas suyos en nuestro país de forma irregular desde Argelia a través de las costas de Almería. El dato era preocupante, entre otras cosas porque por esa ruta ya habían llegado a nuestro país algunos de los 'foreing fighter' de Daesh más peligrosos de los que han sido detenidos en Europa.

Sin embargo, trabajar solo con ese dato era imposible para la Policía, porque con Libia no hay canales estables de colaboración y con Argelia las relaciones no son tan fluidas como antes. Por tanto, había que esperar a que surgieran otros nuevos para poder activar una investigación. La oportunidad llegó en julio del pasado año, cuando los agentes de la UCRIF de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras tuvieron noticias de que un tipo que respondía a ese apodo se había afincado en Almería. En abril pudieron judicializar la investigación.

Primero había que comprobar que el sospechoso se dedicaba al tráfico de seres humanos. Lo segundo, diseñar una investigación para neutralizar su red que, según quedó claro desde las primeras gestiones, operaba con células asentadas en varios países.

Una operación de esa complejidad, con ramificaciones en varios estados, necesita aliados. La Policía los encontró en Alemania, Noruega y Bélgica, no por casualidad. España, al fin y al cabo, era un país de tránsito hacia esos otros, de modo que sus Fuerzas de Seguridad eran las más interesadas en neutralizar la amenaza.

Ese interés internacional no se produjo en un primer momento. De hecho se materializó cuando la Policía germana constató que un buen número de sirios que llegaban a su territorio de forma irregular habían sido identificados previamente en España, que ya investigaba la trama.

Y es que en la primera fase de las pesquisas la trama liderada por 'el que venía de Damasco' no tenía demasiados inconvenientes en que sus 'clientes' fueran reseñados por la Policía española una vez que estaban en nuestro territorio. A medida que avanzaron las pesquisas y los agentes alemanes y también noruegos empezaron a detectar a los inmigrantes irregulares, eso cambió y la red tuvo que adaptarse.

Captaba a compatriotas

El trabajo policial consiguió desentrañar los entresijos de la organización. 'El que venía de Damasco' era quien captaba a sus compatriotas y les organizaba el viaje hasta Argelia, pasando por Sudán, Liberia y Libia antes de que embarcaran en Argelia hasta las costas españolas.

Cuando llegaban a Libia les ocultaban en pisos de seguridad de la organización, lo mismo que sucedía en Argelia. Y por supuesto les facilitaban la documentación necesaria para que pudieran pasar esas fronteras sin mayores problemas.

'El de Damasco' había diseñado un 'modus operandi' casi perfecto. En Argelia llegó a acuerdos con otros traficantes de seres humanos en problemas en ese momento a cambio de meter también a sus 'clientes' de ese país en las embarcaciones y repartir beneficios. En Almería lo hizo con un grupo de nueve españoles, algunos con lazos familiares –también con antecedentes policiales– y todos relacionados con la mar. Conocen la costa a la perfección y proporcionaban la logística necesaria.

Un policía en el momento de la detención de uno de los sospechosos Policía Nacional

Esta gente, buena parte de El Alquián, es o había sido pescadora. Además a algunos les unían lazos familiares. 'El de Damasco' compraba las embarcaciones –entre 40.000 y 60.000 euros pagaba por cada una de ellas–, las ponía a nombre de los españoles y éstos las guardaban en naves de su propiedad, protegidas por cámaras de seguridad. Además se encargaban de su mantenimiento; pero no solo de eso.

Eran ellos los que ponían la embarcación en el mar. Las llevaban en un vehículo acompañados por un coche lanzadera y otro escoba y elegían playas con un único acceso para poder bloquearlo con potentes vehículos cruzados en el camino. Si veían algo raro pasaban de largo; si no, la echaban al agua, la ponían en marcha y entonces entraban en escena los pilotos sirios, armados, que en segundos ponían rumbo a las costas argelinas, a donde llegaban apenas tres horas después.

'El que viene de damasco', un sirio instalado en almería, dirigía una trama en la que la célula española se encargaba de la logística

En ocasiones salían ya cargados de personas que querían llegar hasta allí, aunque lo habitual era recoger a los clientes y volver a las costas de Almería, donde los españoles volvían a encargarse de ellos y los sacaban de las playas a bordo de sus vehículos.

Por haber, había hasta un servicio VIP para los que tenían más dinero. En ese caso desembarcaban en otro punto y acompañaban a los pilotos sirios en potentes automóviles a la casa en la que éstos residían. Allí permanecían hasta que reanudaban viaje a su destino final, Alemania o Noruega. Los agentes españoles consiguieron seguirlos en estos viajes, durante los que cruzaban Francia, y ya en la frontera alemana eran policías de este país los que se encargaban de vigilarlos hasta las viviendas donde les esperaban. En ese momento intervenían.

'Modus operandi'

El 'modus operandi' de la organización dificultaba mucho la investigación. Cuando los españoles ponían la embarcación en el agua le quitaban la matrícula. Los pilotos sirios eran captados por las cámaras del SIVE, vestidos con un atuendo determinado, cuando se acercaban a las costas de Almería. Pero nada más llegar abandonaban la lancha rápida y eran los españoles los que se hacían cargo de ella. Lo primero era poner otra vez la matrícula; como la indumentaria era también distinta a la que llevaban los individuos captados por las cámaras conectar los dos episodios era complicado.

La célula española cobraba cerca de 15.000 euros por cada suelta/recogida de embarcación. Mucho dinero, pero hay que tener en cuenta que en cada trayecto viajaban unas 35 personas que pagaban una media de 10.000 euros, los que supone 350.000 por viaje, y había días que hacían dos. A veces, en lugar de pagar a la célula española con dinero en efectivo lo que hacía la organización era regalarle la lancha rápida.

Cuando había contratiempos en Argelia, como la intervención de alguna de las embarcaciones, la trama lo solucionaba por la vía rápida: de inmediato compraban otra.

'El de Damasco' se había instalado en un piso de Almería capital, no demasiado lujoso. Pero vivía muy bien. Disponía de coches de gran cilindrada y acudía a Marbella a pasarlo bien. Allí alquilaba viviendas y no se privaba de lujos. Los españoles tampoco llamaban mucho la atención en su vida diaria, salvo por su afición por los automóviles. Algunos trabajaban aún como pescadores y ayudaban a sus familias.

En marzo pasado se hizo la operación, tras una investigación en la que se emplearon todo tipo de medios técnicos para sortear las grandes medidas de seguridad que adoptaban los sospechosos. Hubo 15 detenidos, de los que 13 están en prisión: cinco sirios –entre ellos el jefe de la trama y su lugarteniente, y el resto pilotos–, un argelino y nueve españoles. Fueron unos arrestos rápidos; nadie opuso resistencia.

Europol considera la operación Orontes –se la bautizó así por ser un río de Siria– como la más importante del año contra la inmigración ilegal. Aún puede dar más resultados, porque la red traficaba también con armas y drogas.

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