Héroes anónimos del coronavirus
«La crisis del coronavirus ha recordado a mucha gente que existen los hornos tradicionales»
El obrador del «Forn Les Cassetes» de Turís no descansa para dar servicio a los vecinos de la localidad valenciana
Última hora del coronavirus y el estado de alarma en la Comunidad Valenciana
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En la puerta del establecimiento un cartel nos avisa de que solo pueden entrar tres personas y a un metro de distancia. Son las nueve de la mañana y el resto de vecinos de Turís , un pequeño municipio de la provincia de Valencia, que aguardan su turno en la calle para comprar el pan lo hacen con un silencio insólito . La imagen se repite en tantos otros pequeños comercios de la localidad que siguen abriendo sus puertas tras decretarse el estado de alarma por la crisis sanitaria del coronavirus .
La dependienta del «Forn Les Cassetes» nos atiende con una mascarilla para protegerse del contínuo goteo de clientes y las monedas no pasan de mano en mano, se depositan en una bandeja.
Sin embargo, en el obrador, la rutina sigue como cada día desde las cinco de la madrugada. Javi, Puri y Celia -padre, madre e hija- afrontan «con cierta normalidad» en su trabajo, pero con todas las medidas de seguridad posibles, una situación que no recuerdan haber vivido nunca.
«Mucha gente se acuerda ahora de que existe el pequeño comercio y los hornos tradicionales, no solo los supermercados», comenta Javi, al tiempo que Celia matiza que en estos establecmientos están limitando las barras de pan -igual que el resto de productos- a seis unidades por persona. Un límite que no existe en comercios como el suyo: « personas que no han venido nunca se han llevado diez o hasta quince barras de pan para congelarlo y, además, se evitan las largas colas».
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«Nos estamos dando cuenta de todas las posibilidades que tiene el pan , de todas las formas de utilizarlo, y se está vendiendo más», añade Puri. Una circunstancia que se explica, por ejemplo, con el cierre de los bares y cafeterías que ya no sirven desayunos y almuerzos a quienes hacer un descanso en su trabajo. Ocurre lo mismo con las meriendas: «la gente, como está recluida en casa, busca algo más especial y la bollería casera siempre apetece », comenta la dueña con el rostro cansado pero con una sonrisa.
«Como no tenemos tiempo de salir de casa, tampoco lo estamos notando mucho», confiesa la familia entre risas. Tampoco están teniendo problemas con los proveedores. Preocupa, sobre todo, la campaña de Pascua , una de las más potentes del año. Ante la imposibilidad de salir de casa, Celia propone vender la pasta ya preparada para que los niños y niñas puedan hacerse la mona en casa y estén más entretenidos.
Los tres lo tienen claro: ante la adversidad, se hace necesario arrimar el hombro y ayudar en todo lo posible. Ellos y ellas también son héroes anónimos.
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