Cristina Seguí - EL CSEGUÍ

Elija ser soldado: Sí a la guerra

«Joan Ribó, tras solicitar más escolta, acaba de prohibir identificar a los sin papeles»

Imagen de Ribó en un acto de la Policía Local de Valencia ROBER SOLSONA

CRISTINA SEGUÍ

Guhlán es una mujer kurda de dieciocho años que dejó la ciudad siria de Serekaniye para enrolarse en el YPJ, movimiento femenino de lucha contra el Estado Islámico en el que no hacen falta cuotas ni leyes de paridad. Basta con ser niña y parecer mujer . En la última gran ciudad colindante con los territorios ocupados por el Estado Islámico la educación sólo afronta dos posibles escenarios de futuro: morir o convertirse en soldado.

Cuatro mil kilómetros separan Serekaniye de los rincones parisinos abiertos en canal la semana pasada por el terrorismo, de la plaza de la República reconvertida en matriarca del estupor y en templo erudito del consuelo al que acuden libertades maltrechas y padres que explican por primera vez a sus hijos que los monstruos existen fuera de los cuentos y de los armarios. Cuatro mil kilómetros separan Serekaniye de una Francia espoleada no sólo por asesinos, sino también por neologismos políticos y oportunismo ideológico que impone la equidistancia entre quienes vienen a matarnos y los que queremos conservar la vida. Esa equidistancia de la izquierda mediática que con esforzada afición e indulgencia ha ascendido a los asesinos hasta que han adquirido el noble cargo de activistas políticos, aunque todo ello implique igualar y jibarizar nuestras libertades para meterlas en el bolsillo de los que, hace una semana, acabaron con la vida de 130 personas.

De este modo la nueva izquierda pop transmutada desde el paleo comunismo ha invocado esta semana a la educación , a la ignominia de la desigualdad e incluso a la paz como solución al «conflicto político». Paz, ya saben, como si alguno de los caídos en Rue de Charonne hubieran acudido al frente de combate, o como si un tercio de cerveza tostada y una vela de cumpleaños recién soplada pudieran neutralizar un Kalashnikov. Como si las familias de los muertos pudieran desahogarse en el hombro de esnobismos pacifistas colgados en las redes sociales de aquellos que aspiran a ser fichados como atrezzo rutilante de la cursilería tertuliana del eufemismo.

En el plantel del nuevo político de plató que acaba de aprenderse la Marsellesa nos encontramos al apostolado del #JesuisElBienComún que, como en el caso del converso Verstrynge alcanzó esta semana el grado máximo de postración moral tras afirmar que «quien la busca la encuentra», tasando así el fusilamiento de Bataclán para cubrir las bajas yihadistas en las incursiones francesas contra el Estado Islámico. De cerca le sigue Manuela Carmena, la madre superiora del populismo, que camina blindada con ocho escoltas por la metrópoli de las libertades mientras aconseja el dialogo con los terroristas de Oriente Medio. O también el alcalde de Valencia y baluarte del «yayoflautismo» de manual , el señor Ribó, quien, tras solicitar más escolta al Ministerio del interior, acaba de prohibir a la policía identificar a los sin papeles en plena alerta mundial por amenaza terrorista tras calificarlas de racistas.

No permita que nadie categorice su derecho a defender su vida como un agravio a los asesinos que decapitan niños, porque en Serekaniye las niñas no conocen la libertad y lo mejor que puede ocurrirles es convertirse en objeto de deseo de yihadistas mientras las feministas tienen el móvil fuera de cobertura. Allí las niñas matan o mueren, así que como dice Guhlan: «Cuando alguien viene a matarte, puedes permitírselo o convertirte en soldado». Sea usted soldado. SÍ a la guerra.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación