Cristina Seguí - EL CSEGUÍ
El Ángelus de Rita Barberá
«La izquierda radical no es la única que exige la retirada de Rita como ofrenda a sus adeptos»
Y por fin ha comparecido Rita a las 12 . La hora del Angelus. La hora de la devoción. Devoción que los valencianos han profesado a la exalcaldesa durante veinticuatro años y a la que ella hoy ha apelado con vehemencia: “ Les pido a los valencianos que han confiado en mi que lo sigan haciendo ”. Lo ha suplicado vestida del blanco inmaculado que exime de culpas y alivia sospechas. Del blanco que repele las acusaciones de los intereses políticos que son vertidas en forma de dogmas divinos para apelar a la fe de los adeptos de los nuevos gobernantes tripartitos y pluripatrios, a los que se ha referido hoy como la extrema izquierda.
Es cierto que, en los tiempos del caso Taula , que someten a Barberá a la culpa pública mucho antes que a la judicial por supuesta trama de blanqueo de los populares, hay mucho de orquestamiento y detonación selectiva por parte de la izquierda radical, ya que, en política, la culpa y los delitos del adversario se guardan en los cajones de la oposición y cierta élite funcionarial partidaria , que espera el mejor momento para abatirlo. Y qué mejor oportunidad que la que podría llevar al principal feudo popular, junto con el madrileño, a desestabilizar la legitimidad del posible gobierno de España.
No obstante la izquierda radical no es la única que exige la retirada de Rita como ofrenda a sus adeptos. Es, también sin duda, la de sus herederos políticos y la ansiada regeneración que pide paso, la que le suplica en whatsapps y ruegos de Congresos extraordinarios, que salve al Partido Popular de una debacle segura en la que ella se ha convertido en un peligro paradigmático . Así se lo suplicó Bonig en el mensaje al que ella hoy ha aludido tras la pregunta de los periodistas en una expresión que revelaba la ruptura con la nueva líder y acompañaba al dolor amargo de su gesto cansado: “ Sé quién filtró el whatsapp . Yo sólo mostraba dolor. No deseo de tirar de la manta.”Es evidente que, en el lamento de esa justificación, ni siquiera ha habido un eximente tácito a esa tierra seca y corrompida que ahora hipoteca la libertad de acción y la renovación que pretende levantar el vuelo mientras los que arrastran con demasiada culpa estiran desde abajo.
Ha aludido también la exalcaldesa a su inexistente relación con el imputadísimo Alfonso Grau , marido de María José Alcón, mano derecha de Barberá y exconcejal del Cap i Casal. Relación que está abandonando la fase de inexistente para adoptar el carácter de peligrosa para la senadora popular, tras pronunciar esta hoy ante la prensa lo que ya se cocinaba en el resentimiento del encausado en Noos. El abandono y la traición elevada cuasi a la categoría de pasional de Rita a la imputada y consorte de Grau.
“No me ha quedado más remedio que apartarme de ella al conocer sus conversaciones con Marcos Benavent sobre las conversaciones de Taula e Imelsa”. Sabíamos que esa era la causa. Bastaba con intuirlo, pero ahora Rita ha verbalizado en directo la alevosía ante un Grau escudriñándole desde el sillón.
Atendió Rita de forma categórica y fácil excusa a una pregunta sobre el filibusterismo parlamentario que en teoría la inmuniza de la inminente imputación en sede judicial, al asegurar que el aforamiento no protege ni siquiera al cuarto de siglo de su reinado, y que su ausencia del Senado durante algo más de mes y medio obedece al cese de actividad parlamentaria .
Mostró además el enfrentamiento bicefálico que durante años tuvo que padecer Alberto Fabra mientras presidía la Comunidad Valenciana. Enfrentamiento quejumbroso que expresó catárticamente en sede mediática bajo la lupa curiosa de Susana Griso cuando pronunció aquello de “Parece difícil de creer que ante la imputación de todo el grupo municipal valenciano, ella no supiera nada”. Ella hoy contestó a su partenaire en el Senado que quizás él era desconocedor de otras cosas en claro intento de desprestigio.
Su momento estelar fue quizás el que le hizo disfrutar al recordar el desconocimiento que expresó hace casi dos décadas el propio Felipe González ante los casos de financiación irregular y de terrorismo de Estado del PSOE cuando estos hicieron bailar el corro de la patata a Vera y Barrionuevo frente al portón verde de la cárcel de Guadalajara. Consciente hoy de que con ello justificaba la veracidad de su flácido conocimiento sobre las cuestiones más básicas del consistorio, olvidaba lo más básico: que la culpa de los demás no nos libra de la propia, y que en cuestiones de rendición pública la asunción de responsabilidades es un deber. Incluso antes de que el levantamiento del secreto de sumario nos conceda el beneplácito.
Rita no dimite. Ni se lo plantea. Cuando, no nos engañemos, esta sería precisamente la forma de concluir años de servicio y gloria a Valencia y otros que lamentablemente, como suele ocurrir tras los mandatos políticos “ad eternum”, nos han reportado demasiadas sombras. Esta ha sido una nueva oportunidad perdida para que la clase política española comenzara a pedir perdón.
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