Hoy, paciencia, mañana, convivencia
El líder del PP catalán presenta las líneas generales de las «bases del pacto de los constitucionalistas»
«Firmeza, perseverancia, fortaleza y paciencia. No hay atajos». Alejandro Fernández fijó ayer la posición del PP catalán para desalojar al independentismo de la Generalitat de Cataluña. Un objetivo que, a corto y medio plazos, solo es posible si las formaciones constitucionalistas suman sus fuerzas en el Parlamento autonómico. Una aritmética que, ahora mismo, es imposible. Un problema (la falta de mayoría parlamentaria) que Fernández afronta con optimismo y con dosis de antifatalismo: «Rendirse ahora sería absolutamente imperdonable».
El líder de los populares catalanes presentó las líneas generales de su propuesta durante una conferencia pronunciada en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, con la presencia de representantes de una docena de asociaciones, compañeros de militancia como Dolors Montserrat, Alberto Fernández Díaz, Enric Millo o María de los Llanos de Luna y la única asistencia de un representante de otro partido político: David Pérez (PSC). Un mal inicio para una propuesta constitucionalista común.
Al fin y al cabo, el de ayer fue un acto de partido a las puertas de una larga y exigente doble campaña electoral. Tras la presentación del acto por parte del director de elcatalán.es, Sergio Fidalgo, fue Josep Bou, candidato del PP a l Ayuntamiento de Barcelona , quien introdujo ante los 150 asistentes a Alejandro Fernández: «En política, pensamos lo mismo».
El de Tarragona se sabe en terreno sólido en actos como el de este jueves: tras un atril y con capacidad para desplegar su dialéctica. Fernández es uno de los mejores oradores de la actual política catalana y cuenta con ayudantes de lujo para estos casos. Alguno de ellos le acompañó ayer en segunda fila. En apenas una hora, Fernández insufló optimismo: «Si los constitucionalistas acertamos, no hay nada imposible». Y, eso sí, no dudó en criticar propuestas «incompatibles con la democracia» y que llevan a sus defensores a buscar soluciones rápidas a un problema que lleva en Cataluña muchos lustros.
Así, el presidente del PP catalán concretó los titulares de las «bases del pacto de los constitucionalistas» con el objetivo de que los «tóxicos» Carles Puigdemont y Quim Torra -los candidatos de la CUP sin carné de esta formación, aseguró, irónicamente- dejen de paralizar Cataluña, directamente, y toda España, indirectamente.
Un reto, realmente. Una apuesta que pasa, en este orden, por «desarticular el movimiento independentista» -que sigue en sus trece-, «refundar democráticamente la Generalitat» y, finalmente, plantear «un diálogo para la concordia» entre todos los catalanes. Para esto, advirtió Fernández, se tienen que tomar medidas, porque revertir el efecto del «Programa 2000» de Jordi Pujol no se hace de la noche a la mañana. Es en este plan de los años 90 donde el nacionalismo dejó negro sobre blanco lo que se tenía que hacer desde las instituciones públicas para controlar a la sociedad. Un resumen: infiltrarse en todos los ámbitos sociales y económicos. «Perseveremos, tengamos toda la paciencia del mundo. Yo no me rindo. Si necesitamos treinta y dos años para revertir el Programa 2000, hagámoslo».
Difícil (si bien no imposible) lo tiene el tarraconense. Lo reconoció. Defender la ley; la lealtad institucional entre la Generalitat y el Gobierno ; y el cumplimiento de las sentencias judiciales es poco más que revolucionario. No está mal para alguien que se enorgullece de ser de derechas.
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