El Primavera Sound, en busca de la (pen)última frontera
El festival abrió ayer su XIX edición con una jornada gratuita por la que pasaron Big Red Machine y Hatchie
En el horizonte ya se intuyen los fastos del XX aniversario y ese Primavera Weekender que llevará en noviembre a Benidorm a Belle And Sebastian, Primal Scream, IDLES y Cigarettes After Sex, entre muchos otros, pero aquí y ahora, con el sol desparramándose perezoso sobre el cemento del Fórum, el Primavera Sound empezó a desempaquetar la que probablemente sea la edición más determinante de su historia. Un año que, acabe como acabe, pasará a la historia como el de la paridad en la programación, el reguetón y los ritmos urbanos, y el césped artificial en la hasta ahora arenosa explanada de los escenarios principales.
Esto último, de momento, lo sabemos solo por las fotos ya que, como viene siendo habitual, la jornada gratuita inaugural fue poco más que un tanteo. Un aperitivo con solo dos de los 17 escenarios del Fórum en funcionamiento y una alineación musical que arrojó muy pocas pistas, por no decir ninguna, de por dónde van a ir los tiros en este asalto a la última frontera del pop.
Ahí estaban, por ejemplo, las dulces y esponjosas melodías de la australiana Hatchie invocando a ratos el espíritu de Dolores O’Riordan y encajando los vapores envolventes de Cocteau Twins en el indie electrificado de toda la vida. Sí, indie. Y del de toda la vida. Ideal para entrar en calor y, acto seguido, acomodarse en el arrullo pop de Cuco, alquimista californiano que empezó surfeando el recuerdo de los Beach Boys y a punto estuvo de estamparse en las rocas de lo progresivo a fuerza de retorcer teclados y confundir lo mejor de los sesenta con lo más espeso de los setenta.
Una marejadilla pop con trompeta mariachi y, eso sí, bucólico decorado servido por ese sol que se batía en retirada tras el que llegó el plato fuerte de la noche. Esto es: el superindie de Big Red Machine, proyecto compartido por Justin Vernon (Bon Iver) y Aaron Dessner (The National) en el que conviven sin demasiados problemas el fulgor épico y la melancolía robótica.
No fue, como en años anteriores,, sino algo mucho más retorcido, oscuro y cerebral. Sentido y sensibilidad -y también un tanto de exceso de celo, con ese no permitir a los fotógrafos asomarse al foso- entre capas de vocoder y visitas ilustres como la de Julien Baker para cerrar una noche en la que el Primavera Sound fue aún aquel viejo conocido al que le costaba horrores despegar las bambas del suelo para arrancarse a bailar. Veremos hoy, cuando empiecen a desfilar por el Fórum nombres como Nas, Future, Erykah Badu o Charli XCX, entre otros.
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