El Palau de la Música reta al Covid-19 y presenta la próxima temporada pese a la incertidumbre

El director general, Joan Oller, explica esta institución centenaria deja de ingresar un millón de euros cada mes que está cerrada

Barbara Hannigan MARCO BORGGREVE

Pep Gorgori

El Palau de la Música Catalana, cerrado desde el pasado 13 de marzo y con un ERTE aplicado para toda la plantilla, presentó ayer la temporada 2020-2021. Tenía previsto hacerlo a finales de marzo, pero el estado de alerta lo hizo inviable. Su director general, Joan Oller, explica cómo afrontan esta etapa y advierte del impacto que puede llegar a tener la caída de visitantes extranjeros.

–¿No son ustedes demasiado optimistas, con la que está cayendo?

–Preferimos apostar por un escenario optimista. Nadie sabe a ciencia cierta lo que pasará, y es probable que tengamos que acabar haciendo cambios, pero esta es la temporada que teníamos preparada, y mucha gente nos pedía conocer la programación para ir escogiendo sus abono. Además, como somos conscientes de que estamos en una situación de incertidumbre colectiva, pero también a nivel personal, permitiremos cambios y devoluciones de abonos y entradas sin pedir ninguna justificación hasta el 15 de septiembre. Y el aforo se reducirá a la mitad en los conciertos hasta el 15 de octubre.

- ¿Han calculado ya cuántas pérdidas les genera el cierre temporal?

- Cada mes que tenemos el Palau de la Música cerrado, dejamos de ingresar un millón de euros. Cómo se traduzca esto en pérdidas dependerá de muchos factores, es un cálculo que todavía no podemos hacer.

- ¿Es viable una temporada musical en el Palau sin los ingresos que genera la entrada turística para visitar el edificio modernista, Patrimonio de la Humanidad?

- El objetivo de las temporadas es que la parte artística se financie en un 85% por la venta de entradas para los conciertos. En este sentido, si llenásemos la sala sería viable aunque bajasen las visitas turísticas. Pero por otra parte nosotros ya teníamos un 24% de público extranjero en los conciertos. Si ese público deja de venir, sería un impacto a tener en cuenta.

–¿Y sería viable toda una temporada con el aforo reducido?

–Tendremos que ir viéndolo, y no podemos pensar en la temporada en su conjunto, sino en cada caso particular. En un recital de un pianista, será cuestión de explicarle que solamente podemos vender una parte del aforo y proponerle que se reduzca el caché. Creo que todo el mundo lo entenderá. Más complicado será el caso de las orquestas. Si ahora supiésemos con certeza que no podremos poner a la venta todo el aforo en toda la temporada, tendríamos que modificarla notablemente.

–El ministro de Cultura hizo ayer la primera reunión para estudiar posibles medidas. ¿Qué esperan de las administraciones?

– Sin entrar en polémicas, es muy evidente que serán necesarias medidas para el mundo de la cultura. Y pienso especialmente en los músicos autónomos, que funcionan por producciones, que son de mucho nivel y verán cómo los ingresos les disminuyen radicalmente. Es un ecosistema muy específico y que requerirá de protección.

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