El premio Herralde se pone gótico y corona a Mariana Enríquez

La argentina desborda los límites de lo sobrenatural y lo fantástico con «Nuestra parte de noche»

Mariana Enriquez, fotografiada este lunes en Barcelona ABC

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Autora de la casa desde que publicó los relatos de «Las cosas que perdimos en el fuego», la escritora argentina Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973) coronó ayer el catálogo de Anagrama tras llevarse el 37 premio Herralde de Novela. El galardón, que recibió 680 manuscritos a concurso, quiso reconocer con los 18.000 euros del premio a «Nuestra parte de noche», novela con la que Enríquez desborda los límites de lo sobrenatural para narrar en clave gótica la relación de un padre y un hijo en los años de la dictadura militar argentina.

Una novela con varias novelas dentro que viaja de lo íntimo a lo político mientras reinventa cualquier noción asociada a lo fantástico. «A través del género puedo pensar más libremente. Detrás de eso hay un fondo que está hablando de otras cuestiones», defiende Enriquez al tiempo que enumera algunas de las matrioskas que contiene «Nuestra parte de la noche». A saber: política, poder, familia, herencia, América Latina, explotación de los cuerpos, ocultismo…

Un generoso surtido de temas y obsesiones que, emparedado entre los últimos años de la Junta Militar y los primeros noventa, una época «eufórica y deprimente al mismo tiempo», lleva la novela más allá de las seiscientas páginas. En ellas, Enríquez sigue los pasos de un padre y un hijo que atraviesan Argentina por carretera en busca de un destino ligado a la Orden, una sociedad secreta que contacta con la oscuridad en busca de la vida eterna mediante atroces rituales. «El libro está hablando de mi parte oscura y también de la de quien lo lea», relativiza la argentina sobre un libro cuyo título remite a «Our share of night to bear», un poema de Emily Dickinson.

Asalto a la novela

Esa herencia gótica es precisamente uno de los pilares sobre los que se eleva una obra en la que Enríquez detecta guiños a Lovecraft y a Neil Gaiman y línea directa con Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones y, claro, Borges. «El género me interesa porque es popular y genera unas pasiones muy concretas en lectores y autores», subraya una autora que, después de su biografía de Silvina Ocampo y de un par de antologías de cuentos, culmina con «Nuestra parte de la noche» su asalto a la novela.

«Los lectores querían más y yo también. La novela tiene una exigencia que va un poco en contra de estos tiempos. El cuento es otra cosa, es otro tipo de inmersión», subraya. Y, a tenor de las palabras que le dedica Juan Pablo Villalobos, miembro del jurado y ganador de 2016 («pertenece a una estirpe de obras tan disímiles, pero igualmente desmesuradas, como “Rayuela”, “Paradiso”, “Cien años de soledad” o “2666”»), la operación solo puede calificarse de éxito rotundo.

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