Escritoras fantásticas (y dónde encontrarlas)

La antología «Insólitas» reivindica el papel de las narradoras españolas y latinoamericanas en la fantasía y la ciencia ficción

Ricard Ruiz Garzón y Teresa López-Pellisa se han encargado de la edición de «Insólotas» ABC

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Con Metis, explica la profesora e investigadora Teresa López-Pellisa, empezó todo. La «ignota y remota» primera mujer de Zeus desapareció del mapa devorada por su propio esposo (y mientras estaba embarazada de Atenea, ahí es nada) y el destino de las mujeres quedó sellado bajo un grueso y pesado manto de invisibilidad. «Todos conocemos al padre y a la hija, pero en un acto de inexplicable complicidad antropofágica hemos acabado borrando a la titánide Metis de nuestra memoria colectiva. Cosas que pasan, ¿no?», leemos ahora.

De ahí que, a la hora de escoger, seleccionar y compilar a las autoras que articulan la antologìa «Insólitas. Narradoras de lo fantástico en Latinoamérica y España» (Páginas de Espuma), López-Pellisa y el escritor Ricard Ruiz Garzón no hayan dudado en presentarlas como «Las hijas de Metis». He aquí, pues, una selección de escritoras fantásticas rescatadas de su olímpico olvido por obra y gracia del cuento.

Cubierta de «Insólitas» ABC

«Como su ‘madre’, las herederas de este linaje están ahí, existen, escriben y publican aunque muchos no las vean», destaca el prólogo de un volumen que, bajo el paragüas de lo insólito y sus múltiples mutaciones, reúne a 28 voces de ambos lados del Atlántico y orilladas todas hacia la fantasía, la ciencia ficción y el terror. Autoras como Cristina Fernández Cubas , Elia Barceló, Mariana Enríquez, Cecilia Eudave, Laura Gallego y Cristina Peri Rossi, entre otras, con las que López-Pellisa y Ruiz Garzón componen un retrato intergeneracional y transatlántico de «lo extraño y lo desacostumbrado».

Contra el canon

Un quién es quién en el que lo mismo caben nonagenarias mexicanas y argentinas como Amparo Dávila y Angélica Gorodischer, treintañeras de Terrassa (Barcelona) como Laura Fernández o polifacéticas y veteranas autoras salvadoreñas como Jacinta Escudos. «No es algo generacional: precisamente una de las cosas que queríamos mostrar es que las mujeres han estado presentes en el género desde el principio de los tiempos», destaca López-Pellisa. Ahí está, por ejemplo, el poco conocido papel de Emilia Pardo Bazán como precursora española de la ciencia ficción (sigan el rastro de, por ejemplo, «La cabeza a componer», cuento publicado en 1894 y recuperado el año pasado en la antología «Poshumanas y distópicas») para demostrar que lo insólito femenino nunca ha hecho buenas migas con cánones académicos y tradiciones literarias hiperrealistas.

En países como Argentina y México, es cierto, las narrativas oficiales nunca han tenido demasiados remilgos a la hora de enredarse con los llamados géneros no miméticos, pero en España la voz cantante casi siempre la he llevado el realismo social, por lo que la mezcla de lo fantástico y lo femenino ha sido muchas veces el camino más rápido para que una autora desapareciese de titulares, mesas redondas y, en fin, también de las librerías.

Lo mismo ocurre con la colombiana Laura Rodríguez Leiva, la ecuatoriana Solange Rodríguez Pappe, la chilena Alicia Fenieux Campos, la boliviana Liliana Colanzi o la peruana Tanya Tynjälä, autoras que, al no existir «diálogo continental», han permanecido prácticamente inéditas por estos lares. «Al final, todo se resume en dos preguntas: por qué no se había hecho antes una antología como esta y por qué la mayoría de gente no conoce a estas autoras cuando deberían estar dentro del canon», añade Ruíz Garzón. Editor de otras recopilaciones como «Mañana será otro día» y «Riesgo», para el escritor barcelonés la aparición de un libro como «Insólitas» no hace más que añadir un nuevo eslabón a la naturalización de un género que, sostiene, ha dado «algunas de las mejores obras de la literatura universal».

Otra cosa, añaden, es que una antología como la que nos ocupa se deje acompañar de apellidos como femenina o feminista. «No porque sean autoras tiene que escribir cuentos femeninos», destaca López-Pellisa. «Son cuentos buenos por sí mismos que en ocasiones hablan de temas que tienen que ver con mujeres y en otras no. Se aborda la inmigración, la guerra, los abusos de poder, los avances tecnológicos… También hay algunos cuentos feministas, sí, pero no es una antología feminista. Son autoras invisibilizadas por el hecho de escribir fantástico, no por tratar unos temas u otros», añade Ruiz Garzón.

Tormenta de géneros

De hecho, las trabas a la hora de asomar la cabeza cultivando géneros no realistas tampoco han sido exclusivamente femeninas; así, por más que sus nombres hayan pasado a la historia inscritos al canon realista. autores como Unamuno, Valle-Inclán, Clarín o Ramón y Cajal también coquetearon con la ciencia ficción «Durante mucho años, la norma, la vara, ha sido muy estrechita, pero todo eso está saltando por los aires. Si miras las mesas de novedades ves que, de Mercè Rodoreda a Maria Aurèlia Capmany, las últimas recuperaciones son de fantástico. Literariamente parece que estemos descubriendo la sopa de ajo cuando hace tiempo que muchos autores ya lo habían hecho», destaca Ruiz Garzón.

El caso es que, insólitas e invisibles, las herederas de Metis se rebelan (y también se revelan) para desbaratar por enésima vez el canon y agruparse a partir de unos pocos criterios básicos. Esto es: estar vivas, trabajar el cuento de forma más o menos habitual y cultivar lo insólito ya sea en formato de sitcom galáctica, de perturbadora distopía preadolescente o de perla fantástica poco paseada. «Dentro de ese sesgo subversivo y transgresor hemos intentado sorprender y que no sean los cuentos más conocidos de cada autora. El de Elia Barceló, por ejemplo, prácticamente no lo habrá leído nadie », destacan.

Ahora sólo queda esperar que, como apuntan, una antología como esta deje de ser necesaria. «Esto es algo temporal, ya que llevamos años en los que todas las antologías eran nueve hombres y una mujer, nueve hombres y una mujer. Parecía que con tener a Elia Barceló en ciencia ficción y a Pilar Pedraza en terror ya era suficiente»: Y no. No lo era.

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