Crónicas pandémicas
Un paréntesis para leer y escribir
«Vivimos en un paréntesis que se estira lo impensable, aunque acabará por romperse en algún momento, por liberarnos. Este es solo un capítulo más de la historia que nos toca vivir»
El confinado, según el diccionario, es el condenado a vivir en una residencia obligatoria . El Código Penal del año 1973 (hoy derogado) establecía el confinamiento como pena para determinados delitos, y su duración oscilaba entre los seis años y un día y los doce años. Casi nada. En 2020, es una pandemia la que nos condena a vivir encerrados; los virus no entienden de años y lo que empezó el anterior, continúa en el siguiente y quién sabe cuánto durará.
Son tiempos extraños . De hablar a distancia, de tocar absurdamente las pantallas de ordenadores y tabletas con los dedos, como si eso pudiera sustituir una caricia, de respirar un aire sorprendentemente limpio en la ciudad Barcelona, de andar cubiertos, encogidos, las pocas veces que salimos a la calle. De soñar con abrazos interminables . De echar de menos a los amigos que no volverán y de los que no has podido despedirte.
Vivimos en un paréntesis que se estira lo impensable, aunque acabará por romperse en algún momento, por liberarnos . Este es solo un capítulo más de la historia que nos toca vivir.
Trabajé en el juzgado hasta que fue posible, y desde entonces, el móvil y el ordenador se han convertido en mis instrumentos de trabajo a distancia, a pesar de que la presencia física en el juzgado es imprescindible en determinados casos, y para ello, se ha establecido un sistema de turnos. La maquinaria judicial no se detiene nunca del todo y va a tener que soportar un peso tremendo cuando vuelva a ponerse en marcha a pleno rendimiento.
Mientras tanto, en casa, sigo con mis rutinas, las mismas que antes del confinamiento, pero con más tiempo : limpiar, cocinar, hacer todo el ejercicio que puedo, escribir, leer, ver películas y series. No me aburro.
Terminé de corregir una novela, tengo otra a medias, y en mente también proyectos que han nacido gracias a estos tiempos extraños (siempre hay la parte positiva). Y sí, como todo el mundo, esta semanas de confinamiento también he ordenado armarios, he descubierto vídeos y fotografías antiguas, he jugado al Monopoly, cocinado pasteles, y…
Dicen que trasladan la fiesta del libro, San Jordi, al próximo 23 de julio. Está ahí, a la vuelta de la esquina. Habrá que prepararse para entonces.
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