El Museo de la Música de Barcelona sale de las vitrinas
El centro abre una nueva etapa, con una propuesta artística en una línea similar al CCCB y La Virreina
Tras varios meses de trabajo silencioso, el director del Museo de la Música de Barcelona ha dado a conocer los detalles de su proyecto artístico, que conllevará una «nueva concepción del patrimonio y del equipamiento como un centro de creación y reflexión sobre el arte sonoro», según el propio Jordi Alomar.
El uso de esta expresión, «arte sonoro», es significativo, ya que el concepto va más allá de lo que nos viene a la cabeza cuando pensamos simplemente en 'música'. Durante la próxima temporada, seis exposiciones ofrecerán al visitante perspectivas diferentes sobre nuestra relación con el sonido. La más canónica, sobre el padre de la musicología en España, Felipe Pedrell. La compositora Sofia Gubaidulina -invitada de L'Auditori la próxima temporada-, las pioneras de la música electrónica y la evolución de la tecnología de grabación del sonido protagonizarán otras de las muestras.
El proyecto de Alomar pasa por replantear la exposición permanente, con siete ayudas de los fondos FEDER de la UE. En los próximos dos años se pondrán al día las audioguías, se harán copias tridimensionales de varios instrumentos y, gracias a la samplerización, los visitantes podrán hacer música con algunos de ellos y escuchar cómo suenan sin poner en riesgo su conservación.
Lo que ha empezado ya es la reforma del espacio de exposiciones temporales. Hasta ahora era similar a un vagón de tren: estrecho y alargado. Estas semanas se está haciendo una modificación arquitectónica que permitirá disponer de dos espacios más amplios para llevar a cabo estas actividades.
Pero los cambios no quedan ahí. En la línea de la investigación artística, también se cuenta con creadores actuales para que experimenten con el patrimonio del museo en sus proyectos. Un primer fruto se podrá ver en el Festival Grec, donde Constanza Brncic, Blanca Tolsà y Alfredo Costa Monteiro presentaran 'Registres evanescents', un montaje que parte del legado de la cultura underground experimental de la Barcelona de los 80, a partir del fondo del músico, poeta y agitador cultural Víctor Nubla.
El objetivo, según el director de L'Auditori, Robert Brufau, es que el museo juegue un papel clave en la actividad general del centro cultural, para dotarlo de «una complejidad y una riqueza» que sea equiparable a los escasos auditorios que disponen de museos similares en el mundo, «como la Philharmonie de París».
Con esta voluntad de experimentación y superar fronteras, la línea de programación del Museo se aproxima a otros equipamientos de la ciudad como el CCCB -referente en cuestiones de pensamiento- y La Virreina -especializada en el arte visual- y espera complementarlos. Pero no atraer su público, al menos de momento, ya que según Brufau «uno de nuestros retos es ser capaces de aprovechar mejor el público que ya tenemos en esta casa, que es enorme, de medio millón de personas al año», y que visiten el museo con mayor asiduidad.
Y entre tanta innovación, el Museo y el Centro Robert Gerhard mantendrán sus actividades más habituales en lo que a la investigación y la conservación del patrimonio se refiere: «Son y seguirán siendo una fuente inagotable de conocimiento», asegura Alomar. Ahora bien, constata que, además, estarán preparados para acompañar a la musicología académica en su propia evolución, ya que la investigación «siempre está renovándose y cambiando de paradigmas».
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