Jordi Martí: «Tuitear 'Hermitage se va, la cultura se queda' fue una broma excesiva»

El teniente de alcalde califica Barcelona de «ciudad laboratorio» por su urbanismo táctico

Diseño de Toyo Ito para el proyeto fallido del Hermitage de Barcelona ABC

Sergi Doria

El 'captatio benevolentiae' es un adecuado recurso retórico cuando uno sabe que va a escuchar críticas a su gestión. Jordi Martí, en su diálogo con Jordi Amat sobre la agenda cultural barcelonesa elogia al Círculo del Liceo por ser «el heredero directo de la mejor burguesía que ha tenido el país».

El teniente de alcalde de los Comunes es consciente de que la política de hechos consumados acentúa la incomunicación entre los barceloneses y un consistorio que hizo bandera de los procesos participativos en las reformas urbanas . Si Martí califica Barcelona de «ciudad laboratorio», muchos ciudadanos se sienten cobayas del urbanismo táctico; de ahí que Amat subraye el «malestar» de una ciudad varada en un diván psicoanalítico: «El problema ya no es que Barcelona no sea una capital de estado, sino que no acabe sintiéndose una capital de provincias».

La lista de las oportunidades perdidas en los dos mandatos de Ada Colau es cada vez más extensa, aunque Martí intente paliarlo con una prolija lista de proyectos culturales. La Agencia Europea del Medicamento se perdió por la posibilidad de una Cataluña independiente: «La AEM quería venir a Barcelona, teníamos la torre Agbar pero la incertidumbre independentista hizo que sus representantes se levantaran de la silla», explica Martí. La negativa al Hermitage no se debe a la inquina hacia la iniciativa privada: «Necesitamos proyectos que, además de mirarse la cartera, contemplen el interés general. No podemos regalar suelo público en el mejor lugar del puerto», se justifica Martí, aunque reconoce que tuitear el Hermitage se va, la cultura se queda «fue una broma excesiva».

La agenda cultural del equipo de Colau suma el proyecto del Liceo en solar del antiguo Imax ; las ampliaciones del Macba y el Mnac en el pabellón Victoria Eugenia; la Biblioteca Central que no se hizo en su momento por las piedras de un Born al que le sobra la bandera nacionalista y le falta un programa coherente de contenidos; el centro artístico de Can Ricart y la Ciutadella del Coneixement; la reconversión del Molino y el taller Masriera; el gran centro de la Caixa y el hub de las Tres Chimeneas en Sant Adrià del Besós.

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