Barcelona prohibirá los supermercados fantasma y apartará las macrococinas

El Ayuntamiento obligará a las empresas con entregas a domicilio a tener espacio para que los repartidores puedan esperar en su interior y aparcar correctamente sus vehículos

En los fogones de una 'dark kitchen', las cocinas que trabajan en exclusiva para los 'riders'

Un repartidor, recogiendo un pedido de un 'dark kitchen' de Barcelona Adrián Quiroga

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Más trabas para la expansión de comercios relacionados con el consumo a domicilio y que a pesar de no estar abiertos al público alteran el día a día de sus vecinos. El Ayuntamiento de Barcelona ha activado la maquinaria para prohibir la apertura de nuevos supermercados fantasma y además limitará la apertura de macrococinas a las zonas industriales de la ciudad, medidas que pretenden poner coto a las actividades a domicilio que han proliferado en los últimos tiempos, especialmente con la pandemia.

Entre los objetivos municipales con el nuevo plan de usos, aprobado inicialmente por parte del bipartito municipal de BComú y PSC tras un trabajo previo con el grupo de ERC, está el de «blindar» los barrios y los tejidos urbanos de sus molestias, especialmente ruidos y olores y saturación de sus aledaños, y contribuir a la vez a proteger el modelo comercial de proximidad.

Por este motivo, no se abrirán en toda la ciudad nuevos supermercados fantasma, almacenes que funcionan a través de 'riders' y aplicaciones de venta de productos a domicilio y que, a la práctica, son detectables por decenas de repartidores que esperan a las puertas de locales.

Por su parte, las 'dark kitchen' , negocios similares pero que en lugar de vender productos se encargan de ofrecer comida preparada (a menudo en espacios opacos), solo podrán abrirse en zonas industriales de la ciudad, ubicadas en la Zona Franca y el Besòs, «y con condiciones muy restrictivas para evitar problemas de convivencia», remarcan desde el consistorio. El Ayuntamiento, que tenía hasta ahora una suspensión de licencias para frenar nuevas aperturas en este campo que de momento se mantendrá, solo las permitirá en calles con una mínima amplitud y siempre que haya distancia entre establecimientos similares.

Además, la iniciativa fija que los negocios que hagan entregas a domicilio tendrán que disponer de espacios interiores de espera para los repartidores así como para que estos puedan aparcar sus vehículos para no generar molestias y colapsos en la vía pública.

El plan de usos para regular este tipo de actividades así como el reparto a domicilio arranca ahora sus trámites, empezando con un proceso participativo para escuchar a vecinos, entidades comerciales y partidos e incorporar, si se tercia, sus aportaciones, hasta la aprobación definitiva, que podría llegar en un año . Cuando se haya aprobado definitivamente el plan, los establecimientos que repartan comida a domicilio -incluidos los restaurantes- deberán solicitar una licencia específica para poder hacerlo y tendrán un periodo de dos años para pedirla.

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