Ángel González Abad - LOS MARTES, TOROS
Preparando el exilio
El círculo de libertad en que cada temporada se convierte la plaza de Céret vuelve a abrirse para acoger el exilio de quienes mantienen viva la pasión por la Fiesta y luchan por la tauromaquia en toda su dimensión, sin ataduras políticas ni sociales
El próximo viernes, la sede de la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña (FETC), acogerá la presentación de la feria de Céret, la pequeña población de la denominada Cataluña Norte, que cada año es punto de encuentro de tantos aficionados que pueden sentirse libres al acudir a una corrida de toros.
Céret es el obligado exilio de la resistencia. Allí se celebran los festejos taurinos envueltos en la normalidad de los símbolos de catalanidad hechos para la unión. Las senyeras, los sones del Els Segadors o la Santa Espina, sin exclusiones, sin fanatismo alguno. Y los toros. Como signo cultural, como tradición de un pueblo que renueva año a año el rito de un hombre y un toro frente a frente. La FETC quiere mantener el compromiso de presentar en Barcelona una feria que no puede celebrarse aquí precisamente por esa exclusión impuesta, primero por los políticos y ahora por el miedo empresarial. Dónde está el miedo en Céret, punto de peregrinación de los aficionados más toristas y de los catalanes obligados a abandonar su tierra para cumplir con una pasión y una tradición, en muchos casos familiar.
En Barcelona estarán los responsables de la comisión organizadora, L'ADAC, que entablarán coloquio con los aficionados catalanes y mostrarán vídeos de los toros elegidos para la presente edición. Ganado de Dolores Aguirre, de la mítica divisa portuguesa de Palha y una novillada de Alejandro Vázquez, abren los carteles que se celebrarán el 16 de julio, y el 17 en sesiones matinal y vespertina. Alberto Lamelas, Román y el franco-catalán Maxime Solera, en el primer festejo; Sánchez Vara, Sergio Serrano y Damián Castaño en la otra corrida de toros, y Diego Peseiro, José Rojo y Leandro Gutiérrez en la novillada. El círculo de libertad en que cada temporada se convierte la plaza de Céret vuelve a abrirse para acoger el exilio de quienes mantienen viva la pasión por la Fiesta y luchan por la tauromaquia en toda su dimensión, sin ataduras políticas ni sociales
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