Ángel González Abad - Los martes, toros
Céret, fuera complejos
La Federación de Entidades Taurinas de Cataluña cumplió su compromiso anual de acercar el ciclo a la Cataluña real
La localidad francesa de Céret, en pleno corazón de lo que se ha dado en llamar la Cataluña Norte, está lista para vivir su feria del toro. El culto al toro, el homenaje a una fiesta unida íntimamente a sus tradiciones, heredada de sus mayores generación tras generación, y sin renegar de su sentimiento catalán. Al contrario, haciendo gala de todos sus símbolos identitarios.
Por eso Céret -Ceret en catalán- es un centro de peregrinación, un círculo de libertad en donde los aficionados huérfanos de Fiesta en el resto de Cataluña acuden por estas fechas para dar rienda suelta a su pasión. En este pueblo que no supera los diez mil habitantes, en su pequeña plaza de toros, se mantiene el rito de honrar los símbolos más catalanes. Suena solemne Els Segadors antes de comenzar el festejo y La Santa Espina pone fin a cada corrida.
Todo dentro de una apabullante naturalidad, que lo uno no quita lo otro. Nunca excluyentes. Cataluña vuelve a vivir la Fiesta, aunque sea en Francia. Sin complejos.
Como no podía ser de otra forma, la Feria de Céret se presentó el pasado domingo en Barcelona. La Federación de Entidades Taurinas de Cataluña cumplió su compromiso anual de acercar el ciclo a la Cataluña real. Se ofrece un fin de semana tremendamente atractivo para los aficionados más puristas. El sábado, 17 de julio, toros de Reta, de casta navarra y con seis años cumplidos para tres valientes: Sánchez Vara, Octavio Chacón y Miguel Ángel Pacheco. Y el domingo en sesión doble, una matinal plena de ilusión, el novillero Francisco Montero en solitario frente a astados de Saltillo, Barcial, Dolores Aguirre, Yonet y Los Maños. Todo un gesto, y el final, por la tarde, con toros de Raso Portillo, para Robleño, Gómez del Pilar y Maxime Solera. Lo dicho, fuera complejos.