También la violencia es vuestra

La Generalitat ha perdido los papeles de la gobernanza: el timón lo llevan, ahora la ANC, los CDR, Òmnium, las CUP y el Tsunami Delincuente

Un manifestante lanza una valla a una barricada en llamas el pasado 18 de octubre en Barcelona Jaime García
Sergi Doria

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El hecho diferencial de las manifestaciones separatistas atañe a la violencia: los periodistas han de ponerse casco para protegerse de piedras y vandalismo en sesión continua. El marbete de «cívicos y pacíficos» es un sofisma: la violencia comienza cuando se hostiga la libertad de expresión de los informadores y se les tira porquería al grito de «prensa española manipuladora».

Si la «hoja de ruta» hacia la cursi Ítaca del Astut Mas es papel mojado, la Generalitat ha perdido los papeles de la gobernanza: el timón lo llevan, ahora más que nunca, la ANC, los CDR, Òmnium, las CUP y el Tsunami Delincuente.

La violencia no se limita a incendiar Barcelona. Comprende la privación de la libertad de movimiento de la ciudadanía, la apropiación del espacio público y la coacción a quienes pretenden trabajar; otro hecho diferencial: los secuestradores del derecho a estudiar van encapuchados. Revolución Cultural maoísta: ellos dictan a los rectores el sistema de evaluación.

También la violencia es vuestra, jóvenes bárbaros. Escuchad a los ricos separatistas que explotan vuestro estéril juvenilismo. Por ejemplo, Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC. A la vuelta del verano lamentaba que «el actual nivel de conflicto no es suficiente para que las instituciones europeas actúen»; y concluía: «Quizás hay que aumentar el nivel de conflicto».

Su queja fue atendida por pirómanos, atorrantes, narcisistas mediáticos y claustros podridos. Así, a la ex decana de la Universidad de Barcelona se la veía más satisfecha. Tras el fiasco de la manifestación en Marina valoraba la violencia porque «hace visible el conflicto». Los incidentes diarios «hacen que estemos en la prensa internacional de manera continuada». Decir eso es como asegurar que, gracias a la masacre de Bel Air, la Familia Manson aportó visibilidad a California. Torra y Paluzie demuestran que la cultura no nos hace mejores.

La profesora de Economía centra sus esfuerzos en hundir la economía de su amada Cataluña. Y como hay amores que matan, como ella el Clan Pujol, Mas, Torra, Puigdemont, Junqueras, Borràs, el gasolinero Canadell... La oligarquía extractiva que detesta la España liberal de libres e iguales, patrocina el «consumo estratégico»: eufemismo del mafioso boicot a las empresas no separatistas y al Ibex 35.

El antepasado de esta Rosa Luxemburgo de Pedralbes, Esteban Paluzie Cantalozella (1806-1873), se alistó en la Milicia Nacional que combatía al carlismo; conoció la cárcel por intentar restablecer la Constitución de Cádiz y fue un eminente educador: creador del «método Paluzie», que incorporaba la música, el dibujo y la gimnasia al corpus escolar, publicó manuales de aritmética, geometría, geografía, urbanidad, retórica, historia de España y el monumental Blasones españoles y apuntes históricos de las cuarenta y nueve capitales de provincia, según la organización territorial del liberal Javier de Burgos.

Si don Esteban levantara la cabeza constataría que una de sus descendientes ha devenido en odiadora profesional contra la España que él amó y modernizó. Paradojas de la herencia: mientras don Esteban fomentaba la educación cívica, su tataranieta, como tantos docentes de la Cataluña nacionalista, promueve el vandalismo ignorante.

La gente como P aluzie, el Tsunami y los CDR ha llevado a la práctica los borradores de la DUI que la ANC manejaba en 2014, como la ocupación del aeropuerto o el sabotaje de vías férreas. Y cuando alguien «pren mal», el diagnóstico es tan cínico como infantil: el principal responsable de la violencia es el Estado, señala esta devota del «España nos roba».

La ofensiva separatista no resultaría tan estruendosa si no la acompasara Colau. La alcaldesa que desprecia cuanto ignora, la que llamó facha al almirante Cervera y se quedó tan ancha, aplica a la comisaría de Vía Layetana la tesis que Bush el malo adjudicó a los incendios forestales: para evitarlos, mejor no plantar árboles. Verbigracia: para que no haya más follones en Vía Layetana, lo mejor es cerrar la comisaría, dicen los comunes. Y más verbigracia: para que la muchachada –«els nostres fills!!!»– no se excite, mejor que no haya presencia policial en esas «bullangas» que sirven de pretexto para no pegar sello. Y si los mossos actúan, Torra los depura al modo McCarthy.

La Cataluña de Paluzie y su gente es la sociedad enferma que ya se manifestó hace ochenta años en la «democracia violenta» que Gaziel identificó con la Segunda República. «Es el tumor de España, que a veces dormita y a veces estalla», escribía en octubre del 34. El único método para sanar a Cataluña –suponiendo que haya curación– «no puede ser otro que el empleo de las autovacunas, buscando en el propio organismo catalán y extrayendo meticulosamente de sus mismas entrañas las antitoxinas capaces de renovarlo».

La gente como Paluzie concibe el independentismo como apisonadora totalitaria. Quienes se escandalizaron por la arenga de Fraga –«la calle es mía»- berrean ahora que «las calles siempre serán nuestras».

También la violencia es vuestra.

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