Salvador Sostres - Todo irá bien

El año de Nobu

La cocina de Nobu supone en cierto modo la superación del trauma de la Guerra Civil y de la espantosa memoria del haber pasado hambre

Equipo de cocineros de Nobu en Barcelona ABC

Salvador Sostres

Ha sido el año de Nobu en Barcelona. Ha sido mi año. El Hotel Nobu es el primer hotel en Barcelona que no interpreta el lujo de un modo raquítico, mezquino, cantonal. No hay excesos de árabe fanático. No hay derroche de inútil de traficante eslavo. Está el lujo comprendido en su esencia y con todos sus atributos. El chef Hervé Courtot ha revitalizado la cocina de Nobu con elegancia y creatividad, abriéndola a los grandes productos de la cocina española. Los percebes «new style» son un logro. Las angulas, con el mismo aderezo, son superiores al habitual y empobrecedor montón de ajo que todo lo humilla, que todo lo mata. También con la trufa blanca hemos tocado el Cielo. Mejor que con pasta, con huevos o con arroz, ha sido tomarla con salmón, muy poco cocido. Es un logro de todos los tiempos, que en Barcelona, antes de que llegara el chef Hervé, no habíamos conocido.

Nobu ha significado, también, un aggiornento internacional contra el sistema referencial tan barcelonés, tan aldeano. Hemos tenido no sólo estilos de cocina nuevos y el lujo como lo entienden los ciudadanos libres, sino un trato diferente, elevado, culto. Los don nadies han sido puestos en su lugar. Hace algunas semanas, una periodista que lleva años publicando los cuchicheos de la Casa Real, llamada Mariángel Alcázar, acudió al restaurante y al no gustarle la mesa donde la sentaron, en lugar de pedir que la cambiaran como hacen las personas civilizadas en un mundo civilizado, reaccionó como un ñu y empezó a gritarle al camarero y al jefe de sala que «os voy a hundir» y «no sabéis con quién estáis hablando» -aunque parezca mentira, aún quedan mequetrefes que pronuncian esta frase. Y en un ejercicio de valentía y sinceridad, el director del restaurante le respondió: «Pues no, señora, realmente no sé con quién estoy hablando». Y tuvo toda la razón. ¿Quién es Mariángel Alcázar? Nadie sabe quién es Mariángel Alcázar , porque Mariángel Alcázar no es nadie. Si quisiera escribir un artículo para insultarla, tendría que gastar la mitad del texto para explicar quién es y qué ha hecho, porque nadie lo sabe y a nadie le importa, y si en el triste reducto provincial tuvo alguna vez la extraña sensación de que empataba con alguien o con algo, está muy bien que Nobu haya llegado a la ciudad para recordarle la exacta medida de su insignificancia.

La aportación de Nobu es también urbanística, y si tuviéramos una alcaldesa que no convirtiera sus limitaciones en la prisión de todas las cosas, vería la boyante inversión que Nobu World ha realizado en lo que antes era la Torre Catalunya , justo al lado de la estación de Sants, como una oportunidad para revitalizar esta zona tan anodina y gris, tan dejada. Tal como sucedió cuando Tickets, Pakta y Hoja Santa se instalaron en el Paralelo -el alcalde Trias llevó a cabo una formidable reforma de la zona-, Nobu tendría que inspirar a Colau algo parecido, pero por desgracia tenemos a una alcaldesa que es el museo de la incompetencia, del resentimiento y de la tristeza; y lo único que le inspiran la belleza y la creación de riqueza son las ganas de destruirlas con su rabia analfabeta y ciega. Por ello, mientras los barceloneses votemos como votamos, Sants y concretamente la plaza de los Països Catalans -¡qué metáfora!- continuarán siendo el espejo de la indigencia intelectual y espiritual de esta mujer, por mucho que Nobu brille, como una Estrella Polar, mostrando el camino de la prosperidad.

El hotel estará totalmente acabado en abril, aunque ya para el Mobile está todo reservado: también el restaurante, para varias fiestas privadas. Otra notable aportación de Nobu serán los caterings. En la actualidad, Barcelona es una ciudad más sexy que sus caterings. Nuestro nivel gastronómico se ve reflejado en los restaurantes y en los mercados pero no en los cócteles ni en los banquetes. La cocina que se hace en Barcelona es la más profunda, brillante y moderna del mundo, pero sus caterings continúan anclados en el cóctel de gamba y en la cocreta, y en un localismo que nada tiene que ver ni con la universalidad de sus cocineros ni con el gusto de sus ciudadanos (salvo si tomamos la medida Colau o Alcázar, esas dos grandes cocretas de la nada).

Todo el mundo en mi ciudad espera ser sorprendido en los maravillsos restaurantes pero está como asumido que en los caterings vamos a comer lo mismo que hace 30 años. No lo entiendo demasiado. Desde que mi abuela lo dejó, hay que ver lo gandules y vulgares que habéis sido. Nobu se propone acabar con este conformismo, para que la misma sorpresa, la misma calidad y el mismo talento que se encuentra en los restaurantes pueda encontrarse también en los caterings, combinando sus platos más conocidos con otros adaptados a los productos más cercanos, primando la calidad y proyectándola con creatividad. Además, Nobu, con su estilo y su técnica, procura siempre menús ligeros y saludables, y es un contrapunto higienizante y feliz a la cultura del hartazgo. La cocina de Nobu supone en cierto modo la superación del trauma de la Guerra C ivil y de la espantosa memoria del haber pasado hambre. Reconcilia más, y mejor, comer bien que desenterrar cadáveres.

Lo mismo que sucede con los menús de los caterings desde hace 30 años, sucede con el interiorismo, muy previsible y tontorrón en casi todos los locales de la ciudad. Nobu propone una concepción del espacio que transporta a los invitados a un mundo estiloso y sofisticado. Tanto en el restaurante como en las distintas estancias del hotel se pueden celebrar los cócteles y banquetes en el ambiente más agradable y con las mejores vistas sobre la ciudad. No es que a mí las vistas me importen demasiado: de hecho pienso que es un asunto que sólo tpreocupa a las fulanas, pero como en nuestra era hay tantas, lo menciono por si acaso.

Éste ha sido el año de Nobu, éste ha sido mi año. Por fin puedo cenar en mi restaurante sin tener que tomar aviones o barcos. En mi sueño recurrente -desde que en 2001 pisé por vez primera Nobu, en Park Lane- de correr hacia ti, y despertarme justo para darme cuenta de que no estabas, he crecido queriéndote, deseándote y acudiendo a tus sedes muchas menos noches de las que habría querido. Tenerte en mi ciudad es una plegaria atendida, una victoria muy largamente trabajada, finalmente concedida. Gracias al chef Hervé , Nobu Barcelona es hoy el Nobu más refinado, distinguido y avanzado de la empresa, y si las guías no lo premian es porque no alcanzan a comprenderlo: ni la calidad, ni el talento ni la alegría con que Dios acaricia lo que realmente merece la pena.

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