«Lo que ha pasado en Pakistán no tiene que ver con el Islam, sino con el machismo»

Rubia Naz, una joven estudiante pakistaní establecida en Barcelona, distingue entre los matrimonios «forzosos», los «concertados» y los pactados para conseguir «visados»

Asesinadas dos jóvenes de Tarrasa por su familia en Pakistán por no aceptar un matrimonio a la fuerza

Protesta contra el crimen de una mujer en Pakistán, en una imagen de archivo ABC
Àlex Gubern

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Ocupando el puesto número 153 de entre 156 países en el índice mundial de desigualdad de género del Foro Económico Mundial de 2021, Pakistán sigue siendo una sociedad profundamente «machista», se lamenta Rubia Naz, una joven pakistaní estudiante de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), todavía connmocionada tras conocerse el brutal asesinato de dos compatriotas suyas residentes en Tarrasa (Barcelona) a manos de su familia por negarse a continuar con un matrimonio forzoso.

Rubia Naz, integrada en la asociación Pakmir y en el Colectivo de Estudiantes Catalanes de Origen Pakistaní (ECOP), expresa a ABC su desazón por un suceso que teme vuelva a ser el pretexto para «estigmatizar» a una comunidad que, por desgracia, afirma, solo es noticia por sucesos trágicos. Su posición es clara. «Lo que ha sucedido no tiene que ver con el Islam, sino con el machismo», remarca para señalar que los llamados «crímenes de honor» no pueden atribuirse a una «cultura» determinada. «Aquí estamos hablando precisamente de poca educación, de falta de cultura », añade. «Allí son los crímenes de honor, aquí las violaciones», añade.

La joven estudiante, un ejemplo del contraste entre la realidad de los jóvenes pakistaníes criados en sociedades como la española y lo que sigue sucediendo en determinadas zonas de su país, quiere dejar claro que solo una visión arcaizante del Islam puede conducir a sucesos como los conocidos ayer.

«El Islam reconoce el divorcio y los matrimonios forzados son ilegales en Pakistán», explica a este diario Rubia Naz, al frente de una asociación creada para, fundamentalmente, asesorar a las mujeres pakistaníes acabadas de llegar para que sean autosuficientes y no dependan de los hombres de la familia, que normalmente llegan antes a nuestro país y tienen más recursos, principalmente idiomáticos, para socializar.

Decidida a quebrar ideas preconcebidas, Rubia Naz insiste en diferenciar entre los matrimonios «forzosos» y los «concertados». Los segundos, en una práctica habitual, la familia sugiere y apunta candidatos, pero siempre desde el consentimiento. Los forzosos, e ilegales, se siguen practicando, sobre todo en zonas rurales, reconoce, en una práctica que ante las dificultades para establecerse legalmente en los países occidentales, ha degenerado en lo que define como « matrimonios por visado », acuerdos matrimoniales que en realidad son un intercambio para conseguir papeles de residencia.

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