«La nochebuena del solsticio», microrrelato ganador del concurso contra el desperdicio alimentario
El certamen se ha llevado a cabo dentro de la VI Lluvia de Ideas AECOC contra el Desperdicio Alimentario
“Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, de Augusto Monterroso, es probablemente el microrrelato o cuento corto más famoso del mundo. En el marco de la VI Lluvia de Ideas AECOC contra el Desperdicio Alimentario, la asociación de empresas de gran consumo convocó este verano un concurso de microrrelatos en el marco de su campaña “La alimentación no tiene desperdicio” con el fin de animar a los consumidores a poner en práctica su creatividad literaria con el rechazo al desaprovechamiento de los alimentos como hilo argumental.
Más de 500 microrrelatos se ha presentado con el denominador común de contar con menos de 150 palabras. Durante el octavo Punto de Encuentro Contra el Desperdicio Alimentario organizado en Madrid por la asociación AECOC, se ha informado el fallo del jurado, en el que ha participado un miembro de la Redacción de ABC. El ganador del concurso ha sido Esteban Torres por el microrrelato titulado “La nochebuena del solsticio ”, mientras el segundo clasificado ha sido David García por “Sin tallas no hay paraíso”. El ganador se ha llevado como premio un cheque regalo de Carrefour valorado en 500 euros, mientras el segundo ha obtenido otro cheque regalo por 250 euros.
El microrrelato ganador titulado “Nochebuena del solsticio”, dice así: “Mamá con ese discurso convincente que la caracteriza desde que nació ha logrado involucrarnos a todos en su idea de celebrar la Navidad el 23 de junio. - La nochebuena del solsticio -dice. ¿Sus motivos? Muchos y variopintos: que si hay que innovar que las tradiciones familiares comienzan así que en realidad no queda demostrado que Jesús naciera en diciembre etc. Magnífico el pavo y los aperitivos que lo han antecedido. Y luego los turrones y las peladillas para rematar la calurosa velada. Pero a mí que no se me escapa detalle de su proceder y llevo un rato dándole vueltas a esta ocurrencia suya se me ha ocurrido ir a la cocina y rebuscar en la basura. Así he descubierto su verdadera razón para adelantar las navidades: el turrón caducaba a finales del mes y ella desde que la conozco siempre ha sido incapaz de desperdiciar nada” .
Por su parte, el microrrelato que ha quedado segundo, bajo el título “Sin tallas no hay paraíso” dice así: “Era muy elegante vestía muy raro. Piel oscura y mirada limpia. Si hubiera sido mayor hubiera pensado en la reina de algún lejano país. Entró al restaurante se sentó y pidió amablemente. Nadie la entendió. Llamamos al cocinero. .-“ Quiere una 18 de estofado de carne y una 4 de cerveza”. Fruncimos los ceños extrañados. “La princesa” sonreía. Terminamos comprendiendo que se refería a las tallas de la comida y bebida le explicamos que no conocíamos restaurante ni lugar alguno con tallas de comida. Reflexionó y gravemente preguntó cuántas personas habitaban España. Incrédulos sus ojos refulgieron y pude ver en ellos como en un cine; bosques inmensos plagados de animales ríos de agua cristalina miles de pájaros en el cielo. Finalmente atravesó su mirada lo que había visto hasta llegar al restaurante; cemento humo gente estresada miradas ausentes. Lo comprendió todo, su mirada entristeció. Sus ojos brillaban . Yo también comprendí”.
Noticias relacionadas