«Els Güell» haciendo Historia

Andreu Farràs recorre cinco generaciones de una de las sagas más influyentes de Cataluña

«El conde Güell, paseando por los jardines de su casa» ABC

SERGI DORIA

El apellido Güell impregna la vida barcelonesa. Park Güell, el Palau Güell y la Colonia Güell… La obra de Gaudí no sería una realidad sin el mecenazgo de Eusebio Güell Bacigalupi. Pero hay muchas más razones para recorrer la historia de familia que marcó la Cataluña de los dos últimos siglos. El periodista Andreu Farràs, –coautor con Pere Cullell de «El oasi català»–, enumera los motivos para conocer «Els Güell» (Edicions 62): «Uno de los cinco primeros occidentales que entraron en la tumba de Tutankamon se llamaba Güell. Uno de los catalanes que leyeron al rey de España el primer ‘memorial de greuges’ se llamaba Güell y también uno de los redactores de las Bases de Manresa. Cuatro Güell fueron concejales del ayuntamiento de Barcelona, uno de ellos alcalde. Güell se llamaban los impulsores de las exposiciones de 1888 y 1929...».

Además del mecenazgo gaudiniano, los Güell impulsaron las reformas económicas que abrieron camino a la democracia: “Güell se llamaba uno de los ponentes del Estatut de Sau y uno de los diputados de la comisión que redactó la Constitución española de 1978”, prosigue Farràs. El apellido Güell está ligado a las empresas catalanas que propulsaron la Cataluña industrial y financiera: Maquinista Terrestre Marítima, Asland, Compañía Trasatlántica, Compañía de Tabacos de Filipinas, Banco Hispano-Colonial y Banco Atlántico: «Cinco generaciones de la dinastía Güell constituyen una demostración insólita de cómo puede llegar a perdurar durante dos siglos, aunque con desigual intensidad, la influencia social y la pujanza económica de un grupo unido por fuertes lazos de parentesco, con una clara consciencia de formar parte de una ‘marca’ a la que no han podido fallar hasta nuestros días».

Pongamos nombres al apellido: el patriarca Joan Güell Ferrer (1800-1872) fue un «americano» que invirtió su capital en una fábrica textil en Sants, fundó la Maquinista y participó en el canal de Urgell. Defensor a ultranza de las leyes proteccionistas, al morir legó a su hijo Eusebio dos tercios de su patrimonio industrial y siete millones de pesetas de la época.

A Eusebio Güell Bacigalupi, Farràs lo califica de «magnánimo». Culto y cosmopolita –«hablaba con fluidez inglés, francés e italiano»– no sólo multiplicó y expandió internacionalmente el patrimonio familiar, sino que emparentó con el marquesado de Comillas y fue –su faceta más conocida– el mecenas de Gaudí. La coalición Güell-López conduce a las compañías Trasatlántica y de Tabacos de Filipinas y a Verdaguer. Mossén Cinto, apunta Farràs, «enseñaba el catecismo a los hijos de Eusebio Güell y este le propuso que se quedara a vivir en una de las casas que tenía en Pedralbes, pero el religioso estaba inmerso en su poema ‘L’Atlàntida’, y prefirió quedarse en el palacio Moja con sus patronos, el hijo de Antonio López, Claudio López, y su mujer”. Catalanista moderado, Eusebio Güell firmó la “Memoria en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña».

La guerra civil condujó al exilio a Juan Antonio Güell López, marqués de Comillas, conde de Güell, conde de San Pedro de Ruiseñada, Grande de España y exalcalde de Barcelona. Alojado en una humilde pensión de París proclamó en su dietario –«Journal d’un expatrié catalán. 1936-1945»– su decisión de no volver a la España de Franco. Amigo de Alfonso XIII –a quien regaló el palacio de Pedralbes– y del dictador Primo de Rivera, impulsor de la Exposición del 29 y de ideas como el ancho de vía europeo para los ferrocarriles, su decisión «antifraquista» llamó la atención de los de su clase: un multimillonario prefería el hambre del París ocupado a pasar la guerra en el San Sebastián nacional. A diferencia de los cincuenta mil catalanes que apoyaron al franquismo, señala Farràs: «Güell fue uno de los pocos prohombres de la alta burguesía catalana que adoptó una actitud tan hostil hacia el Régimen». Su hijo, Juan Claudio Güell Churruca sí que se unió al gobierno de Burgos. Monárquico juanista, propició los encuentros entre Franco y Don Juan y fundó el Banco Atlántico.

El recorrido por la saga Güell concluye con Carlos Güell de Sentmenat, figura ineludible de la democratización empresarial catalana. Cofundador con Carlos Ferrer Salat y Joan Mas Cantí del Círculo de Economía postuló un centrismo dialogante que Farràs califica de «coraje cívico». Carlos Güell recuperó la tradición familiar del mecenazgo como presidente de la Asociación Española para el Desarrollo del Mecenazgo Empresarial (AEDME). En sus últimos días, mientras Mas se ponía al frente de la manifestación independentista de la Diada, advirtió de los riesgos de la secesión: “El intento de separar a Catalunya de España me entristece, me rebela y lamento que mis actuales circunstancias me dificulten estar hoy en la defensa activa de mis ideas». «Els Güell»: siempre haciendo Historia.

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