Elecciones Cataluña

El «procés» tensa los campus

Las movilizaciones con más tirón del «procés» se han cocinado en los campus, donde las tensiones entre los estudiantes pro y contra independencia se han disparado

Ernesto López, vicecordinador de jovenes de Sociedad Civil Catalana y Marta Rosique, portavoz de Universidades por la República, en Barcelona ORIOL CAMPUZANO

ESTHER ARMORA

La temperatura del «procés» se ha medido en los campus. Bajo el paraguas de la plataforma Universitats per la República, los estudiantes independentistas han impulsado, antes y después del 1-O, las movilizaciones más multitudinarias del movimiento separatista. La agitación estudiantil ha sido clave para las fuerzas soberanistas, que, conscientes del efecto llamada de los universitarios, se han esmerado en mantener viva la llama de la insurrección en las aulas.

Los encierros, protestas, huelgas y paros de estos últimos meses han disparado la tensión en los campus y el conflicto entre los partidarios y detractores de la independencia se ha agudizado hasta el punto que estos últimos han optado, por primera vez, por organizarse para «salvaguardar sus derechos». ABC reúne a dos estudiantes de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona; uno defensor del «procés», y otro contrario, y les pregunta cómo se han vivido los últimos meses de agitación política y social dentro y fuera de las aulas.

Marta Rosique, estudiante de Periodismo y Ciencias Políticas y miembro de Universitats per la República; y Ernesto López, estudiante de Ciencias Políticas y Derecho y portavoz de Sociedad Civil Catalana (SCC), la entidad que ha sido agredida reiteradamente en la Universidad Autónoma (UAB) por exhibir su ideario antiindependentista, defienden ante un café sus posturas frente al actual conflicto. No coinciden en apenas nada; solo en que con más diálogo se hubiera suavizado el conflicto que les enfrenta.

Sin Erasmus

Marta defiende la independencia como receta única para los males actuales de la universidad y Ernesto la considera la principal contraindicación para recuperarse. «La independencia permitiría autogestionar las universidades y con ella habrían unas mejores condiciones para los universitarios y los trabajadores de estos centros», afirma la estudiante. Su compañero de tertulia, opina más bien todo lo contrario y se lo argumenta con «algo más que impresiones».

«No creo que la independencia tenga un efecto positivo porque supondría salir de la UE y abandonar, entre otras cosas, el programa Erasmus. No es una opinión es una realidad», comenta Ernesto. Sobre el papel que deben tener las universidades, como institución, en el conflicto político tampoco coinciden. Más bien, están en las antípodas. Mientras Marta destaca la obligación de los centros de posicionarse, Ernesto considera, por contra, que deben mantenerse en un plano neutral y fomentar el debate, dando acogida por igual a todas las ideologías. «Ante situaciones como del 1-0 la universidad debe posicionarse. No hacerlo, es ser conformista con lo que ocurre, con la vulneración de la democracia», defiente la independentista. Ernesto la escucha con atención antes de rebatir su afirmación.

«Casi todas las universidades decidieron, sin consultar ni con los estudiantes ni con los claustros, adherirse al Pacto por el Referéndum.En aquel momento el soberanismo se convirtió en la ideología oficial de la universidad. Eso no está bien porque la universidad debe enseñar a pensar no qué pensar», arguye el joven.

«Nos amenzaron con navajas»

Ernesto aprovecha para apostillar que la universidad se ha pronunciado sin reparos durante todos los momentos álgidos del conflicto, pero «en cambio, se ha mantenido muda ante situaciones de clara vulneración de derechos que se han producido en los campus». Se refiere a la UAB, donde los miembros de SCC han sido agredidos y acosados en reiteradas ocasiones desde marzo de 2017. «De las ocho veces que hemos ido a la UAB , siete nos han agredido. Lo he vivido. No me lo invento. Nos han vaciado encima extintores, sacado navajas... El rectorado solo emitió un tímido comunicado. No nos hemos sentido arropados», denuncia el universitario.

Marta condena las acciones violentas. Asegura que desde su plataforma nunca las han alentado, aunque se muestra inflexible respecto a la presencia de SCC en el campus de la Autónoma. «Condenamos el fascismo y se han demostrado vínculos claros entre SCC y el fascismo. En las universidades no debe darse voz a estas entidades», añade Marta sin aportar pruebas concluyentes sobre su acusación.

Respecto al papel de las universidades en las huelgas y paros, la estudiante considera que «las universidades deberían, todas, haber cerrado los recintos y paralizado las clases». Ernesto no lo suscribe y recuerda que «el derecho a huelga es un derecho individual que debe respetarse». Por este motivo, su organización ha optado por movilizarse. «Si alguien no quiere ir a clase para reivindicar una idea política es libre de no ir, pero los que hemos pagado una matrícula tenemos todo el derecho a ir», dice.

Tanto él como Marta ven en el 21-D la salida al actual conflicto político. «Si ganan las fuerzas independentistas seguirá la espiral de decadencia», dice el estudiante de SCC. Según Marta, estos comicios servirán para que Cataluña recupere la estabilidad perdida «si gana la República». Su distendida charla demuestra que la palabra diálogo es mucho más que un recurso fácil del argumentario politico. Ambos se despiden con un deseo para 2018: «Que sigamos construyendo la República», dice ella. Ernesto lanza un triple propósito menos excluyente: «Seny, reconciliación y convivencia».

El «procés» tensa los campus

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