30 aniversario

Erasmus: el interrail educativo que «cambia vidas»

Las nueve millones de personas participantes demuestran la popularidad de la beca

Estudiantes de Erasmus Rocío Ruz

I. Miranda/ V. D. Pereira

1

Alicia Teijeira es estudiante de Biotecnología en la UFV ABC

«Todo me pareció un sueño»

Cuando en 1987, once países de la Unión Europea empezaron a conceder becas para el intercambio de estudiantes, pocos conocían el programa. En España, solo 95 personas se atrevieron a lo que fue toda una aventura: sin apenas conocer el país, sin nadie que hubiera vivido la experiencia, sin móviles, ni internet, se fueron. Nada que ver con los 36.842 españoles que se beneficiaron de la beca de estudios y prácticas en el curso 2014-2015, el último del que hay datos disponibles. Treinta años después de poner en marcha el programa, decir «Erasmus» no requiere mayor explicación. Pero a finales de los 80, incluirlo en el currículo apenas contaba: nadie sabía qué significaba.

El programa se gestó para favorecer la movilidad de los alumnos entre universidades y forjar un carácter europeo de unidad, un logro que hoy sus participantes reconocen. «Nunca he tenido tanto contacto con personas de diferentes países y culturas como durante el proyecto», dice la estudiante polaca Iga Czernichowska. En total, 9 millones de europeos se han beneficiado del intercambio, y solo 4,4 millones eran estudiantes universitarios, ya que también participan alumnos de FP, docentes o estudiantes de máster, entre otras posibilidades.

Además, hoy son 33 países los que participan: a la UE se ha añadido Turquía, Islandia, Liechtenstein, Noruega o Macedonia. El éxito ha sido posible en parte gracias al esfuerzo de «Mamá Erasmus», una profesora italiana llamada Sofía Corradi que con tan solo 20 años comprendió la importancia de fomentar los intercambios entre universitarios europeos. Consiguió convencer a las diferentes instituciones y universidades para que financiaran estos viajes. «Yo siempre empujo a mis alumnos a que se vayan, y los que lo hacen, quedan eternamente agradecidos», cuenta María Ángeles Esteban, catedrática en la Universidad de Murcia. Lo corrobora la estudiante Alicia Teijeira: «Aunque al principio lo pasas un poco mal, ha sido la mejor experiencia de mi vida».

«Todo me pareció un sueño»

Alicia Teijeira es estudiante de Biotecnología en la UFV. Tiene 21 años. Obtuvo una de las 6 becas para hacer prácticas en el centro de oncología de la Universidad Queen Mery. Su estancia en Londres estuvo marcada por una semana complicada, en la que conocer a los demás parecía una tarea difícil. «Una de las únicas maneras de coincidir con los ¨Erasmus¨ era en la cocina, pero nunca había nadie. Eso cambió cuando conocí a mi compañera de Barcelona. Después empecé a conocer a mucha gente, a disfrutar», cuenta Alicia. Al regresar a España y cambiar de rutina, todo me pareció un sueño.

2

María Ángeles Esteban fue la primera promoción de Erasmus ABC

«En 1987, ni los universitarios sabían qué era»

Cuando María Ángeles Esteban Abad, de la primera promoción de Erasmus (1987) pidió la beca, nadie sabía qué era, ni los universitarios. Incluirlo en el CV tampoco servía de mucho: «Nadie lo entendía», dice. Ella se enteró casi por casualidad cuando era doctoranda en Biología en la Universidad de Murcia.

La oportunidad que suponía investigar en Aberdeen (Escocia) provocó que no solo superara las reticencias de su familia, sino que el grupo de doctorandos con los que trabajaba en Murcia acabara turnandose cada año para ir, pues solo había una plaza. Eso sí, la experiencia no tenía nada que ver con la de ahora: sin móviles o internet , ni nadie que la visitara. Hoy, a quienes dicen que los españoles se van para estar de fiesta, les dice que «no saben que es en España donde está la mejor».

3

Pablo Salas es estudiante de Psicología en la Universidad de Granada ABC

«Mi motivación, el crecimiento personal»

Pablo Salas es estudiante en la Universidad de Granada , y estuvo 10 meses en Poitiers. «Los primeros cuatro meses me sirvieron para una primera toma de contacto», afirma. «Después de ese periodo, es cuando se empieza a disfrutar de verdad», cuenta.

Se enamoró de una chica francesa de su facultad, ahora son pareja y están pasando las vacaciones juntos. «Nunca hemos estado separados más de 20 días, ahora tendremos que averiguar cómo se lleva esto de las relaciones a distancia,

4

Czernichowska en Galicia NATALIA PIOTROWSKA

«Te enseña a ser tolerante y curioso»

La polaca Iga Czernichowska, de 25 años, se decidió por España como destino para su Erasmus porque conocer el país era su sueño. Le llamaba la atención la cultura española, la alegría de la gente, la filosofía de vida. Y no salió decepcionada. El lugar elegido para comprobarlo fue La Coruña. Allí estudió durante un curso Sociología y, según cuenta, la estancia supuso «un conglomerado» de las mejores experiencias de su vida. Conocer gente nueva , sus historias o aprender idiomas extranjeros fueron sus tótems. «Conocí a un montón de gente maravillosa, tengo contacto con ellos todo el tiempo».

En su opinión, el proyecto Erasmus «enseña a ser tolerante, curioso, abierto de mente». Además, es una gran oportunidad para aprender nuevos idiomas, y no solo el del país de destino. «Nunca he tenido tanto contacto con personas de diferentes países y culturas como durante el programa», asegura la polaca.

Ahora, ya en Polonia, el espíritu Erasmus sigue presente en Czernichowska: está estudiando un máster sobre relaciones interculturales. Pero, en donde ella cree que más huella le ha dejado ese año es en el caracter: «Soy valiente como nunca antes». De los gallegos también ha aprendido qué es la morriña: «Echo mucho de menos mi increíble Coruña, esa atmósfera que tiene, y a mis amigos. Repetiría sin dudar».

5

Javier G. Pajares es estudiante de Derecho y ADE ABC

«Perdí el miedo a viajar»

Ha sido el primer sordociego en hacer el Erasmus. Javier García Pajares decidió que quería vivir esta experiencia «única y enriquecedora para cualquier estudiante». Así, en septiembre de 2016 se embarcó camino a Londres para continuar sus estudios de Derecho y ADE.

Una experiencia que define como «dura», especialmente por sentirse algo aislado pese al esfuerzo. Aunque de Londres se ha llevado un par de buenas amigas, sintió cierta frustración al ver «que los demás disfrutaban a lo grande mientras tú te quedas en la habitación». Sin embargo, también quedó muy sorprendido por el apoyo recibido de familiares , amigos e instituciones.

El extremeño reconoce que ha sacado mucho de la experiencia, sobre todo la soltura con el inglés y la pérdida del miedo a viajar sin nadie. «Acabo de regresar de Guadalupe, el Caribe. Fui y volví solo», cuenta. «¿Habría emprendido el viaje antes del Erasmus? Probablemente el miedo me habría echado para atrás».

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